Unas ardillas nada simpáticas
Muchos crecieron disfrutando de las travesuras de las ardillas Chip & Dale o escuchando las chillonas vocecitas de Alvin y sus amigos. Sin embargo, en Argentina, los problemas que causan estos roedores introducidos por el hombre no son para nada graciosos.
Agencia CTyS (Gaspar Grieco)- Los biólogos del programa Ecología de Mamíferos Introducidos (EMI) de la Universidad Nacional de Luján están realizando tres líneas de investigación en las que se proponen recabar datos acerca de la ardilla de vientre rojo (Callosciurus erythraeus) no nativa, que ya logró establecerse en las localidades bonaerenses de Luján y Escobar, en La Cumbrecita de Córdoba y en la santafesina Cañada de Gómez.
“La meta general es obtener información sobre distintos aspectos de la ecología de invasión de la ardilla de vientre rojo en Argentina para conocer este proceso , evaluar los impactos que causa y proponer posibles pautas de control o erradicación”, contó a CTyS la directora del equipo de trabajo e investigadora adjunta del CONICET, María Laura Guichón.
Para esta bióloga, “no había casi nada estudiado de la ardilla en el país”. No se sabía nada acerca de la ecología de sus poblaciones, de su dieta, de sus movimientos, ni de cuanto se dispersan, información biológica considerada necesaria para determinar “cuántas ardillas hay, dónde están distribuidas, qué impactos causan y evaluar si es posible hacer algo”.
Primera línea: Posibles agentes infecciosos
Una de las líneas de investigación sobre la ardilla de vientre rojo estudia la posibilidad de que este roedor contagie enfermedades al hombre o a los animales domésticos o silvestres.
“Estamos estudiando todo lo que sean endoparásitos y ectoparásitos. Ya vimos que estas ardillas tienen pulgas, ácaros, piojos y estamos investigando la posibilidad de que trasmitan leptospirosis, toxoplasmosis y salmonelosis, que son enfermedades que usualmente los mamíferos silvestres en esta zona tienen”, describe Guichón.
La metodología implementada por el grupo incluye el cepillado y la recolección de heces y sangre.
“Para realizar los estudios de zoonosis y de parásitos se hacen campañas de captura y se trabaja con muestras de cepillado de pelo para ver ectoparásitos. Se trabaja también con animales muertos para hacer estudios sobre los órganos internos para determinar las enfermedades”, explica la investigadora.
Segunda línea: Posibles responsables del descenso del número de aves
Otra línea que lleva adelante el grupo EMI investiga cómo las ardillas de vientre rojo afectan a la población de aves nativas a partir de las denuncias hechas por pobladores que señalan a los roedores como culpables de ver cada vez menos aves.
El grupo confirmó esta sospecha: “Lo que hicimos fue comparar la abundancia y número de especies de aves en lugares con y sin ardillas, y vimos que hay una tendencia a que haya menos especies de aves en los sitios donde hay más ardillas”, precisa Guichón.
Los investigadores creyeron en principio que las ardillas se estaban comiendo los huevos y así se estaba reduciendo la población de aves por predación, pero luego descubrieron que esa no era la razón.
“Creemos que la causa se da por competencia por sitios de nidificación y alimentación, porque muchas comen frutos y semillas como las aves y también puede ser por interferencia negativa, es decir, peleas de aves echando a ardillas o aves yéndose cuando llegan las ardillas”, aclaran.
Tercera línea: Invasión
El grupo investigador también pretende conocer cuál es el radio del área en el que la ardilla se estableció y cuánto logra expandir su población en un tiempo determinado. Para ello resultó necesario estimar tasas de reproducción, de supervivencia y movimiento de los animales.
“Durante dos años, estacionalmente, se pusieron trampas para capturar ardillas y se tomaba su peso, sexo, tamaño, se las marcaba y se las seguía para saber cuánto se reproducen y cuántas crías tienen y la movilidad en cuanto al área de acción que tienen”, describe la investigadora quien debió recurrir a la radiotelemetría como ayuda para esta tarea. Se trata de una técnica que permite la detección a distancia de animales para estudiar su comportamiento, mediante la utilización de emisores y receptores de ondas de radio.
“Se les pone a las ardillas un collar con un trasmisor y, después, con un receptor y una antena se las localiza. Eso te permite saber adonde están y que áreas usan habitualmente”, explica Guichón.
Una ardilla problemática
Las ardillas de vientre rojo son originarias del sudeste asiático y fueron introducidos por el hombre en el partido de Jáuregui en 1970. Se trajeron 10 individuos que estaban en cautiverio y que después liberaron o se escaparon y eso dio origen a una población que ahora ocupa un área de casi 1400 km2 en Luján.
Según Guichón, “como es una especie linda que a la gente le gusta tener como mascotas en sus casas o verlas en los parques, se favorece que se comercialicen. Eso da origen a nuevos focos de invasión. Y Justamente eso fue lo que pasó en el partido de Escobar, en Cañada de Gómez y en la Cumbrecita”.
Los investigadores no se cansan de señalar que cuando se introducen animales exóticos en un ecosistema distinto “se modifican las relaciones de competencia entre especies y también se pueden modificar las relaciones de depredación y mutualismo”.
En una de las publicaciones del grupo EMI, se detalla que los problemas ocasionados por la ardilla de vientre rojo son diversos y se observan tanto en zonas rurales como urbanas ya que no temen la presencia de la gente. Es allí donde causan problemas a quienes tienen árboles ya sea ornamentales o para la producción porque provocan descortezamiento, se comen las flores y los frutos destinados a la comercialización y roen los cables de teléfono y los sistemas de riego.
La investigadora menciona que el traslado y la liberación intencional de la ardilla son las principales vías de expansión en el país. “Es fundamental tener en cuenta que su liberación, comercio y tenencia como mascotas están prohibidas y que la liberación de muy pocos individuos puede dar origen a una nueva población de ardillas causando nuevos problemas y facilitando la colonización de nuevas áreas” señala.
“El principal problema sería que las ardillas lleguen al Delta. Las ardillas todavía no están en áreas naturales muy valiosas desde el punto de vista de la conservación, pero la población de Escobar está muy cerca de la Reserva Otamendi y el Delta del Paraná. Y esa sí es una zona muy valiosa desde el punto de vista de la conservación”, advierte Guichón.
Para terminar con los problemas causados por las ardillas introducidas hay dos opciones: control o erradicación. “Lo ideal en cuanto a costos siempre es la erradicación, porque el control implica el esfuerzo de mantener la población debajo de un umbral de daño para siempre y eso genera mucho gasto en plata y recursos”, precisa la bióloga.
“Acá tenemos un problema porque al ser las ardillas una especie carismática, que a la gente le gusta, es bastante difícil plantear la erradicación total ya que significaría matarlas, aunque en realidad, hay que pensar que son roedores silvestres como las ratas”, concluye Guichón.