Marina Franco: “‘Memoria, Verdad y Justicia’ se transformó en un discurso vacío para las generaciones más jóvenes”

La investigadora del CONICET y su colega Santiago Garaño analizaron la vinculación de los sectores jóvenes con las memorias del pasado reciente y los discursos de reivindicación de la dictadura cívico-militar en el contexto actual de fortalecimiento de la ultraderecha en el país.

Marianela Ríos (Agencia CTyS - UNLaM) -  El 24 de Marzo se instauró en nuestro calendario con el propósito de mantener viva la memoria que recuerda a las víctimas del terrorismo de Estado perpetrado durante la última dictadura cívico-militar. En cada marcha, se pide justicia, se alzan carteles con fotos de quienes no están y se aplaude a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.

Se cumplen 49 años del Golpe de Estado y para muchas generaciones lo ocurrido entre 1976 y 1983 está, como sus víctimas, presente. Sin embargo, para otras, las más jóvenes, ese pasado ya no es tan reciente. “Efectivamente, es algo lejano para ellos. El desafío es que lo apropien, que puedan hacerle sus preguntas y narrarlo con sus propios lenguajes”, asegura Santiago Garaño, antropólogo e investigador del CONICET, en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.

En ese sentido, destaca el Programa Jóvenes y Memoria, de la Comisión Provincial por la Memoria, como una herramienta clave: “Es un posible camino para que los jóvenes se comprometan con este pasado, hagan investigaciones, entrevistas, trabajo de archivo y de campo, que puedan construir un relato propio, logrando así una adecuada transmisión de la memoria”.

Asimismo, considera que también se da un fenómeno de “ritualización” de las efemérides que, en el formato escolar, tiende a burocratizarse. “Se convierte en algo un poco vacío en donde se hace difícil darle esa vida que tiene que tener para que los chicos se enganchen”, reflexiona.

Por su parte, Marina Franco, historiadora e investigadora del CONICET, sostiene que hay varias razones por las que ese legado generacional no permea en estos grupos. “‘Memoria, Verdad y Justicia’ se transformó en un discurso vacío para las generaciones más jóvenes menos politizadas. Podemos hablar del valor de la democracia, pero si la gente no tiene cómo comer, no tiene acceso a la salud o la educación de calidad, no hay una experiencia real de democracia”, argumenta a este medio.

Otra de las razones, según Franco, es que ese discurso quedó “demasiado asociado a una gestión política en la medida en que se produjo una polarización política muy fuerte y esa polarización -que no tenía necesariamente que ver con los años 70-, se llevó puesto también ese tema y mucho de lo construido en torno a los valores de verdad, memoria y justicia". "Es realmente una tragedia que eso no haya logrado una autonomía por fuera del kirchnerismo, al menos en muchos sectores de la sociedad”, lamenta.

"Podemos hablar del valor de la democracia, pero si la gente no tiene cómo comer, no tiene acceso a la salud o la educación de calidad, no hay una experiencia real de democracia”, sostiene Franco.

No es pero se parece

Uno de los temas más investigados por Garaño es el Operativo Independencia, una acción militar represiva desplegada en Tucumán contra los “subversivos”, durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón, un año antes de que se consolidara el Golpe. Leyendo sobre este suceso histórico, se encontró con varias palabras y frases que llamaron su atención: sacrificio, heroísmo, la vida por la patria, deseo de combatir la guerrilla. 

A partir de eso, analizó las condiciones emocionales y afectivas para el ejercicio de la represión política por parte del personal del Ejército Argentino durante la dictadura. ¿Se puede trazar un paralelismo con el rol de las fuerzas de seguridad actuales en hechos de represión? 

“Creo que es clave cómo juega esa dimensión más subjetiva, no tanto de los mandatos u obligaciones de las fuerzas, sino de las relaciones de lealtad que se van construyendo al interior, para pensar otros procesos de involucramiento con la represión ilegal, que también involucran deseos de venganza y de combate”, señala.

Además, destaca otro concepto, investigado a partir del Operativo Independencia, que podría cobrar sentido en el contexto actual: “Algo que analicé mucho es cómo el poder militar, en ese caso, montó un teatro de operaciones. En términos metafóricos, siempre me ayudó a pensar en las puestas en escena. Y ahí creo que el pasado nos ayuda a pensar cómo ese teatro muchas veces sirve para ocultar otras cosas”.

Franco también encuentra figuritas que se repiten. En su libro Fantasmas rojos: El anticomunismo en la Argentina del siglo XX, indaga en cómo la ideología anticomunista ha estado presente en nuestra historia sin interrupciones desde inicios del siglo XX. Allí, la construcción del comunista como enemigo es clave. Una representación que irá cambiando en el tiempo, sin perder la esencia.

“Hay un núcleo ideológico de derecha muy profundo, que es el que convoca Milei, que viene de muy larga data, con un discurso anticomunista. Ya existía, pero le están dando una nueva vida y en boca de gente mucho más joven. Eso es peligroso porque los viejos mecanismos sirven para crear nuevos enemigos. En la dictadura, el subversivo podía ser un militante político, pero también un estudiante universitario, una chica con minifalda, un hippie. Ahora, 'el zurdo de mierda' son las feministas, los ambientalistas, los kirchneristas”, explica.

“Cuando dicen que solo hubo Memoria, Verdad y Justicia para un bando no es verdad", asegura Garaño.

Retrocesos y desafíos

El año pasado, por el 24 de marzo, el Gobierno Nacional difundió en sus redes un video bajo el lema “Memoria, Verdad y Justicia completa”. Con el fortalecimiento de la ultraderecha en el gobierno, los discursos negacionistas parecen recrudecer. Para la historiadora e investigadora del CONICET, no se trata tanto de que hayan crecido sino de su mayor visibilidad. 

“Hay una elite muy ideologizada de derecha que reivindica la dictadura y habla muy alto. Están desde finales de la dictadura y ahora adquirieron capacidad de gritar y son muy visibles, pero no estoy segura de que tengan un real impacto social. Creo que todavía hay consensos básicos sobre este tema que persisten”, considera Franco.

Por último, esboza un análisis respecto del surgimiento de figuras como Milei en un país con mucha trayectoria en materia de políticas de Memoria. “Yo creo que la Argentina creyó que estaba a resguardo de la reaparición de pensamientos autoritarios. La realidad actual nos muestra la profunda sobreestimación que hicimos del poder de nuestra democracia, que se está cayendo a pedazos. Esto no es un regreso a la dictadura, pero es una destrucción en otro sentido y el desafío es frenarla”, enfatiza.

Garaño, por su parte, sostiene que ante la aparición de esos discursos, es importante responder con datos duros. “Cuando dicen que solo hubo Memoria, Verdad y Justicia para un bando no es verdad. A los familiares de los caídos en manos de organizaciones político-militares se les dieron ascenso postmortem, se los reivindicó públicamente, se sacaron libros, se hicieron homenajes, se dieron reparaciones económicas. Alfonsín dictó primero que se investiguen los crímenes de la guerrilla y después los de la junta militar”.

Para el investigador del CONICET, es importante remarcar que “hay un legado de no violencia” que debe persistir ante este contexto. “Tenemos que trabajar la capacidad de expandir las políticas cuando hay espacio y la de sostenerlas en momentos de retrocesos para mantener la llama de la Memoria sin que se apague”, concluye.