Feminismos, cómo traspasar la pantalla
La investigadora de CONICET Valeria Hasan analiza la irrupción histórica de la agenda feminista, con la lucha por la despenalización del aborto y contra las violencias machistas como sus principales banderas, en los medios y en la política. Claves de una demanda que se hizo cuerpo en las calles.
Carolina Vespasiano (Agencia CtyS-UNLaM) – El proyecto de Ley para la legalización del aborto obtuvo, después de una jornada maratónica, su media sanción en el Congreso. Una incontable marea de mujeres de todas las edades y clases sociales fue testigo, garante y protagonista de ese suceso que, años atrás, parecía imposible.
La agenda feminista desbordó sus trincheras y logró que sus contenidos circulen por una sociedad ya preparada para escuchar y debatir. La Doctora en Ciencias Sociales e investigadora de CONICET, Valeria Fernández Hasan, en una charla con Agencia CTyS-UNLaM, celebró el arribo de estos temas a los medios y la política, aunque advirtió que aún se deben repensar las estrategias para sortear las arenas movedizas del discurso dominante.
-¿Qué factores permitieron la irrupción de la despenalización del aborto a la sociedad, la política y los medios?
Es aventurado dar una respuesta cerrada. Estos procesos pueden evaluarse más acertadamente a la distancia, cuando podemos verlos más desapegados de la propia emoción, como objetos de estudio. En principio, creo que la apropiación del tema por parte de sectores muy diversos de la sociedad como no había pasado antes hizo que podamos decir “este es el momento”. El asunto salió del gueto. Las adolescentes y jóvenes se adueñaron del tema y acompañaron dándole una visibilidad convirtiéndolo casi en “moda”. En esto los medios hicieron lo suyo. El rol de la televisión fue fundamental. Voces populares como Rial, sus panelistas y sus invitadas al piso le dieron a la problemática calidad de “tema del día” por muchos días, algo inédito para el feminismo. Fue fundamental también el papel de las voceras elegidas: las feministas históricas cedieron lugar a las feministas mediáticas. El hecho de hablar en cámara en el mismo idioma de las audiencias fue clave para que el tema ingresara generando identificaciones en mujeres que no tienen militancia.
¿Qué repercusiones tiene en los discursos de la sociedad y cómo ha impactado en los medios?
Por otro lado estamos viendo un corrimiento muy interesante en las mismas trabajadoras de los medios. Esto comenzó a notarse en los días previos al #8M y en estas semanas de tratamiento de la ley de legalización del aborto esto se consolidó. Las trabajadoras de prensa de los medios comunitarios y contrahegemónicos en general, históricamente participaron como actoras claves de los feminismos pero las periodistas de los medios hegemónicos se mantenían, salvo contadas excepciones, al margen. Estamos viendo, precisamente en relación al aborto, una participación inusitada de las mujeres en/de los medios que saltando las vallas de lo políticamente correcto han resultado aliadas sorpresivas en la difusión y comunicación de todo lo sucedido con el tema aborto.
-¿Qué lectura hace respecto a estos tiempos en los movimientos de mujeres?
Para el movimiento de mujeres es un tiempo de gran sacudida. Hace 13 años, cuando un puñado de feministas dieron forma a la Campaña por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito, era muy difícil de imaginar que, efectivamente, llegaría este momento. No me refiero solamente a la posibilidad concreta de tener una ley de despenalización y legalización del aborto en Argentina. Me refiero a este ensanchamiento del movimiento en nuestro país. A la enorme cantidad de adolescentes y jóvenes transformando nuestras prácticas y nuestro lenguaje, a ver agotada la entrega de pañuelos verdes en cada encuentro público, a la salida de la clandestinidad del tema aborto, a la visibilidad concreta de una agenda de temas que no pasaban de nuestra pequeña colectiva, de la comprobación de que es posible una forma diferente de hacer política.
-¿Qué rol ocupan las redes en los movimientos de mujeres?
A partir del primer Ni Una Menos en 2015, el uso que se le da a las redes sociales para hacer el establecimiento de agenda hacia los otros espacios públicos ha sido verdaderamente estratégico. Lo que hemos visto en el pañuelazo del 19 de febrero en la plaza del Congreso fue una trasposición de lo que sucedió ese mediodía con el twittazo. Tener más de 100 mil tweets entre las doce y las catorce, que rápidamente se convirtió en trending topic, está hablando de que twitter es una herramienta muy poderosa para establecer un tema en el espacio público y eso no puede ser desoído. Creo que lo interesante de esto es haber podido demostrar que nuestra sociedad sí está en un momento en el que temas como el aborto pueden ser debatidos e instalados. El formato que permite twitter es un formato de la controversia pero que también puede invitar a muchas personas, desde el activismo virtual, a meterse de lleno en el espacio público.
-Las redes canalizan demandas que los medios no replican.
Los medios hegemónicos responden a las ideas hegemónicas, a lo que el gobierno está imponiendo como agenda, y las redes sociales van por los carriles que impone la agenda de los distintos contrapúblicos. Acá el contrapúblico feminista dijo “esta es nuestra agenda y esto es lo que nos interesa debatir”. En este caso, la salud de las mujeres. Los feminismos se comportan como un contrapúblico en tanto establecen un contradiscurso claro dentro de los discursos hegemónicos. Lo viene haciendo desde sus propios discursos establecidos en espacios propios, medios de comunicación, periódicos, programas de radio, y lo hacen también a través de algunas voces que logran ingresar por las fisuras que tiene el sistema en los medios hegemónicos o como voceras a través de algunas políticas que logran ser escuchadas.
-¿Qué reflexiones hizo a partir de la participación de referentes e intelectuales feministas en medio de comunicación?
Nuestras temáticas, en general, son tratadas entre académicas y entre activistas, entonces, digamos que bajar los contenidos y las discusiones a un público amplio no es una cosa sencilla. No obstante, hay que tener ciertos recaudos, por ejemplo, preguntarnos hasta qué punto no se vacía de sentido nuestros temas, y hasta qué punto no dejamos que los grandes medios banalicen y hagan que nuestras grandes banderas sean chupadas por el sistema. Hay que aprender a lidiar con estas reglas de juego. Tenemos que repensar, también, quiénes son nuestras voceras, de qué manera podemos decir lo que queremos decir para que todos y todas puedan entenderlo y, a su vez, preguntarnos si, quienes trabajan en los medios, pueden ser buenos representantes de lo que decimos.