Un “nuevo” órgano está de moda
Gabriel Vinderola, investigador del CONICET y la UNL, explica la importancia de un “órgano redescubierto” en el cuerpo humano: la microbiota. Sus alcances van mucho más allá del sistema digestivo y mantenerla sana puede ser de gran ayuda. ¿Qué se puede hacer para cuidarla?
Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM) - No es de extrañar que el intestino sea tendencia. En los últimos años, médicos, nutricionistas e investigadores del área comprobaron la relación entre salud intestinal y el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles o autoinmunes, como la diabetes, el sobrepeso o enfermedad inflamatoria intestinal.
El boom de los alimentos fermentados con prebióticos y probióticos, como el kéfir o la kombucha, son el resultado de una sociedad que tomó conciencia sobre el impacto que tiene la alimentación en la salud. Según el doctor Gabriel Vinderola, investigador del CONICET, la “microbiota” parece ser la clave del éxito.
“La microbiota o el microbioma hace referencia al conjunto de organismos como bacterias, virus, hongos y otros microbios que colonizan todo nuestro cuerpo. La microbiota cumple una función importantísima, ya que se interpone entre los patógenos que puedan estar en los alimentos y, además, educa al sistema inmunológico para que esté preparado ante eventualidades”, explica en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM el docente de la Universidad Nacional de Litoral (UNL).
Hoy en día, es sabido que la función del sistema digestivo va más allá del procesamiento de los alimentos, ya que la microbiota intestinal es fundamental para el correcto funcionamiento de otros órganos del cuerpo, como los pulmones, los riñones, el hígado, el corazón e incluso el cerebro. Por tanto, Vinderola plantea que cuidar de la microbiota y mantener un intestino sano es crucial para la salud en general.
“Tenemos microbiota en la piel, en los ojos, en el tracto reproductor e incluso en el sistema respiratorio, pero, por lejos, la más conocida y abundante es la del intestino y, por ende, es a la que más atención debemos poner. Este conjunto de microorganismos son un órgano redescubierto. Aunque no tenga una única ubicación y no lo podamos ver, como sucede con el corazón o los pulmones, es un órgano porque necesita alimento y produce sustancias como vitaminas, ácido butírico y serotonina, entre otros”, asegura el investigador.
La microbiota ¿se hereda?
A diferencia de otras partes del cuerpo, el microbioma no se forma a partir del material genético de los progenitores. Su origen se da después del parto y, luego, puede cambiar o evolucionar. Influenciada por factores como la dieta, el estilo de vida, la exposición ambiental y el uso de medicamentos, la microbiota se conforma de manera única y diversa en cada ser humano.
“En el nacimiento, si el parto es vaginal, el bebé se somete a lo que se puede llamar un ‘baño de microorganismos’. La microbiota materna se encuentra también en el tracto reproductivo y, si el parto es por cesárea, el bebé no se beneficiará de este proceso”, señala Vinderola, a la vez que destaca que, en caso de que el parto deba ser por cesárea, no hay que preocuparse ya que no es la única manera de formarla.
“Una segunda fuente posible - señala el profesor de microbiología de la UNL- es a través de la leche materna, ya que mientras haya lactancia, va a haber microorganismos que lleguen al intestino del bebé para colonizarlo y conformar su microbiota intestinal”. Actualmente existen nuevas fórmulas infantiles que proveen algunos de los microorganismos que aporta la leche materna. Sin embargo, el especialista destaca que “lo ideal es siempre dar la teta, porque la transmisión de la microbiota se produce de forma distinta”.
El último paso clave se da durante los primeros mil días de vida del bebé y gracias a la exposición al ambiente. “Es fundamental que, desde pequeños, exista una relación normal y saludable con el entorno ya que se activan las funciones de defensa y, así, el cuerpo puede distinguir a los antígenos propios de los ajenos y desarrollar la tolerancia oral”. En línea con esta idea, varios estudios confirman que los niños que viven con mascotas tienen menores índices de alergias, ya que son expuestos de forma natural a microorganismos diversos.
Una vez que se cumplen los 3 años de vida, la microbiota empieza un periodo bastante estable, a menos que haya perturbaciones externas como una alimentación pobre en fibras, la administración excesiva de antibióticos o, incluso, niveles altos de estrés o ansiedad.
La pandemia, el principio de la tendencia
La llegada del COVID-19 produjo un impacto gigante en muchas esferas de la vida humana y la salud y alimentación no fueron la excepción. “Durante ese periodo, la gente pasó más tiempo en sus hogares, lo que les permitió cocinar más y redescubrir los alimentos fermentados. Estos alimentos requieren un cierto cuidado diario, y la gente pudo hacerlo porque estaba en su casa. Al producir yogur, kefir, kombucha, pan de masa madre, chucrut, entre otros alimentos fermentados, se tiene que hacer algo todos los días y mantenerlos en buen estado”, puntualiza el experto.
Asimismo, se empezó a hablar mucho sobre la importancia de una buena alimentación para mantener un sistema inmunológico saludable, ya que este estaba amenazado por el coronavirus. “La conjunción de estas dos cuestiones - cocinar casero y consumir alimentos fermentados para mantener un sistema inmunológico saludable - ha llevado a que el intestino se ponga de moda”, asegura el docente de la UNL.