“La argentinidad es funcional a un orden social”
El autor de “Genealogía de la Argentinidad” analiza cómo la identidad nacional nació y se utilizó como legitimación del orden social vigente.
¿Dónde está hoy el discurso de la argentinidad?
En la publicidad, el consumo y el fútbol. Hoy el ser argentino pasa por el turismo, por cómo vender Argentina: la argentinidad es el tango, las artesanías, la marca argentina, los vinos; una determinada estética. No tiene nada que ver ni con el patriotismo, ni con la nacionalidad.
¿Cómo podría resumir el concepto de argentinidad?
La argentinidad es una invención. Bunge mismo lo dice: “Tenemos que inventarnos una nacionalidad, construir un argentino ideal, adaptado al orden social”. Y, de acuerdo a la raza o clase, se tiene un horizonte limitado, y la nacionalidad debía hacer entender cuál es su lugar en el mundo y hasta dónde se podía pretender ser algo más de lo que había tocado ser.
En “Genealogía de la Argentinidad” crítica la obra de Octavio Bunge, ¿por qué?
Elegí a Bunge entre un conjunto de sociólogos positivistas de principios de Siglo XX, porque considero que está muy poco estudiado, prácticamente es un autor desconocido.
¿Y por qué sociólogos positivistas de principios del siglo XX?
Porque el término y el discurso sobre la argentinidad se producen en la época del centenario. Antes no se hablaba de argentinos; había una identidad provincial muy fuerte, pero, con la inmigración, aparecen los sociólogos positivistas que problematizan la pérdida de la nacionalidad. Sociólogos para esa época. En realidad venían de las ciencias médico-biológicas.
Pero Bunge era muy crítico del propio positivismo de su época…
Si, y por eso lo tomé, porque, sin dejar de pertenecer a la élite, y proponer la argentinidad para construir un orden social, lo hizo desde el margen de la clase dominante. Además hacia cosas para que lo que decía llegará a la gente. Escribía obras de teatro, publicaba en revistas populares y etc. Es muy interesante porque muchas de sus planteos están muy vigentes.
¿Cómo operaba esa argentinidad que, según su análisis, creo el discurso de pensadores como Bunge?
En nombre de la Patria, de la comunidad nacional, con metáforas organicistas: unos son el músculo, otros son el cerebro. Todos son importantes, pero unos nacieron para mandar y otros para obedecer. La argentinidad funcionaba como moldes para establecer jerarquías.
¿Cómo se plasma esa idea intelectual en el campo popular?
En políticas de estado. El Consejo de Educación, la higiene pública, la sanidad escolar, etc.
Si se basa en educación y políticas públicas, ¿por qué Bunge y no Sarmiento?
Bunge era muy crítico hacia Sarmiento. Decía que sus ideas de la educación popular fueron una política de estado correcta para la Argentina del Siglo XIX, pero que a partir de la inmigración el país había cambiado totalmente, y lo que había que construir no eran ciudadanos sino argentinos adaptados a esa república conservadora, y a ese modelo agroexportador.
Parece haber mucho del modelo de educación germánica en la obra de Bunge…
Bunge admiraba mucho el modelo que conciliaba las costumbres populares, con el orden militar prusiano. También la idea del patriotismo, el destino de grandeza, la gran Nación.
Entonces no todo es educación y políticas públicas…
No, también están el teatro, el circo, la novela sociológica, los diarios. En esa época, gracias a la alfabetización de Sarmiento, la lectura era algo muy común. Surgen novelas, las novelas sociológicas, que están dentro de este movimiento de educación patriótica, la cruzada patriótica.
Se entra en un dominio sobre la cultura popular…
Es una política de estado que se derrama a los sectores populares. Un ejemplo son los inmigrantes que, debido la enorme presión popular, crean los círculos criollos, que hoy conocemos como peñas, donde se juntaban para aprender a tomar mate, aprender el himno.
¿Hay algún sector social en el que haya arraigado más la idea de argentinidad?
Donde más se imprimió la argentinidad fue en la clase media, no en la clase obrera ni tampoco en la oligarquía, en la gran burguesía. Prendió en la clase media. Y a partir de ahí se reproduce.
¿Por eso subsistió al Peronismo, que prendió más en los sectores populares?
Hay que diferenciar los grandes procesos político-ideológicos de los procesos de construcción y reproducción del sentido común y los modos de ser cotidianos. En los discursos del peronismo están muy presentes ciertas cosas de Bunge. La cultura del trabajo, la aspirabilidad; el peronismo tiene algo de esa conciliación de clases, que los ricos sean menos ricos y que los pobres sean menos pobres.
Sin embargo, en los 70 un sector del peronismo rompe esa idea de conciliación…
Bueno, justamente, los fenómenos del ’70 tienen que ver con cambios muy profundos que se dieron en la clase media. La clase obrera siempre fue combativa; por eso la dictadura eliminó las fábricas. Pero lo que le da a los ’70 ese giro es que, por primera vez, sectores importantes de la juventud de clase media se articulan con la clase obrera y con las luchas de los trabajadores.
¿Por eso la dictadura retoma los discursos del positivismo?
La dictadura vuelve a las fuentes, reactualiza un montón de discursos de la época del centenario. No con las escuelas, pero es la misma matriz normal-anormal, de quién se adapta y quién no.
Usted mencionó que hoy la argentinidad no tiene nada que ver con lo que fue originalmente, ¿a qué se debe ese cambio en los soportes donde se instala la argentinidad?
Tiene que ver con un proceso de reestructuración en los 90 que es nacional pero a la vez global, y expresa una nueva forma de construcción de la subjetividad.
La modernidad líquida de Bauman…
No acuerdo mucho con él pero digamos que es esa sociedad de consumidores de la que habla, aunque no creo que ahora no importe más la producción, no haya más obreros y todo el mundo sea posmoderno. Todo ese espectáculo está porque hay gente que sigue explotada, produciendo bajo los estándares de la sociedad de productores.
¿Cómo es el abordaje de la cátedra de Sociología de la argentinidad?
La cátedra nació en el 2005, y es la única en el país con ese enfoque. Hay cátedras de historia del pensamiento, historia de las ideas en Argentina, pero nuestra perspectiva teórica es distinta. Somos sociólogos y trabajamos con Foucault y los post estructuralistas franceses. Y, aunque no hablamos del pasado recurrimos a él para entender el presente y ver los procesos sociales de construcción de la subjetividad y de las formas de ser, que son nuestro objeto de estudio.
En este marco, ¿cuál sería la función de una sociología de la argentinidad?
Pensar la actualidad desde las prácticas más cotidianas, tratar de ver cómo somos y descubrir que no hay una esencia, que somos un producto, funcional a una forma de reproducción del orden social. Hacer pensar; no decir como debería ser. Y eso quizá nos permita pensar a la Argentina fuera de esta eterna ciclotimia de las grandes frustraciones de las luchas populares.
El autor es Sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Titular de la Cátedra de Sociología de la Argentinidad (UBA). Investigador del Instituto Gino Germani. Director de la investigación "La lógica de la argentinidad".
Entrevista realizada por Javier D'Alessandro.