Estudian el impacto de la pandemia en adultos mayores
Docentes e investigadores de la Facultad de Psicología de la UBA analizan aspectos psicosociales de este grupo etario en el contexto del coronavirus y el distanciamiento social. Los estados de ánimo, las posturas frente a las vacunas y la importancia de considerarlos sujetos de derechos, entre las claves.
Agencia CTyS-UNLaM- Investigadores y docentes de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires estudian los aspectos psicosociales de las personas mayores en pandemia. Con metodologías cuanti y cualitativas, analizan, desde el inicio de la cuarentena, cuestiones como los estados de ánimo y las preocupaciones, las redes de apoyo y de contención y las posturas frente a las vacunas en la población de esa franja etaria.
“A la hora de pensar en políticas del cuidado, lo importante es que se tenga en cuenta que las personas de la tercera edad son sujetos de derecho, y no objetos a cuidar. Es decir, son personas que toman sus propias decisiones, más allá de su edad”, señaló a la Agencia CTyS-UNLaM Mariana Mansinho, docente de la cátedra de Psicología de la Tercera Edad y Vejez e integrante del equipo de trabajo.
Uno de los puntos en que se centra, actualmente, el trabajo del grupo son las opiniones de esta población ante la vacuna. “Realizamos una encuesta, en febrero de este año, a unos 270 individuos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que pertenecieran a esta franja etaria. Y hubo un gran porcentaje- alrededor de un 73 por ciento- que manifestó estar muy de acuerdo o bastante de acuerdo con aplicarse la vacuna”, compartió Mansinho, quien es licenciada en Psicología y especialista en gerontología comunitaria e institucional.
“Entre las justificaciones que aparecen para darse la vacuna, una de las que más se repite es la de la confianza y la seguridad, ya sea en la comunidad científica, por el reconocimiento de entes como el ANMAT o porque es lo que está siendo recomendado”, amplió, al tiempo que señaló también la predominancia entre las respuestas de “generar inmunidad” y “poder salvar vidas”.
A su vez, uno de los aspectos que quedó más relevado entre los adultos mayores que no se darían la vacuna fue tanto la falta de información como la desconfianza, la incertidumbre, las contraindicaciones y las dudas ante el funcionamiento. “Si bien la gran mayoría expresó sus deseos de vacunarse, es interesante siempre analizar los por qué de esa decisión, así como las razones para no hacerlo. Muchos factores sociales están jugando allí”, consideró la especialista.
“Es importante seguir estudiando estas cuestiones en torno a las vacunas, no sólo para analizar expectativas, miedos y deseos, sino también para ver qué impacto puede tener todo este proceso en sus actividades cotidianas y qué estrategias tienen para recuperar, aunque sea, un poquito de la ‘vida anterior’, por llamarlo de alguna manera. Todavía nos quedan muchos aspectos por estudiar”, amplió.
Autonomía en las decisiones
Mansinho consideró que, a partir de la situación de pandemia iniciada un año atrás, volvieron a surgir las posturas sobre la vejez ligadas, únicamente, al detrimento físico. “Cuando la gente piensa en alguien de la tercera edad, automáticamente, lo asocia con características negativas: el déficit, el deterioro, la imposibilidad física, la dependencia…Entonces, se homogeniza una etapa vital que es sumamente heterogénea”, remarcó la académica.
En este sentido, Mansinho señaló que, dentro de la gerontología, “no se habla de vejez, sino de vejeces, porque son productos de trayectorias donde hay muchos eventos que influyen en el proceso de envejecimiento. Entonces, si bien hay puntos en común, son muy diferentes entre sí”.
Estos aspectos distintos incluyen, por ejemplo, que las necesidades y los recursos con que cuenten sean muy diferentes en cada individuo. “Más allá de compartir el grupo etario, no es igual si alguien vive solo a que si vive con alguien, si tiene independencia para moverse o, incluso, si hay un adulto mayor que cuida a otro adulto mayor, como puede ser sus padres, sus parejas, algún familiar, etcétera. Son heterogeneidades que no siempre se tienen en cuenta”, analizó.
Para la integrante del equipo, una de las claves a la hora de pensar en políticas públicas y en tratar el tema desde los medios de comunicación es no partir de la idea de adultos mayores como personas que han perdido su autonomía. “Muchas veces, la base de la que se parte es que son personas que no pueden decidir por sí mismas y, entonces, alguien tiene que tomar la decisión por ellos. Se cae en una actitud más paternalista, o de infantilización de los adultos mayores”, remarcó.
Mansinho planteó, a su vez, que la llegada de la pandemia obligó a repensar y a debatir en torno a qué concepción de salud se maneja, especialmente cuando se toman decisiones desde las políticas públicas.
“Desde ya, la pandemia fue una situación sumamente compleja, donde hubo que reaccionar lo más rápido posible y donde, en muchos aspectos, aún nos estamos adaptando. Pero, en estos temas, se puso en evidencia que, muchas veces, se trató a la vejez sólo desde el lugar de lo biológico –el riesgo de enfermar y de morir-, dejando de lado tensiones como la salud mental, los contactos sociales y la soledad, entre muchos otros”, concluyó la especialista.