Lecturas entre patrones cardíacos
Un grupo de investigación del CONICET diseñó una herramienta que permite predecir qué pacientes con afecciones cardíacas responderán mejor a un tratamiento en el que se estimulan artificialmente las contracciones del corazón. La innovación permitiría indicar con mayor precisión cuándo aplicar esta terapia.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- ¿Cuántos beneficios y cuántos mundos se abren cuando empieza el juego del diálogo de saberes y del intercambio entre disciplinas? Donde algunos ven “simplemente” prácticas clínicas, por ejemplo, otros observan complejos conjuntos de cifras que esconden, entre una “maraña” de datos, posibles respuestas a graves problemáticas.
Algo de todo eso se puede ver en un reciente trabajo publicado por científicos del CONICET. A partir del estudio y del análisis computacional de electrocardiogramas, un grupo de investigación pudo diseñar una herramienta para predecir qué pacientes con afecciones del corazón podrán responder mejor a un tratamiento llamado resincronización cardíaca. Un hallazgo clave, si se tiene en cuenta que el 30 por ciento de los pacientes no suele presentar mejorías ante esta terapia.
“La entidad clínica en particular es la insuficiencia cardíaca, un conjunto de signos, síntomas y problemáticas causadas por otras enfermedades primarias, como puede ser el Chagas o la enfermedad coronaria. Lo que se suele hacer con un subgrupo de estos pacientes es aplicarles una resincronización cardíaca, un tratamiento algo costoso y que implica un procedimiento quirúrgico”, explica a la Agencia CTyS-UNLaM Juan Fernández, cardiólogo y becario del CONICET al momento de la publicación del trabajo.
Para el diseño del sencillo método, que aporta mayor precisión a la indicación médica de la resincronización cardíaca, los investigadores del Instituto de Física de Líquidos y Sistemas Biológicos (IFLYSIB, CONICET-UNLP) trabajaron con datos de pacientes del Hospital Británico de Buenos Aires. El trabajo fue publicado recientemente en la revista científica Scientific Reports.
Una compleja maquinaria
La insuficiencia cardíaca, explica Fernández, implica que el corazón no sea capaz de bombear sangre con el flujo suficiente para satisfacer las necesidades del organismo, o con un consumo de energía extremadamente ineficiente.
“Tengamos en cuenta que el corazón es activado eléctricamente, y a eso le sucede, inmediatamente, una contracción mecánica. En personas sanas, esta secuencia está coordinada, mientras que, en pacientes con insuficiencia cardíaca, el proceso está desarreglado”, agrega Fernández, parte del equipo del Instituto de Física de Líquidos y Sistemas Biológicos (IFLYSIB, CONICET-UNLP).
En la terapia de resincronización, en tanto, se pone un dispositivo subcutáneo del que salen cables que ingresan al sistema venoso y llegan al corazón, para buscar estimular artificialmente sitios concretos del músculo y reordenar la actividad eléctrica. “No deja de ser un procedimiento quirúrgico, donde se deja internado al paciente durante uno o dos días, de acuerdo con su evolución. Con este trabajo buscamos afinar la indicación de cuándo es realmente necesario usar esta terapia y mejorar la tasa de éxito en todo el proceso”, destaca el cardiólogo.
Patrones, cifras y resultados
Fernández explica que, debido a cuestiones de oficio y de poder responder rápido ante las problemáticas de salud, los médicos suelen ver señales, signos y síntomas con un enfoque cualitativo, en la gran mayoría de los casos. “El electrocardiograma es un gran ejemplo de ello: es un método de diagnóstico que consiste en analizar la diferencia de potencial eléctrico en función del tiempo. Los médicos solemos ver patrones, lo cual no está nada mal para el diagnóstico, pero, en esta investigación, tomamos esas señales y las leímos en clave numérica”, desmenuza.
¿Qué hicieron los científicos? Pasando a un lenguaje digital los electrocardiogramas de pacientes con afecciones cardíacas, los compararon con los de personas sanas, analizando todos los datos mediante un método computacional. Así, descubrieron que, de todo el conjunto de factores numéricos, había dos en particular que no eran independientes entre sí, sino que tenían una relación lineal y directa: la cantidad de electricidad que se produce y la velocidad con que ese voltaje se transporta.
“A diferencia de un profesional de la medicina, yo en los electrocardiogramas veo números y datos matemáticos- sonríe Osvaldo Chara, investigador independiente del CONICET en el IFLYSIB y líder del grupo de biología de sistemas que llevó adelante el trabajo-. Y el poder observar que estos dos factores estaban correlacionados posibilitó trazar una suerte de ‘índice’ para poder entender qué tan lejos se ubica el electrocardiograma de una persona con una afección cardíaca del patrón que observábamos en la población sana”.
En otras palabras, cuanto más severa era la disincronía eléctrica, peor se veía en los gráficos digitales y computacionales. “Nuestro trabajo abre la posibilidad de pensar en tratamientos específicos para el paciente, a ver cuán alejado está del comportamiento que considera ‘normal’ y adecuar las terapias solo en casos que el profesional considera que es realmente necesario”, aporta Fernández.
Un cruce que enriquece
Chara y Fernández se conocieron en la Facultad de Medicina de la UBA, donde el primero dio clases durante más de dos décadas en Fisiología cardiovascular, abocado, entre otras cuestiones, a explicar cómo funciona el corazón y la circulación de la sangre.
Luego de que Fernández terminara su carrera de médico, hiciera un doctorado y una residencia en cardiología en el Hospital Británico, se reencontraron, siempre discutiendo
distintos problemas de sistemas biológicos desde el punto de vista de modelado o análisis de datos. Fue en ese contexto que surgió la idea que, luego, posibilitaría todo este proyecto de investigación.
“El ejemplo de Juan, que es médico, pero también es investigador, da cuenta de cómo, al interactuar con personas de otras disciplinas y con otros saberes, empezás a pensar las problemáticas en otros términos y con otras miradas. Porque empezás a prestarle atención a cuestiones que antes no lo hacías porque cada formación, indefectiblemente, te sesga”, analiza Chara.
En este sentido, el investigador del CONICET considera importante el fomentar y fortalecer la interdisciplina ya desde la etapa misma de las carreras de formación de profesionales. “Eso posibilitaría el desarrollo de cierto ‘lenguaje común’, que a veces falta, para enriquecer la mirada y la forma de abordar los problemas, ya sea de la medicina con la física, con la sociología o con la ingeniería. Indefectiblemente, la forma de pensar se va modificando y complejizando”, concluye Chara.