Eliseo Verón: un vasto y lúcido legado para la semiótica y la sociología
La Magíster en Análisis del Discurso, Adriana Callegaro, reflexiona sobre el aporte del autor a los estudios de comunicación y su productiva metodología de probada eficacia en los discursos provenientes de los medios masivos.
Adriana Callegaro (especial para Agencia CTyS) - Eliseo Verón ha sido un referente ineludible para todos los que venimos trabajando en semiótica discursiva. Su partida, como siempre ocurre con la muerte, nos encuentra desprevenidos, y nos sorprende, inesperada.
Su obra extensa y su mirada sobre discursos variados es una prueba de su intensiva labor para sostener fundamentos teóricos que, una y otra vez, encontraban justificación en significativos “paquetes textuales” con que comprender la cultura y la sociedad.
Tuve la suerte de conocerlo personalmente y de escuchar sus observaciones en un seminario del doctorado en Ciencias de la Comunicación. Sin embargo, elijo sentirlo eterno y siempre presente en la lectura de sus textos y sus análisis que sintetizaron la herencia saussureana desarrollada por la semiología francesa y los abordajes provenientes de la semiótica peirceana.
Nos queda, para siempre, su propuesta para leer la sociedad en los discursos sociales, red significante infinita por donde circula la producción de sentido, las relaciones entre los discursos, la ideología y el poder. Su metodología para llevar a cabo una verdadera semiología aplicada probó su eficacia en el acercamiento y lectura de textos diversos y heterogéneos: el discurso político, las revistas femeninas, los semanarios modernos, los comportamientos en la pantalla televisiva y hasta las estrategias de elección presidencial de Mitterand.
En mi actividad docente, como en mi trabajo de investigadora, recurrí y recurro de manera permanente a sus textos, que se han convertido en referentes canónicos por la probada eficacia de su método, sobre todo, en el interés de los discursos provenientes de los medios de comunicación masiva.
Verón ha logrado articular, en un verdadero trabajo interdisciplinar, la noción foucaultiana de formación discursiva, la lógica abductiva del concepto de semiosis infinita y las premisas de la teoría de la enunciación. Sus trabajos de abordaje a los textos, como un entramado de signos logo- icónicos inseparables de sus condiciones inmanentes de producción como de sus determinantes interdiscursivos, dan cuenta del modo como la sociedad construye la realidad en la que cree y las representaciones con que guía su praxis.
Su desaparición nos reencuentra con su obra vastísima y perenne, lúcidamente atravesada por las líneas más importantes de la semiótica, la semiología y la sociología modernas.