El hilo rojo que une experiencias
Ornela Barone Zallocco, becaria del CONICET, analiza las visualidades y aseveraciones en torno al ciclo menstrual desde las narrativas autobiográficas para repensar los contenidos de la Educación Sexual Integral. Los ejes de una mirada integral para hablar de la menstruación en las aulas.
Marianela Ríos (Agencia CTyS-UNLaM) - Cuenta la leyenda asiática que hay un hilo rojo que une a aquellas personas que están destinadas a encontrarse. Lejos de este tipo de relatos, la menstruación también se inscribe en la sociedad como una historia llena de mitos de larga data, como un hilo rojo que conecta personas, lugares y testimonios. La vergüenza, el miedo y la falta de información son las claves de las vivencias atravesadas por las personas menstruantes, especialmente en las escuelas.
Para Ornela Barone Zallocco, becaria doctoral del CONICET e integrante del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias en Educación de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), recuperar esas experiencias es central. “El relato de una persona que se manchó en la escuela y cuenta en primera persona que tuvo miedo o se sintió avergonzada tiene otra potencia. Me parece interesante tomar esa dimensión de la vivencia situada, donde se habilitan otras percepciones y se desplaza el uso tradicional de los datos cuantitativos”, explica en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
El abordaje del ciclo menstrual ganó terreno en las aulas a partir de la sanción de la Ley 26.150, que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) en 2006. Sin embargo, los primeros manuales comenzaron a distribuirse en 2010. “Analicé los cuadernillos que se publicaron en estos últimos años. Pero, por ejemplo, en Necochea todavía no han llegado. Tienen los de 2013 y esto es importante remarcar porque hay una brecha teórica y epistemológica muy grande”, destaca.
Según las observaciones de Barone Zallocco, si bien estos últimos manuales reflejan “mejoras en el tratamiento del tema” en comparación a las primeras ediciones, hay varios ejes a reflexionar. “La menstruación aparece en una doble página y, en la primera presentación, se la menciona como un sangrado, lo que refiere a un orden lineal, a un momento y no como un ciclo de ovulación que incluye el sangrado”, explica.
En esa línea, sostiene que, al estar explicado desde una mirada biomédica centrada solo desde el sistema reproductivo, no es concebido como parte de “un proceso integral del organismo”. “No se hace referencia a que el ciclo menstrual tiene relación con los pulmones, el hígado o, incluso, con nuestras emociones. Y esto se ve claramente cuando atravesamos una situación de mucho estrés y no menstruamos”, ejemplifica.
Por otro lado, la becaria del CONICET califica como positivo que se evidencie la conceptualización de la menstruación como un tema tabú, aunque reconoce que no se da lugar a la explicación sobre de la estructuralidad del problema, es decir, desde dónde se construyen los prejuicios que operan en torno a eso. También, destaca la mención a los registros menstruales como una alusión a la categoría autobiográfica. “Incorpora un aspecto que tiene que ver con la autopercepción que me parece muy interesante y, al mismo tiempo, suman desde los visual una imagen que refleja otro género, pero es mínima porque no se menciona que hay varones trans y no binaries que también menstrúan”, aclara.
Menstruar es político
En los últimos años, se presentaron 16 proyectos de ley sobre Gestión Menstrual. Al día de hoy, 13 de ellos perdieron estado parlamentario y tres no tienen tratamiento en comisión. La falta de reglamentación genera un vacío de datos oficiales que imposibilitan saber, por ejemplo, la carga económica que implica menstruar. Sin embargo, no es la única.
“Con incorporar la dimensión económica no basta, porque hay muchas categorías que se ponen en juego que son fundamentales, como comprender el ciclo menstrual como un proceso orgánico, fisiológico pero también político. Hay que trabajar tanto en espacios públicos como familiares, dejando de creer que es un asunto íntimo y privado, que hay que resguardar”, asegura Barone Zallocco.
El ocultamiento forma parte de la retórica y la práctica que circula en torno a los hábitos de la menstruación. Para la investigadora de la UNMDP, “eso que no se nombra es construido a partir de eufemismos, como ‘me vino’ o ‘Andrés’”. “Es fuerte lo que opera en ese sentido, porque es algo que tenés que ocultar, pero a la vez genera una cierta proyección de ya poder ser ‘señorita’, expresado en términos de reproducción”, advierte.
En pos de dejar atrás la linealidad del mensaje y repensar los contenidos de los manuales oficiales en clave de género y con una perspectiva integral, la becaria del CONICET sostiene que es necesario analizar en las aulas “qué tipo de fuerzas entran en tensión en estas narrativas” para romper efectivamente con el discurso tabú.
“Espero que, con los años, esto vaya cambiando. Hoy queda a voluntad únicamente del docente, porque no hay materiales para que eso se modifique. En este contexto, no es extraño que 13 proyectos hayan perdido estado parlamentario. Así se construye un correlato con todo el trabajo que falta, que es mucho”, concluye.