El nuevo rol de la antropología en el siglo XXI
Del análisis etnográfico y la persecución política de sus profesionales al enfoque social de la actualidad. La incorporación de esta disciplina en los estudios escolares “permite acceder a una visión más comprensiva del género humano”, señala Diana Milstein, antropóloga social.
Agustina Fuertes (Agencia CTyS) - En un principio, la antropología buscaba reconstruir las intrigantes dinámicas de las sociedades pasadas a través del estudio del hombre como protagonista de una cultura colmada de procesos históricos. Por esto, durante el siglo XX, se dedicaron a investigar sobre física, biología y arqueología desde el positivismo para interpretar la realidad. Hoy, la sociedad evolucionó y sus objetivos cambiaron.
En entrevista con la Agencia CTyS, Diana Milstein, Doctora y Magíster en Antropología Social, docente y Secretaria de Investigación del Departamento de Salud de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) asegura que, en un comienzo, los antropólogos “trataban de clasificar objetos y prácticas de tipos raciales y étnicos, y buscaban los restos que les permitían reconstruir aspectos arcaicos anteriores a la vida moderna”.
En épocas más recientes, la perspectiva de estos investigadores – antropólogos biológicos y arqueólogos- se orientó hacia un enfoque más totalizador sobre problemáticas tales como el terrorismo de Estado en Argentina y América Latina, debido a que sus estudios tenían una mayor difusión por su aporte para la interpretación de estos procesos tan relevantes históricamente.
Un nuevo vínculo con la sociedad
Abriéndose paso en un difícil mundo académico, la antropología social se dio a conocer en los años ‘60s y fue una de las disciplinas más obstaculizadas y reprimidas por las distintas dictaduras militares. Por esta razón, muchos profesionales debieron exiliarse y terminar sus estudios fuera del país, para luego regresar y continuar con sus líneas de investigación.
En 1982, se realizó el primer Congreso Argentino de Antropología Social en Posadas y, allí, se sentaron las bases para el desarrollo académico enfocado en distintas direcciones, como los estudios rurales, de educación y salud. “Este conjunto de investigaciones estuvieron centradas en las problemáticas sociales y culturales del momento y la mayoría desarrolló trabajos de campo en nuestro país”, afirma Milstein.
A través del tiempo, el rol del antropólogo se ha ido modificando para crear nuevos conceptos y abrir distintos interrogantes socio-políticos, económicos y culturales desde un enfoque intercultural. Hoy, cumplen una función destacada como promotores comunitarios, como investigadores y también en las escuelas, donde su labor docente resulta clave.
La incorporación de esta disciplina en los estudios secundarios y terciarios, “permite acceder a una visión más comprensiva del género humano y de las relaciones sociales, para poder superar visiones etnocéntricas que refuerzan las relaciones de asimetría y desigualdad social”, subraya la especialista.
Como ejemplo, la doctora distingue la importancia de esta currícula en la carrera de medicina del Departamento de Salud en la UNLaM, la cual “representa un aporte hasta el momento sin precedentes en la educación médica en Argentina, lo que implica un cambio en la concepción y en los fundamentos de la formación del profesional médico donde se integra lo biológico, lo social y lo cultural y se da lugar así a una visión abarcadora del ser humano y de la salud”.
La labor de los antropólogos hoy es cada vez más reconocida en Argentina, y esto “colabora en la definición de problemas locales, en la afirmación de identidades y sobre todo en la visibilización de grupos sociales subalternos existentes en la vida social actual”, concluye Milstein.