El arte de comunicar la ciencia
El Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas (EPAC) organizó una jornada de puertas abiertas con la participación de investigadores, divulgadores y periodistas especializados, quienes debatieron sobre alcances y desafíos de la comunicación científica.
Agencia CTyS-UNLaM- En una jornada de puertas abiertas organizada por EPAC (Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas), divulgadores, periodistas y científicos se reunieron con el propósito de intercambiar ideas y discutir propuestas acerca de las potencialidades y los desafíos de la comunicación científica.
Coordinado por la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias y co-organizado por la Red Argentina de Periodismo Científico, el evento tuvo disertantes de la talla de Ana María Vara, Carmelo Polino, Gabriela Vizental, Susana Gallardo, Gabriel Di Meglio y Diego Golombek, entre otros.
La actividad, denominada “Diálogo entre científicos y comunicadores”, tuvo la conducción del periodista y educador Ricardo Goldberger y estuvo divida en tres bloques temáticos, que reunió en total a once conferencias. El cierre contó con una entrevista en vivo a cargo de Diego Golombek y un espectáculo de stand-up a cargo de Nadia Chiaramoni, del grupo Poper Stand Up.
Ciencia ¿para quién?
El panel inaugural fue “La investigación en comunicación científica” y estuvo moderado por Susana Gallardo, directora del posgrado en Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología de la UBA. Allí, los especialistas se concentraron en reflexionar sobre los vínculos y las relaciones entre científicos y sociedad.
Los investigadores Carina Cortassa (Universidad Nacional de Entre Ríos), Carmelo Polino (Centro Redes) y Ana María Vara (Universidad Nacional de San Martín) expusieron sus ideas acerca de los obstáculos y desafíos que implica producir y comunicar ciencia ante públicos masivos. También discutieron sobre la presencia de los científicos en el espacio público y los niveles de consumo ciudadano de información científica.
Los ponentes exhibieron diversos resultados provenientes de las encuestas nacionales de percepción pública de la ciencia (que se realizan desde 2003 en el país). “De acuerdo a las categorías de análisis empleadas en las encuestas, se observa una mayor proporción de público atento en los países nórdicos y Europa, mientras en Latinoamérica prima el público no atento”, advirtió Polino. El propósito, por tanto, “es interpelar a los públicos en condiciones más desfavorables, esto es, reducir las brechas respecto a aquellos grupos que se presentan lejanos en cuanto a las distancias cognitivas y que no cuentan con posibilidades económicas de acceso a una educación en las ciencias”, completó.
A su turno, Cortassa sostuvo que, a nivel general, “la ciudadanía tiene un gran aprecio por la profesión científica y deposita su confianza en los investigadores; sin embargo, todavía resta trabajo para que la comunidad entienda al público como un agente cognitivo legítimo y de pleno derecho a una instancia de diálogo, interpelación y debate”.
Por último, como broche de este primer segmento, Ana María Vara abordó el conflicto que supone conceptualizar la incerteza respecto de lo desconocido y, en esta línea, propuso cuál debería ser el rol de los comunicadores. Desde la perspectiva de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología indicó que “el periodista debería ayudar a clarificar la controversia frente a la opinión pública, en términos de quiénes son los actores involucrados, qué intereses tienen, desde qué lugar hablan, cuál es la calidad del conocimiento científico producido y cuál es el conocimiento que falta producir”.
Hacia un lenguaje menos encriptado
El siguiente panel, “Los lenguajes de la ciencia”, estuvo coordinado por el historiador Ariel Denkberg. En esta instancia, los especialistas de la UBA Mariana Di Stefano, Susana Gallardo, Silvya Nogueira y Pablo Von Stecher se refirieron a las rigurosidades, las precisiones léxicas y los tecnicismos presentes en los discursos de los especialistas que deben tenerse en cuenta al momento de compartir mensajes ante públicos masivos.
Con la pregunta inicial sobre qué formación debe recibir un sujeto especializado en comunicación científica, Di Stefano aseguro que “debe tener una actitud crítica y reflexiva, construir una imagen del público al cual se dirige, al tiempo que debe estar provisto de herramientas que le permitan analizar la práctica que lleva adelante”. En esta línea, profundizó que “se deben formar profesionales criteriosos que tengan conciencia de los efectos que sus discursos producen”, subrayó.
Gallardo, por su parte, señaló que “los científicos creen que lo fundamental de la comunicación de la ciencia se acota a la explicación de los términos técnicos y, en esa línea, suelen definirla como una ‘traducción’. Nosotros rechazamos esa idea, porque la tarea del comunicador de ciencia es mucho más amplia y compleja”.
A partir de la experiencia en el blog “Scielo en Perspectiva”, Nogueira resaltó la importancia de la brevedad, la precisión y la claridad que deben practicar los escritores científicos en distintos medios de difusión si lo que pretenden es despertar el interés de la ciudadanía. Desde esta perspectiva, “se deben modificar los procesos de escritura y evaluación; y, por otra parte, se debe reflexionar de una manera más profunda acerca del sistema de gestión y producción editorial, ya que resulta sorprendente la cantidad de tesis que se archivan por carecer de lectores”, apuntó.
Por último, Pablo Von Stecher centró su exposición en el abordaje de un ejemplo muy ilustrativo: la revista Ciencia e Investigación (1945-1955) editada por la AAPC. Su disertación repasó las dificultades que los editores encontraron para formular los contenidos en un lenguaje accesible a un público amplio (que fue el propósito original de la revista), y con ello sus consideraciones sobre las limitaciones expresivas de los científicos, pero también sobre los conflictivos rasgos que le atribuían al lenguaje del divulgador, en términos de sensacionalismo o espectacularidad.
La disputa por la agenda mediática
En el último tramo, en un panel coordinado por Adriana Schottlender (Computadora científica, UBA) y Ricardo Goldberger (Tecnozona), los especialistas Gabriel Di Meglio, Víctor Ingrassia, Gabriela Vizental y Bruno Massare compartieron sus experiencias y los modos de sortear las problemáticas comunes que depara el ejercicio de la divulgación y el periodismo de nicho.
Desde su experiencia como ex director del Museo del Cabildo, Di Meglio hizo hincapié en la museología como herramienta para la divulgación histórica. Desde aquí, señaló que “es fundamental repensar las maneras de interpelar a alguien que piensa otra cosa desde el respeto pero también desde el conocimiento y la evidencia. En efecto, se trata de desmenuzar y desarticular los esencialismos nacionalistas y los mitos de origen”. Y hacia el final de su presentación resaltó la necesidad de “recuperar la capacidad de contar historias; de entretener a la vez que informar”.
Gabriela Vizental (TV Pública), por su parte, narró las dificultades que tienen los periodistas de ciencia para sobrevivir en sus empleos. “Hoy es un momento difícil para las personas que trabajamos en los medios de comunicación y, a pesar de todo, hay que seguir apostando a que haya buena y valiosa información para el público de a pie porque es la única manera de salir adelante”. Asimismo, “el periodismo debería procurar que las personas busquen el conocimiento científico. Cuanto más alfabetizados estemos en todos los temas, mejores ciudadanos seremos”, sentenció.
Por su parte, los periodistas Víctor Ingrassia y Bruno Massare narraron cómo fueron sus experiencias de comunicación científica y tecnológica en espacios consolidados como el diario online Infobae y la Agencia de noticias TSS, respectivamente.
En este sentido, Ingrassia expuso las bondades de las ediciones de periódicos online, las estrategias de negocios empresariales, así como la importancia de incorporar imágenes y videos de calidad como paratextos que complementan la palabra escrita y ganan nuevos lectores.
Por su parte, Massare contó sus impresiones sobre los vacíos informativos y la manera en que propuestas novedosas como las de TSS pueden ser útiles para llenarlos de sentido. “El objetivo de la Agencia fue comunicar las noticias del área, a partir de la reivindicación de los procesos de desarrollo, más allá del último celular o la última computadora. Buscábamos contar que la tecnología también es eso que nos ayuda a resolver problemas”.
Un cierre descontracturado
El último segmento de la jornada estuvo a cargo de los investigadores, docentes y divulgadores Diego Golombek y Nadia Chiaramoni. Golombek realizó una entrevista pública con el nanotecnólogo e investigador del Conicet Galo Soler Illia, para exhibir los cortocircuitos más frecuentes entre periodistas y científicos al momento de entablar una conversación para informar un hallazgo, un desarrollo, o bien, el último avance de un campo determinado de investigación.
Chiaramoni, por su parte, cerró el evento con una rutina de stand-up, exhibiendo cómo el humor puede funcionar como herramienta viable para generar interés por la ciencia.