Del fair play a la construcción de identidades juveniles
De la mano de los capitales y la cultura inglesa heredamos el fútbol. Pero los sectores populares le incorporaron “la guapeza de la calle y algo de picardía”. En su libro “Historia Social del Fútbol” (Siglo XXI Editores), el doctor en Historia Julio Frydenberg analiza el surgimiento de este deporte.
Gaspar Grieco (Agencia CTyS) – Futbolero, hincha de Independiente, Julio Frydemberg cuenta cómo surgió el fútbol en Argentina mientras mira de reojo el televisor del bar del barrio de Belgrano que transmite un partido del club Nueva Chicago, por el que también simpatiza.
Mientras revuelve su café, cuenta que realizó su investigación leyendo la prensa popular de las décadas de 1920 y 30, como los diarios La Argentina y Crítica, además de contar con otros documentos. Luego, durante la entrevista, explicará cómo el fútbol pudo convertirse en el espectáculo que es hoy y qué impacto tuvo en los jóvenes de los sectores populares.
Si el fútbol en Argentina empezó a ser practicado por una elite acomodada de los colegios ingleses, ¿Por qué rápidamente fue apropiado por los sectores populares?
La mayoría de los deportes se generaron en Europa a fines del siglo XVIII y principio de XIX. De la mano de los capitales y la cultura inglesa vienen estas prácticas, algunas de ellas adoptadas por la elite criolla y otras por los sectores populares.En el caso del fútbol, la elite criolla mucho no se interesó aunque fueron los primeros en practicarlo en los colegios ingleses. Tal vez el pasaje de la elite a lo popular parece raro pero no lo es tanto. Las razones son un tema abierto, yo personalmente creo que hay tres razones: una tiene que ver con que los profesores ingleses que en sus escuelas educaban a sus alumnos en la práctica de deportes, les gustaba más el futbol. Así fue que organizaron las primeras ligas. La segunda tiene que ver con preguntarnos por qué razón el fútbol es el deporte más popular. Y el último punto tiene que ver con los sectores populares. Yo trato de estudiar qué le paso a ese grupo de jóvenes que adoptaron la práctica del fútbol muy fervorosamente, como militancia, con la pretensión de pertenecer a la liga oficial inglesa.
También se menciona en el libro que los jóvenes de los sectores populares encontraron una identidad dentro del fútbol. Además, entraron en el juego la representación del barrio y la guapeza.
La cuestión del barrio es posterior, yo hablaría de los vecinal o lo territorial porque la palabra barrio es a partir de los años 20. No es lo único, porque también hubo jóvenes que formaron equipos que eran empleados de tiendas, aunque finalmente termina siendo lo convocante. La construcción identitaria de ese grupo de jóvenes pasó por el fútbol, pero yo creo que no es ninguna ley; pudo haber pasado por cualquier otro lado. Es cierto que el deporte, en general, y el futbol en particular, sirve para estas cuestiones de generación de identidades porque, va de la mano de la constitución de rituales, ya sea en la práctica como en el espectáculo. Existen pequeños y grandes rituales; sirvieron a los fines en que los jóvenes construyeran su identidad, sin darse cuenta, en base al fútbol. El fútbol vive mediado por rituales, por lo tanto siempre hay construcciones de identidades colectivas.
De ese modo también comenzó la futbolización de las instituciones…
Eso ocurre en la segunda década del siglo XX, cuando las parroquias y el Ejército organizan sus ligas futbolísticas. El punto de llegada es que en los 20 aparece el fenómeno de que el fútbol es una práctica universalmente masculina, casi obligatoria, cosa que no pasa hoy. Desde los 20 hasta los 80 es una dominancia casi absoluta del fútbol en el ámbito masculino.
En el libro se menciona que al principio primaban los valores del fair play y la caballerosidad deportiva, pero luego eso cambió. ¿Este cambio responde a la defensa del barrio como valores de pertenencia e identidad?
Sí, donde se ve más la cuestión del fair play es en la etapa inglesa; después, en Argentina no se ve tanto fair play. El fair play es algo aprendido, son valore y códigos que uno aprende y los ingleses lo aprendían en la escuela. En cambio, a los jóvenes de los sectores populares argentinos nadie les enseñó, porque en la escuela no aprendían deportes, ellos aprendieron mirando y luego lo amasaron con valores de la calle. En ese amasado se forjó algo mixto que tiene algo de fair play, algo de la guapeza de la calle y algo de picardía. Con todo eso se jugaba al fútbol. En la medida en que el fútbol se populariza, empieza a ser diferente.
¿Cree que la creciente urbanización y la gran inmigración de los años 20 fue lo que alentó la masificación del fútbol?
En la medida en que las identidades son territoriales en los inicios, en el universo del fútbol, los clubes defienden el honor de un barrio, aunque haya hinchas de ese club en sitios muy alejados. Esto empieza en los años 30, donde Boca, River y otros pocos equipos tenían sus hinchas a lo largo y ancho del país. Esto empezó con la prensa popular de los años 30, particularmente con el diario Crítica. Las identidades también tienen que ver con los medios, porque lo medios arman identidades y también está la cuestión de los rituales.
Entonces, Crítica cumplió un rol muy importante en la creación del fútbol como espectáculo…
Es uno de los elementos que llevaron a la constitución de un espectáculo más o menos tal como lo conocemos ahora. Crítica, una de las cosas interesantes de ver, es que anunciaba los partidos sobre la base de alimentar la rivalidad; no apelaban a “venga a ver buen fútbol”. Hay una versión de la historia del fútbol que dice que antes de los 30 (prefesionalización) todo era hermoso, no había violencia. Esto demuestra que no es así porque había partidos suspendidos, episodios de violencia y hasta piedrazos que los jugadores devolvían. Tal vez no había muertos, pero había violencia y la prensa estaba involucrada en la rivalidad. El problema es que la rivalidad puede ir de la mano de otros valores como la enemistad, e incluso, que la rivalidad se exteriorice por fuera del evento deportivo.
En el libro, usted afirma que el deporte sólo fue posible en una sociedad individualista como la contemporánea, por que la existencia de leyes para todos reproduce el principio ético burgués ¿Podría explicar esta afirmación?
El fútbol fue una creación inglesa y, por lo tanto, reproduce el formato de buena parte de los contratos que existen en buena parte de ese país. Uno de ellos, tal vez el más importante es el apego a ciertas leyes. El deporte, sin ninguna duda, es una práctica que permanentemente pone en juego cierta legalidad. Si no hay un orden que haga que ese reglamento se cumpla es imposible el deporte, no existe. Siempre hay leyes, sino, no hay deporte. Una de las esencias del deporte es cómo hacer para, respetando las leyes, derrotar al adversario. Otro tema importante es, citando al antropólogo Christian Bromberger, que cada vez que vemos deporte ponemos en práctica la noción de justicia que tenemos. La noción de justicia y la performance en el deporte reubica a los actores en distintas posiciones sociales. Eso no hace más que reproducir lo que vivimos todos los días. Esta es una ciudad jerárquica. En el deporte pasa lo mismo, tiene la facultad de que el chico le gane al grande, sobre todo en el fútbol. Además, no hay ninguna ley que establezca que a los equipo grandes no les pueda ocurrir un desastre, recordemos que River e Independiente se fueron a la B.
Antes de la profesionalización del fútbol, los jugadores hicieron una huelga para pedir el pase libre entre los clubes. ¿Se puede decir, entonces, que la profesionalización surgió de la protesta social?
Yo intento decir que no. Sí, de manera indirecta, porque los jugadores no pidieron la profesionalización; las razones primigenias a veces migran a lugares imprevisibles. En la medida en que había problemas en el fútbol los dirigentes y los políticos supusieron que profesionalizando iban a calmar esos conflictos, lo cual sucedió. El pase libre es una reivindicación imposible de ser ganada por los jugadores. Ellos no pueden hacer lo que quieran ni ir a los clubes que quieran.
Existe un mito que postula que el fútbol argentino nace en los barrios humildes, sin embargo, teniendo en cuenta que surge de los colegios ingleses elitistas, esto no es así...
El descubrimiento lo hace el antropólogo Eduardo Archetti. Trabajando con la revista El Gráfico observa que en el año 1928 aparece por primera vez este relato mítico de un tipo de jugador jugando a un estilo determinado de juego criollo. En los 50 y 60 se hablaba de un estilo propio llamado “la nuestra” que era el deber ser del fútbol argentino y tiene que ver con el chico de origen humilde de las barriadas que gambetea, es individualista y maradoniano. Aquí entra este mito de la supuesta edad de oro, donde se supone que el fútbol nació jugado así. La revista El Gráfico fue la que fogoneó ese estilo y fue un discurso dominante por décadas. Yo creo que hubieron tres grandes modelos en nuestro fútbol: uno es ese, el segundo modelo es el del fútbol europeo, que es lo que se llamó el fútbol de los sistemas, que es colectivo, de ocupar espacios, etc. El tercer modelo, es el viril, el modelo del guapo, que nunca fue políticamente correcto desde el periodismo. Es la garra, ganar como cueste. No se puede jugar en Argentina sin ese condimento porque se jugó siempre así y, además, es un pedido por parte del hincha.