Recuerdo y valoración del historiador Eric Hobsbawm

Al cumplirse seis meses de la muerte de Eric Hobsbawm –uno de los autores clásicos más importantes del pensamiento social contemporáneo– la Agencia CTyS consultó a los historiadores Luis Alberto Romero, Hugo Chumbita, Honorio Díaz, Norberto Galasso y Omar Acha sobre su legado intelectual.

Roxana Salguero (Agencia CTyS) – A diferencia de otros importantes historiadores anglosajones marxistas, el británico Eric Hobsbawm supo distinguirse de sus pares, como Edward Palmer Thompson o Emilio Sereni, por no aferrarse a las historias locales, ya que trascendió por el alcance global de su análisis. Su nombre ya es sinónimo de la historia política e intelectual del siglo XX.

En diálogo con la Agencia CTyS, el historiador y ensayista Honorio Díaz recuerda que, a mediados del siglo pasado, llegó a las universidades argentinas la influencia de la corriente de la historia social de la Escuela Francesa. Contenía una importante transformación de la concepción de la historia y lo ocurrido en la Argentina se condecía con el fenómeno que se produjo en numerosos países de occidente, desde la aparición de la revista Annales en la década del treinta.

Sin embargo, en el último cuarto de esa centuria arribó al territorio argentino la gravitación del  historiador Eric Hobsbawm, “un mundiólogo dedicado sobre todo al estudio de la historia contemporánea”, remarca. Para el escritor, los cuatro tomos de su obra: La era de la revolución, La era del capital, La era del imperio y, especialmente, su tomo más conocido de Historia del Siglo XX “tuvieron una gran incidencia en la enseñanza de la historia mundial en nuestro país”.

Respecto a las características de la producción del célebre historiador, Díaz indica: “Habría que resaltar la mayor importancia de sus interpretaciones, es decir de la hermenéutica sobre la exposición detallada de los acontecimientos. Tuvieron gran recepción las interpretaciones de los procesos que brindara más que las exposiciones narrativas de los acontecimientos”.

Para el investigador, así se generaron conceptos ya clásicos, como la doble revolución, que destaca la correspondencia entre la revolución liberal francesa y la revolución industrial británica, o esa idea del siglo corto para la centuria pasada; que se extiende desde el comienzo de la primera guerra mundial hasta la descomposición del bloque soviético tras la caída y destrucción del Muro de Berlín. “Pienso que, además de un notable historiador Hobsbawm fue un gran escritor, porque su prosa ha contribuido eficazmente a la difusión de la obra”, agrega Díaz.

Hobsbawm y Las Malvinas
Consultado acerca de la guerra de Malvinas, hace hincapié en que el escritor marxista  culpó a Margaret Thatcher –y en especial a la política del neoliberalismo británico– del desencadenamiento de la conflagración. Consideraba errónea la ocupación de las islas que habían hecho las fuerzas armadas argentinas pero entendió que el desenlace bélico fue responsabilidad directa de la conducción anglosajona.

En esa misma línea, el ensayista subraya que ante este conflicto, Hobsbawm sostenía en sus investigaciones que “sobre el archipiélago eran superiores los derechos de la Argentina a los del Reino Unido de Gran Bretaña”.

En relación a su producción advierte: “Pienso que por un tiempo perdurarán los aportes de un historiador que siempre consideró importante las contribuciones de la concepción marxista de la historia para la interpretación de los fenómenos pretéritos. De todas maneras no fue un marxista ortodoxo, podríamos decir que fue un marxista heterodoxo, con criterios personales –de originalidad– en muchos casos”.

No obstante, señala como un déficit de la obra del historiador británico que “su eurocentrismo le impedía comprender en plenitud las necesidades nacionales de los países periféricos.

El aporte desde el ámbito cultual y la antropología
En tanto, para el reconocido Profesor Luis Alberto Romero, Hobsbawm escribió para la gente. Fue un historiador social que estudió con simpatía y curiosidad a los sectores populares. En muchos trabajos se ocupó del clásico tema de los obreros industriales y del movimiento sindical. No vio en ellos a “la clase” sino a conjuntos de gente con tradiciones comunes, mitos, símbolos, organización, militancia y acción política. Era “una máquina de aprender”.

Británico de nacimiento y marxista por convicción, no dudó en incursionar en el mundo rural y en la antropología. Encontró sociedades tradicionales, con injusticias igualmente tradicionales y otras sociedades nuevas, atraídas por la modernización. Y argumenta: “En los bandidos rurales supo ver los rostros de los explotados, porque a pesar de que recurría a la teoría para justificar estas historias, nunca perdía de vista sus rostros singulares, ni ocultaba la simpatía que le generaban”.

También estudió las vanguardias artísticas, los revolucionarios y los artistas plásticos que estaban obsesionados por la originalidad a cualquier costo. Consieraba que las vanguardias tienen una función en el proceso de avance de la sociedad hacia el socialismo. Según él, las artes tienen la función de expresar, representar e impulsar el cambio, como lo hicieron los grandes escritores y los artistas del pueblo durante el siglo XIX.

La ausencia de una mirada sudamericana

Para el prolífico historiador  Norberto Galasso, a quien también recurrió la Agencia CTyS, Hobsbawm fue una figura importante de la historiografía, un investigador muy serio que hizo grandes aportes. Pero sostiene que el problema de los historiadores del viejo continente es que tienen una visión europea del mundo.

"Él poseía una gran capacidad para comprender y analizar los fenómenos universales, pero la suya no era la misma mirada que tiene un historiador argentino que analiza Latinoamérica desde su misma región", explica Galasso.

En ese sentido argumenta: “Me parece que resulta muy complejo para un inglés comprender los fenómenos latinoamericanos. Por ejemplo la muerte de Chávez. Hecho que conmueve a toda una región, no solamente a un país y, por más que se trate de uno de los historiadores más importantes del mundo, su explicación no hubiera sido la misma que la nuestra”.

Para el destacado docente de la Universidad Nacional de La Matanza, Hugo Chumbita, la influencia de Hobsbawm en la visión de las ciencias sociales sobre los fenómenos de la cultura de masas y la resistencia popular fue clave. "He leído con mucho interés la obra de Hobsbawn, incluso, porque en determinadas etapas de mis tareas de investigación trabajé sobre el tema de los bandidos sociales en el cual él desarrolló toda una tesis muy rica”, comenta.

Ensu último libro es muy interesante observar algunas reflexiones que se refieren a la Argentina. Pero, a juicio de Chumbita, por ser europeo, “su mirada es desde el centro occidental y se le escapan algunos fenómenos de las realidades sudamericanas, que para nosotros son muy importantes”.

“Creo que no llega a entender cabalmente cuáles son las grandes líneas históricas de nuestra región. No obstante, es muy importante conocer esa obra vasta que él nos dejó en su larga vida”, concluye el docente de la UNLaM.

La valoración de un joven historiador
Finalmente, para el investigador del CONICET Omar Acha, los prolongados 95 años de la vida del historiador Eric Hobsbawm fueron percibidos por él “como partícipes de ‘años interesantes’, es decir, "terribles". El destacado escritor argentino advierte que “no fue solo un sintetizador de bibliografía secundaria”.

En ese sentido profundiza: “Sus macrohistorias constituyen una opción de primer nivel para captar una concepción general de la historia contemporánea. Pero el historiador británico también fue un cuidadoso pensador de la teoría histórica así como un estudioso de sutil lectura de los archivos. Esa destreza puede advertirse en estudios tales como Rebeldes primitivos, de 1959, o sus análisis sobre el nacionalismo. En suma, combinó la narrativa, la teoría y el archivo”.

Según Acha, en el último libro que preparó, la colección de ensayos Cómo cambiar el mundo. Marx y el marxismo 1840-2011, condensó todas sus preocupaciones casi hasta el día mismo de su fallecimiento.

“Hobsbawm fue significativo y dejó un legado para que otras generaciones la piensen porque puso su sello en una historiografía que de otro modo se presenta como la expresión objetiva, apolítica y desinteresada, de la realidad misma. De alguna manera, sin formación filosófica, él comprendió que la escritura de la historia (y esto vale para su filmación y su modulación en internet, sea en facebook o Youtube) es un tarea creativa, productiva y no solo reconstructiva”, subraya.

Porqué se destacó la obra de Hobsbawm
A mediados de los años cincuenta del siglo XX, el ensayista se propuso escribir una historia marxista de la humanidad. “Otros historiadores marxistas igualmente importantes, como Edward Palmer Thompson o Emilio Sereni, continuaron preocupados por sus historias locales. Thompson, en su ya clásico libro La formación de la clase obrera en Inglaterra (1963) y en sus textos posteriores, nunca excedió el espacio británico”

“Lo mismo aconteció con sus colegas del llamado ‘marxismo británico’: Hill, Hilton, y otros. Hobsbawm se distinguió por el alcance global de su análisis. Pero ese rango geográfico implicó algo más. Fue el antecedente de lo que hoy denominamos ‘historia global’, analiza Acha.
 
“Hobsbawm es ya parte de la historia política e intelectual de la pasada centuria. Por eso pensar su trayectoria y obra requiere inscribirlo en las ideologías a las que adhirió, calibrar los conceptos que empleó, entender las decisiones que adoptó. Por ejemplo, su marxismo descansó en la metáfora marxiana de la base económica y la superestructura ideológico-política. Esa manera de comprender la crítica de Marx es problemática”, afirma.

En el mismo sentido, según Acha, su realismo político coexistió con una discutible noción de cambio histórico, una noción casi “histórico-filosófica” que se aproximó demasiado a una concepción modernizadora.

“En este breve comentario no intento hacer un balance de su obra. Me interesa, en cambio, pensarlo como una cantera viva para nuevas maneras de construir la historia. En esa tarea es posible que Hobsbawm, o más exactamente la lectura crítica de su obra, sea uno de los nombres imprescindibles. Vivirá en otras voces, en nuevas palabras”, considera Acha.