"La supresión del MINCyT y otros ministerios implica una desvalorización de las áreas involucradas"
La doctora en Ciencias Físicas y profesora Emérita de la UBA, Susana Hernández, analiza los logros y avances que había conseguido el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva desde su creación. Critica y cuestiona las actuales políticas científicas que propiciaron su cambio de rango a Secretaría y la pronunciada quita de apoyo al área de Ciencia y Tecnología.
Susana Hernández (especial para Agencia CTyS-UNLaM)*- A la luz de las últimas informaciones periodísticas, resulta evidente que la reducción del número de ministerios no obedece a razones económicas - de dudosos alcances cuantitativos, medido en contracción de las cuentas públicas - sino a cuestiones exclusivamente políticas, tal vez orientadas a simplificar o agilizar la administración y la toma de decisiones. Sin embargo, entre los ministerios suprimidos se encuentran los que fueron creados al asumir el gobierno el Presidente Macri, lo que podría interpretarse como una autocrítica, o como el producto de una evaluación de resultados no del todo positiva, y también los preexistentes ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT), de Trabajo y de Salud. Lamentablemente, creo que esta selección implica una desvalorización de las áreas involucradas, en una dirección que en mi opinión, en calidad de miembro raso de la comunidad científica, acentúa el perfil ideológico del gobierno.
En particular, desde su creación en 2007, a partir de la entonces Secretaría de Ciencia y Tecnología, el MINCyT proporcionó un notable impulso a todas las actividades del sector de Ciencia y Técnica (C&T) del país. La existencia del MINCyT consiguió el loable resultado de aglutinar a los científicos y tecnólogos en una tarea conjunta, trascendiendo las pertenencias político – partidarias de los individuos; numerosos integrantes de la comunidad, sumamente críticos a la hora de evaluar globalmente al gobierno anterior, sumaron sus voces para valorar positivamente la gestión del MINCyT y las políticas llevadas a cabo para la ciencia, tecnología e innovación, y para defender con decisión su continuidad aun en medio de la pavorosa crisis que hoy enfrenta nuestro país.
En mi opinión, uno de los mayores logros del MINCyT fue el importante esfuerzo por integrar la innovación productiva a la ciencia y la tecnología, que ya tenían larga tradición y desarrollo competitivos a nivel internacional, puesto que esta integración es el mecanismo mediante el cual los hallazgos científicos pueden transferirse en mayores bienes y servicios para la sociedad en su conjunto. Otro de los avances, que yo personalmente tengo en muy alta estima, fue la valoración positiva de la labor de los científicos sociales y su incorporación, en muchos casos, a emprendimientos interdisciplinarios, favoreciendo un diálogo fecundo que enriquece a las ciencias denominadas ‘’duras’’, tanto como a las humanas y sociales.
Con mucha tristeza, observo que a partir de 2016, el apoyo gubernamental a las actividades de C&T ha sufrido una mengua considerable, que se expresa por el retraso, y hasta la reducción, en el otorgamiento de recursos para el funcionamiento del sistema, las incorporaciones de personal y los salarios de científicos, tecnólogos, becarios y personal de apoyo del sistema nacional de C&T – que no comprende únicamente al MINCyT y a su área mejor conocida, el CONICET, sino a otras instituciones estatales como las universidades, el INTI, INTA, CNEA, organismos de defensa, etc -. En este momento, la supresión de MINCyT agrega desconcierto y preocupación creciente a una comunidad que desde hace tiempo se siente agredida. Personalmente, espero que esta desjerarquización sea transitoria y que el gobierno finalmente recapacite, que los colaboradores hagan llegar al Presidente Macri los textos de algunas de sus promesas de campaña – en las que, cabe aclarar, el sector de C&T no ocupaba ningún sitio preferencial, pero donde se reconocía el valor del MINCyT y la importancia de mantenerlo con sus planes y su presupuesto – y piense con seriedad, corregir el actual organigrama de ministerios, dando señales en la dirección de estimular la producción de conocimiento, como en toda sociedad moderna, para construir un país que se apoye en la ciencia y en la tecnología.
* Doctora en Ciencias Físicas, Profesora Emérita de la UBA, jubilada como Investigadora Superior del CONICET.