Se presentó el libro “¡Qué porquería las hormonas!”
Una nueva obra de divulgación científica acaba de ver la luz. El autor, Juan Carlos Calvo, disertó al respecto junto a Diego Golombek, editor de la colección, en una charla sin desperdicios y colmada de anécdotas. También participaron del evento Lino Barañao, Juan Carlos Kusnetzoff y Pablo Knoblovits.
“Hay algo muy importante que tiene toda esta colección, y es tratar de explicar la ciencia en forma simple, pero sin perder la rigurosidad científica; para acercar a la gente que no es experta en el tema, pero que sí van a ser quienes, en definitiva, sufran las consecuencias de nuestra investigación, para bien o para mal”.
Así se refirió Juan Carlos Calvo a la importancia de la divulgación científica, durante la presentación de su libro “¡Qué porquería las hormonas! Sobre granitos, crecimiento, sexo y otras señales en el cuerpo”, que se realizó el viernes a las 19, en la librería Dain Usina Cultural, de Palermo.
El evento contó con la presencia del autor, que es Dr. en Ciencias Químicas, profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador principal del CONICET; de Diego Golombek, Dr. en Ciencias Biológicas, reconocido divulgador científico y editor de la Colección Ciencia que ladra de Siglo XXI Editores, de la que forma parte el libro; del endocrinólogo especialista en andrología, Pablo Knoblovits; y del sexólogo, Juan Carlos Kusnetzoff.
También estuvo, en calidad de invitado y amigo personal del autor, el Dr. Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. “Conozco a Juan Carlos desde que teníamos 20 años, o sea que hemos pasado casi una vida juntos. Así que conozco su solvencia científica y su capacidad didáctica, que se han plasmado en este libro que apunta a un área de la ciencia, sobre la acción de las hormonas, que no tiene mucha divulgación, y que satisface mucho los interrogantes que uno tiene”, explicó el ministro a Agencia CTyS (ver entrevista en artículos relacionados).
Golombek abrió la charla con su característico sentido del humor aplicado a la divulgación de la ciencia. “Juan Carlos es muy reconocido, tanto en el mundo científico como académico. Y tiene algo raro como profesor: ¡tiene un club de fans!”, exclamó, ante las risas del público.
Para el divulgador, “el tema de las hormonas es fascinante en biología y en la vida cotidiana. Las hormonas están ahí todo el tiempo. Están en toda función que podamos pensar. En el crecimiento, en los granitos que tiene el tipito de la tapa del libro, en lo relacionado con el comportamiento sexual, en las respuestas del cuerpo frente a las infecciones... Están ahí, y actúan cuando tienen que actuar, sin que nos demos cuenta”.
El siguiente comentador fue Knoblovits, quien contó los “beneficios personales” que obtuvo y obtendrá del libro. Por un lado, dijo que aprendió cosas que no sabía. Y por el otro, se entusiasmó: “Ya no perderé horas explicándole a la gente, principalmente a los taxistas, qué es un endocrinólogo. Una escena habitual es que subo al taxi con el guardapolvo en la mano y me preguntan ‘¿Doctor?’ ‘Sí, doctor’. ‘¿Cuál es su especialidad?’ ‘Endocrinólogo’. Entonces veo por el espejo retrovisor que el conductor levanta las cejas como diciendo ‘¿qué es eso?’. Y ahí digo: ‘glándulas y hormonas’. Y sigue con la ceja levantada. A lo cual yo agrego inútilmente: ‘hipófisis, tiroides, etc.’ ¡Ahora les voy a recomendar el libro y listo!”, finalizó, entre las risas de la audiencia.
La importancia de narrar ciencia
Por su parte, Kusnetzoff hizo hincapié en el libro como parte importante del proceso de divulgación científica, un aspecto que, algunas décadas atrás, no era demasiado valorado. “Uno de mis maestros más queridos, Florencio Escardó, fue para mí el primero que hizo fuerza por la divulgación del conocimiento científico. Porque hasta ese momento, la ciencia estaba reservada para los cenáculos de la alta sociedad, y no se consideraba ciencia el colocar los conocimientos al servicio del público”, recordó.
Barañao opinó en el mismo sentido. “La divulgación científica mejoró notablemente. Y se nota, no sólo por el número de notas, porque prácticamente en todos los medios masivos hay alguna sección de ciencia más o menos estable, sino que la mejora es también cualitativa”, remarcó.
El último en tener la palabra fue el autor, quien dijo estar “muy agradecido” con todos aquellos que hicieron posible que él pudiera terminar el libro. “Éste es un momento que nunca imaginé. Yo sé del cariño de mis alumnos, pero estar acá sentado, con motivo de un libro, rodeado de amigos, nunca lo imaginé”, enfatizó.
Calvo aportó también su cuota a las numerosas anécdotas que dieron color a la presentación del libro. “Al Dr. Lino Barañao lo invitamos no en su carácter de ministro, sino como un amigo, como una persona que compartió muchos años de laboratorio conmigo. Hemos compartido muchas anécdotas, algunas a lo mejor las cuento ahora”, anunció.
Y cumplió: “Cuando Lino y yo comenzamos a trabajar en el laboratorio del Dr. Eduardo Charreau, que hasta hace pocos años fue presidente del CONICET, él nos decía: ‘uno investiga lo que le duele o le preocupa’. Bueno, mi tesis era sobre la regulación hormonal de la función testicular y Lino trabajaba en próstata… No vamos a decir si nos preocupaba o no eso…”, terminó, ante la carcajada general de la audiencia.
Para concluir la presentación, el autor resaltó: “Yo creo que el científico tiene cada vez más ganas de que la gente sepa qué está haciendo. Y por suerte, hay medios periodísticos que llevan esa aproximación científica a la sociedad, que es la que va sufrir, en mejor o peor medida, lo que se hace dentro del laboratorio”.