Una mejora en la leche de cabra gracias al orujo de vino
Investigadores de la Universidad Nacional de Chilecito desarrollaron un alimento balanceado, rico en nutrientes, que enriquece la calidad de la leche. Además de cubrir los períodos de escaso forraje y reducir el costo del alimento en un 30%, mejora también los índices de nacimiento de cabritos con un peso adecuado.
Magalí de Diego (Agencia CTyS- UNLaM)- Para poder atender a las demandas del sector ganadero, Investigadores de la Universidad Nacional de Chilecito, situada en la provincia de La Rioja, comenzaron a trabajar con pequeños productores de un Centro de la zona. Así fue que detectaron que las condiciones de los pastizales para la alimentación de los animales eran sumamente desfavorables en algunos momentos del año, debido a las variaciones marcadas del clima y los períodos de sequía.
Ante esta situación, el equipo de investigación liderado por Mariana Varas, doctora en Ciencias Químicas con un post Doctorado en Nutrición Animal, decidió desarrollar un alimento suplementario para cabras que se encuentran en situación de manejo extensivo, es decir, animales que no tienen alimentación más allá del pastizal natural. ¿El objetivo? Cubrir los baches forrajeros y evitar la baja cantidad de nacimientos junto con los altos índices de mortandad en cabras que nacían con peso inferior al recomendado.
La solución fue hallada en la misma provincia que, al estar caracterizada por la producción vitivinícola y la del aceite de oliva, cuenta con grandes volúmenes de orujo, un residuo del proceso de vinificación compuesto por semillas, piel y algo de pulpa de uva. Las más de 1.000 toneladas de orujo contienen una gran cantidad de beneficios, considerados por los investigadores como una materia prima valiosa.
El problema es que este residuo es perecedero y, al ser víctima de la humedad, su tiempo de uso se agota. “Lo primero fue tratar de mantenerlo en las mismas condiciones en las que se producía hasta llegar al momento de realizar la suplementación ya que hay un desfasaje entre lo que es la producción del orujo y las sequías donde se requiere la suplementación”, explica la doctora Varas.
Fue así que analizaron un proceso de microensilado, una forma de conservación adaptado al microproductor, con bolsas de mayor densidad, que se pueden comprar localmente, y mantienen en buen estado y por un año alrededor de 20 kilos de orujo.
Una vez resuelto este problema comenzaron los ensayos de suplementación donde, en primera instancia, sólo utilizaron orujo, pero al notar que no había resultados, formularon un balanceado con el 30% de este residuo al que se le adicionaron otros alimentos como la soja, el maíz y la alfalfa.
“De esta manera le aportamos al animal los alimentos nutricionales que necesita, más lo que aporta el orujo (fibra, proteínas y grasas, ya que tiene un alto contenido de aceite beneficioso para la salud por ser de origen vegetal) y, además, se abaratan los costos dado que el 30% es del residuo de la producción vitivinícola, por ende, no tiene costo”, detalla la investigadora de la UNdC en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
El proyecto, que es financiado por el Ministerio de Educación mediante la Secretaría de Políticas Universitarias, obtuvo como resultado un aumento del 20% en el volumen de la leche de aquellas cabras lactantes que habían consumido el suplemento. Además, la leche producida tiene la misma cantidad de proteínas, pero posee un contenido de grasa más bajo, por lo que es más saludable.
“Estos avances son sustanciales ya que abren una nueva perspectiva de comercialización a futuro de una leche que va a ser diferencial y que va a tener una mejor calidad nutricional que aquella leche cuyos animales se alimentan de forraje natural”, concluyó la doctora Mariana Varas.