"Las nuevas tecnologías facilitaron la manipulación de imágenes, para bien y para mal"
El reconocido investigador y docente español analiza los nuevos modos de producción y consumo del cine y la forma en que se ha modificado el lenguaje a partir de los nuevos canales de comunicación.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)- Es uno de los investigadores españoles más reconocidos a nivel internacional por sus aportes en el terreno de la comunicación de masas, la historia y semiótica del cine y el cómic, entre otros campos.
En diálogo con Agencia CTyS, Román Gubern expuso su pensamiento sobre las diferencias entre la cultura visual y la cultura de la palabra y el debate acerca de los objetivos de la televisión. “La información debe ser lo más objetiva o instructiva posible y el entretenimiento lo más digno posible”, afirma el académico.
¿Cuál es su visión ante los lenguajes utilizados en los nuevos canales de comunicación, como mensajes de texto o chats? ¿Es sólo otro ejemplo de cómo las tecnología pueden cambiar el lenguaje?
Los correos electrónicos –por computadora o teléfono celular- tienden, por su facilidad y ubicuidad, a la graforrea, a la anorexia o a la bulimia textual, a nuevos sociolectos adolescentes, con una neografía muy sintética, en la que reconozco cierto mérito inventivo a los emoticones. Se ha puesto también fin a la tradición literaria de la “correspondencia amorosa”, tal como la conocíamos hasta hace medio siglo: el papel perfumado, los pétalos de flor dentro del sobre, la caligrafía primorosa, el recuadro en la parte inferior para estampar los labios enviando un beso virtual, etc. Y la facilidad de comunicación invita a la banalidad, por no mencionar las faltas gramaticales (sintaxis, etc.). Yo siempre recuerdo una carta de Abraham Lincoln a un senador que había sido descortés en una carta: “Si estuviéramos cara a cara ¿usted me diría lo mismo?”.
Mucho se ha hablado sobre la pérdida de lectores de los diarios de papel y un progresivo pasaje a una lectura en soportes digitales. ¿La historieta también ha sufrido este impacto?
El trasvase de los lectores de periódicos de papel a la pantalla es imparable en los países desarrollados. La historieta se ha visto menos afectada por la importancia de su sustancia figurativa y la arraigada tradición del coleccionismo de los ejemplares en papel.
¿Por qué sostiene que es una falacia pensar que la cultura de la imagen reemplazará a la palabra? ¿Y a qué cree que se debe que se haya impulsado y desarrollado esta idea, tanto en los medios de comunicación como en buena parte del sector académico?
El “homo loquens” nació hace unos 200.000 años y el “homo pictor” hace unos 40.000. Ambos son complementarios. La palabra favorece la abstracción, la comunicación conceptual. La imagen favorece la comunicación figurativa y sensitiva. Nunca podrá describirse satisfactoriamente con palabras el rostro de Angelina Jolie ni representarse con imágenes La crítica de la razón pura, de Kant. La palabra y la imagen pertenecen a categorías cognitivas y expresivas distintas. La densidad de nuestra iconosfera actual invita a los pseudiointelectuales a escribir estupideces.
¿De qué modo han impactado las nuevas tecnologías en las esferas de producción y consumo del cine?
Las nuevas tecnologías han impactado de modo ambivalente a nuestra mediasfera. Por una parte han facilitado, abaratado y democratizado la producción icónica. También han facilitado la manipulación de las imágenes, para bien (en términos de creatividad) y para mal (en términos de manipulación o falsificación de sus referentes). Y han introducido en el sistema la carcoma letal de la piratería.
En los últimos años se han desarrollado de forma exponencial las series estadounidenses. ¿A qué atribuye este éxito a nivel internacional del formato y cuánto cree que han heredado del cine?
El declive de las salas públicas para ver películas es un fenómeno universal, que se ha atenuado ligeramente con la economía que supone la fórmula de las multisalas/minicines. Pero la fórmula del “cine en el sofá” es ya mayoritario en los países occidentales, con variantes legales (la película emitida por televisión, el DVD comprado en un establecimiento comercial) o ilegales (el pirateado de la matriz audiovisual, en sus diferentes fórmulas). Para quienes hemos crecido con la liturgia compartida de las grandes salas, las nuevas formas de percepción del espectáculo suponen una degradación. Se puede ver sin gran merma una película intimista de Eric Rohmer o Woody Allen en una pantalla de minicine o en el televisor, pero no 2001: una odisea del espacio o Gladiador. Como lo sabían ya los amantes de la ópera: no es lo mismo escucharla en casa que su audio-visión en un teatro.
¿Cuál es su postura en cuanto al debate sobre los contenidos y objetivos de la televisión, en tanto que algunos creen que el único fin debe ser entretener, y otros consideran que debe educar y formar?
La televisión, como el cine, tiene diferentes funciones legítimas: las más cultivadas son la información y el entretenimiento, lo que hace años generó el neologismo “edutenimiento”. La información debe ser lo más objetiva o instructiva posible y el entretenimiento lo más digno posible. Pero hay otros géneros potenciales, como lo que en literatura se llama desde hace muchos años “ensayo” y en las artes plásticas “experimental”. Difícilmente las televisiones privadas asumirán estas propuestas, que lógicamente deberían ofrecer las televisiones públicas.
Román Gubern es historiador de medios de comunicación de masas. Es catedrático de Comunicación Audiovisual en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la que también ha sido Decano. Además, es Doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido presidente de la Asociación Española de Historiadores del Cine. Ha publicado Historia del cine (1969), El lenguaje de los cómics (1972), Cien años de cine (1976), El discurso del cómic (en colaboración con Luis Gasca, 1988), Patologías de la imagen (2004) y Cultura Audiovisual (2013), entre otros títulos.