A 200 años del primer grito sagrado
El 11 de mayo de 1813, se aprobó el texto del Himno Nacional Argentino. Escrito por Vicente López y Planes y, su música, por Blas Parera, es la primera canción patriótica de Latinoamérica. Tras acortarse su versión original, fue usado como sello musical por todas las dictaduras del S.XX. Hoy, las variadas versiones populares le devolvieron, a la gente, el entusiasmo por cantarlo.
Por Cecilia Laclau (Agencia CTyS) - ¿Qué pueden tener en común Vicente López y Planes, Blas Parera, Juan Pedro Esnaola, Charly García y Gustavo Santaolalla? La respuesta está inmersa en la historia de la canción del “Oíd mortales”, como se conoció por primera vez al Himno Nacional Argentino.
Si pudiera haber algo más emocionante que formar parte de un grupo de gente que logra la independencia del pueblo en el que vive, debe ser la de forjar cada uno de los símbolos que usará ese pueblo de allí en más. Tal vez, un poco de aquel entusiasmo se vuelve más cercano cuando se escucha el himno tocado por un siku, un charango, un bandoneón o una guitarra eléctrica distorsionada.
“El Himno es de todos, entonces, también es mío”, dijo Charly en 1990, justificando su versión de la canción patria, diferente aunque no tanto de la versión oficial. Por primera vez en mucho tiempo, alguien se animaba a sacarle el olor a marcha militar.
Este 2013, el Himno Nacional Argentino cumple 200 años de vida. En rigor, aquel 11 de mayo de 1813, la Asamblea General aprobó el texto de Vicente López, a quien se le había encargado dos meses antes, y, tras ordenarse, el mismo día, la confección de la música a Blas Parera, se les envió a las Provincias Unidas la letra de la nueva canción patriótica.
Por entonces, a tres años de la Revolución de Mayo, Argentina, por fin, acumulaba grandes y heroicas victorias que encendían el naciente espíritu nacionalista. Al respecto, en su libro El Himno Nacional Argentino, Carlos Vega, primer musicólogo argentino, enumera: “Belgrano vence en Las Piedras, Tucumán y Salta. Rondeau triunfa en Cerrito y San Martín en San Lorenzo”. Para el autor, era necesario reflejar ese espíritu de “libertad, de independencia y orgullo” que no se evidenciaba en las tres canciones patrias anteriores.
En diálogo con la Agencia CTyS, Esteban Buch, autor del libro O juremos con gloria morir y director del Centro de Investigación de las Artes y el Lenguaje de la EHESS (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, de Francia), señala que la época en la que gobierna la Asamblea del año XIII “es un momento que se caracteriza por ser muy utópica; si uno ve la obra de la Asamblea, hay una cantidad de decisiones que tiene mucho que ver con lo simbólico, no solamente por el Himno sino por querer mostrar modelos de sociedad”. En esa búsqueda de la propia identidad, Argentina (y Vicente López) encuentra su modelo en la Revolución Francesa y en sus lemas.
Según el nieto y biógrafo del autor del himno (Ver: Dos autores y un arreglador), el nuevo y definitivo himno se escribió entre la noche del 8 de mayo de 1813 y la mañana del día siguiente. Cinco días antes, Vicente López había cumplido los 29 años.
Esteban Buch advierte que el lema de la revolución francesa, “libertad, igualdad y fraternidad”, se ve reflejado en los versos de la canción patria: “En el Himno se habla de libertad, tres veces, en la primera estrofa; luego, en ‘ved en trono a la noble igualdad’, aparece la igualdad; y la fraternidad está, en cierto modo, sobreentendida por el hecho de que el Himno propone un modelo de decir, de cantar, desde un nosotros, y ese nosotros supone una relación entre iguales”.
Graciela Musri, investigadora de la Universidad Nacional de San Juan, coincide al señalar que “la letra que se canta, abreviada respecto del original, responde a un género de poesía épica del siglo XIX que exalta valores postulados por la Revolución Francesa, apropiados por otras naciones europeas y, luego, por sus ex colonias latinoamericanas”. La letra original, en tanto, nombra a los países de todo Latinoamérica, unidos en aquel momento por el mismo sentimiento de libertad.
La primera voz de Latinoamérica
Para Bernardo Illari, profesor asociado y coordinador de musicología en la Universidad de North Texas, “el Himno Argentino es la primera canción nacional encargada, escrita con tal propósito y que tuvo éxito” de todo Latinoamérica (ver: Los cuatro himnos), por lo que quedó así designada, aunque el título de Himno lo adquirió años después.
Conocida como la “Canción del oíd Mortales”, Illari explica que el Himno argentino se popularizó por todo el subcontinente: “Era cantada, por supuesto, por los niños de las escuelas en actos oficiales, pero también, y sobre todo, por los soldados, dentro y fuera de contextos ceremoniales. Así, llegó más allá de las fronteras del antiguo virreinato, llegó a Chile, a Perú, a Bolivia y hasta a los llanos de Venezuela”.
Para el musicólogo, especialista en música latinoamericana de los siglos XVIII y XIX, “la canción fue adoptada como símbolo y medio performativo de las ideas de la libertad política por la cual se luchaba”.
Al ser cantados colectivamente, sostiene el investigador argentino, “los himnos crean un sentido de pertenencia a una nación que, en gran medida, surge de la invención y los intereses de una élite. Su función no está ligada a lo que, hoy, se designa como identidad tanto como a la reunión de gentes distintas en torno a un proyecto político estatal. Tiene que ver con la nacionalidad”. Y, justamente, en pos de eso, el pueblo argentino estaba transitando sus primeros intentos de formación tras la expulsión de los españoles del continente.
Recorte, polémica y versión oficial
Hacia el año 1900, el presidente Julio Roca, accede a abreviar la versión cantada del himno. Se lo recorta, en principio porque es muy largo. La versión original demoraba más de 20 minutos en ser cantada, algo sumamente impráctico. Pero, además, desde hacía varios años, España reclamaba por “la dimensión antiespañola que tienen algunas estrofas, sobre todo la que dice ‘coronada su sien de laureles y a sus plantas rendida un león’: éste león, en 1813, es el león ibérico”, resalta Buch.
Así, de nueve estrofas e idéntica cantidad de veces que se entonaba el coro, quedó solo una, conformada por los cuatro primeros versos de la primera estrofa original (cada estrofa contiene ocho versos) y los cuatro de la última, a los que le sigue el estribillo que se canta una sola vez y con el que finaliza.
La versión queda oficializada en 1927, incluyendo los arreglos que Juan Pedro Esnaola hizo entre 1848 y 1860 y la reducción de 1900. Sin embargo, las sucesivas dictaduras que se vivieron en el país durante el S.XX, dejaron al Himno atrapado entre los oscuros objetivos de los gobiernos de facto. La “libertad, libertad, libertad” de su primera estrofa parecía un sinsentido bajo aquellas bandas militares. El ejército cantaba por la libertad, la igualdad y la fraternidad desde otro lugar, desde un lugar hasta tenebroso.
La dictadura y el uso del Himno
El comienzo de la película La historia oficial es reveladora. La primera toma muestra a unos alumnos cantando el Himno de forma desganada, sin entusiasmo, obligados, sin saber qué se canta. Esa escena sucedía en el patio de una escuela durante la última dictadura militar.
Al respecto, Esteban Buch es contundente: “Es común, al menos, entre la gente que padeció la dictadura del ’76 sentir que los militares abusaron tanto de la retórica patria que terminaron haciéndonos sentir que esto era un poco una máquina mortífera”.
A pesar de la inmediatez histórica, Buch va más allá de la reciente historia y subraya que “esta es una constante de cómo el ejército se comportó en el campo político en el siglo XX, desde la Ley Riccheri (que instala el servicio militar) en adelante; como si el ejército fuera una máquina de hacer patria y de producir ciudadanos”, apropiándose del “único discurso válido para indicar qué es ser argentino y cuál es el valor de la nacionalidad”.
En este laberinto, la escuela, también, ha caído víctima de los procesos de imposiciones. “Como en periodos democráticos, siempre hubo una tendencia a utilizar las grabaciones de bandas militares en las escuelas. Durante muchos años, en nuestro oído, el Himno estuvo definido como una marcha militar”.
Lo concreto es que hasta 1990, en las escuelas del país sonaba el Himno – marcha, aun cuando la versión oficial es mucho más lírica. Hasta 1990, porque en ese año, Charly García se animó a versionar el Himno, desde la música popular.
Charly García y las versiones populares
Hace 23 años, osar hacer una versión del Himno desde la música popular podía sonar a herejía nacional. Tanto es así, que cuando Charly García anunció que su disco Filosofía barata y zapatos de goma terminaría con el Himno, recibió no solo quejas sino, también, un recurso de amparo que pedía suspender la edición del CD.
El reclamo quedó como anécdota que muestra que la intolerancia no cerró su capítulo en 1983. El disco se editó, el himno se incluyó y, durante su presentación en el Teatro Gran Rex, los asistentes fueron un absoluto contraste respecto de la escena descripta de La historia oficial: se mostraron orgullosos, emocionados y felices de cantar “su” Himno.
Lo importante, dirá Buch, es que “la versión del himno de Charly inaugura toda una serie de versiones diferentes en donde la diversidad de quiénes son el pueblo es lo que llama la atención”. El pueblo es un sujeto colectivo pero,a la vez, es diverso, indica Buch, y “cada uno tiene la posibilidad de construir su relación con esa cosa que se llama la Nación con su marca personal”.
Para ello, como lo mostró García o como se ha notado al escuchar otras versiones, no es necesario apartarse de la interpretación original. El día que Maravilla Martínez defendió su título en Argentina quien subió al ring para cantar el Himno fue Bajofondo Tango Club, con Gustavo Santaolalla a la cabeza. Ante el estadio de Vélez lleno, la banda mezcló rock, tango, cumbia y reggae para interpretar un solo himno, el Himno Nacional Argentino.