La Revolución Roja, de Moscú a Buenos Aires
El doctor en Historia Hernán Camarero analiza el impacto de la Revolución Rusa en Argentina. Cómo lo reflejaron los medios, las redefiniciones de los partidos de izquierda locales y la aparición de una nueva cultura política.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)*- Dentro de algunos meses, los ojos del mundo estarán puestos en Rusia para seguir los avatares del Mundial de Fútbol 2018. Pero si hoy es Lionel Messi y la pelota los que atraen las miradas, cien años atrás era la Revolución bolchevique y la caída de los zares la que mantenía en vilo a todos los países. Y Argentina no fue ajena a ese fenómeno tan complejo como profundo.
Y ese, precisamente, es el objeto de estudio de Hernán Camarero, doctor en Historia e investigador del CONICET, en su reciente obra Tiempos rojos. El impacto de la Revolución Rusa en la Argentina (Sudamericana, 2017). Allí, analiza la influencia del proceso revolucionario en el país en términos políticos y sociales y las redefiniciones en los partidos de izquierda locales, entre otras cuestiones.
¿Cómo encontró la Revolución Rusa a la Argentina en términos políticos y sociales?
Muy poco tiempo antes, en 1916, había asumido el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, que llegaba con muchas expectativas de parte de los sectores populares y de parte de la clase obrera. No toda, porque en buena medida esta clase tenía orientaciones de izquierda, votaba al Partido Socialista o al anarquismo. El tema es que, desde que subió Yrigoyen, sufrió una constelación de huelgas y conflictos laborales muy intensos, como la Semana Trágica y conflictos en el Interior del país. Muchos de esos conflictos terminaron con represiones muy violentas, de parte de “guardias blancas”, como la Liga Patriótica Argentina.
¿Estos actores, como la Liga Patriótica, veían un vínculo con lo que sucedía en Rusia?
Claro, la lectura que hacían era que las huelgas eran ecos de los procesos ocurridos en Rusia. No por casualidad se hablaba y se denunciaban “complots soviéticos”. Y se denunciaba además un peligro “judeo-bolchevique”, ya que parte de los cuadros obreros eran de origen judeo-ruso, por lo que se agregó un componente antisemita. De alguna forma, fue una co-existencia entre el fenómeno internacional y lo que ocurría en Argentina.
¿Cuáles fueron los principales efectos de la Revolución a nivel global? Especialmente en relación a las ideologías y partidos de izquierda.
Todo lo que sucedió después de la Revolución de Octubre fue enormemente complejo, trastrocó el orden social y político en Rusia. Generó la aparición de una nueva cultura política, el comunismo, y se fundó, de hecho, la Internacional Comunista, que fue el intento de forjar un partido mundial de la Revolución. Por eso el historiador Eric Hobsbawm afirmaba que fue un impacto mucho más profundo que la Revolución Francesa de 1789, porque generó una nueva identidad política y llegó a los cinco continentes. Con la llegada de Iósif Stalin se burocratizó el régimen y también se burocratizaron los partidos comunistas del mundo.
¿Y cómo impactó este proceso en relación al trabajador y las ideologías o corrientes de pensamiento?
La identidad de la izquierda fue cambiando, pero siempre discutiendo el balance de la Revolución Rusa. Los partidos comunistas adhirieron a ese modelo, defendiendo a veces lo indefendible del régimen de Stalin, como las represiones. El partido Socialista encontró un punto de inflexión, planteando que la vía era las reformas graduales, y no la dictadura de un proletariado. El anarquismo, por su parte, primero miró con simpatía la revolución pero se negó a la idea de construcción de un Estado proletario, pedía otra alternativa. La Revolución Rusa, en definitiva, pateó el tablero de todas las identificaciones de izquierda.
¿Cómo reflejaron los principales diarios de la época el proceso de la Revolución?
Cuando estalla la Revolución en Febrero y la abdicación del zar, medios como La Prensa, La Nación, La Razón o La Vanguardia, diario del partido socialista, hicieron una cobertura inmediata. Lo pusieron en tapa, e inician una suerte de sección llamada “Revolución Rusa”, que siempre estaba en las primeras páginas. Inicialmente la mirada era muy positiva, todo el mundo estaba a favor de que se hubiera derrocado a un gobierno despótico muy impopular y entiende al fenómeno como un movimiento democrático que restablece la voluntad popular. Pero a medida que la revolución avanza, todo ese movimiento a favor se empezó a resquebrajar. Al llegar la Revolución de Octubre, con la propuesta de los bolcheviques de derrocar al gobierno provisional de Aleksandr Kérenski e instaurar una dictadura del proletariado, la mirada de los diarios es mayoritariamente de condena y de repudio, por considerarlo un golpe de Estado y sin el consenso popular.
¿Pero hubo un cambio de postura luego de este rechazo?
Sí, como el proceso de transformación fue tan profundo, tan radical, tan global, comienza a despertar expectativas nuevamente en sectores del movimiento obrero, de la izquierda. Incluso recibió el apoyo de Jorge Luis Borges, quien adhirió fervientemente a la Revolución. Nunca se definió como bolchevique, en todo caso como un anarquista, tal vez. Y los anarquistas también tenían su expectativa puesta en la Revolución.
*Entrevista cedida al programa Ciencia modulada de la Agencia CTyS-UNLaM, que se transmite por FM 89.1 de la Universidad Nacional de La Matanza y la Asociación de Radios Universitarias Nacionales (ARUNA).
Hernán Camarero es historiador, enseña Argentina III en la carrera de Historia en la UBA. Además, es investigador del CONICET y del Instituto de Historia Argentina y Americana Emilio Ravignani. Su especialidad es la historia social y política y es también autor de A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935 (Siglo XXI Editora Iberoamericana, 2007) y El Partido Socialista en Argentina. Sociedad, política e ideas a través de un siglo (en coautoría, Prometeo Libros, 2005).