Los grandes herbívoros y la variedad de los suelos
Someter los terrenos al pastoreo siempre ha sido objeto de controversias por la necesidad de tiempo para la renovación de los cultivos. Pero recientemente, en Sierra de la Ventana, especialistas agrarios concluyeron que permitir que caballos y vacas se alimenten en algunos campos, a determinada escala, puede favorecer la diversidad florística.
Agencia CTyS (Gaspar Grieco) - Científicos del CONICET Bahía Blanca y de la Universidad Nacional del Sur (UNS) realizaron una investigación en la que analizaron la variedad vegetal de los suelos del Parque Provincial Ernesto Tornquist de Sierra de la Ventana, sometidos al pastoreo de caballos cimarrones y ganado vacuno.
Los investigadores del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (CERZOS) CCT CONICET, comprobaron que, cuando el suelo de la región es afectado a intensidades intermedias de pastoreo por grandes herbívoros, se favorece la diversidad de pastos y plantas, pero, si la actividad es mayor, se puede producir la erosión del suelo.
“Cuando nosotros hablamos de diversidad nos referimos a ver si los pastos permiten que entre ellos crezcan arbustos y hierbas con flores, y lo que se quería ver era en qué punto los caballos y las vacas podían comer suficiente pasto como para permitir el desarrollo de las demás plantas”, expone a la Agencia CTyS Alejandro Loydi, biólogo y becario del organismo.
Según el especialista, cuando un pastizal no cuenta con la presencia de grandes herbívoros, siempre hay una especie de planta que domina por sobre el resto, pero “al haber un animal que controla desde arriba, que suele comer a las plantas dominantes, libera más recursos para el resto y ahí es cuando aumenta la diversidad”.
Paladares exigentes
En el Sistema de Ventania los pastos dominantes son los flechillales. La investigación mostró que al haber una cantidad mayor y al ser una especie consumida por los animales, las otras especies, de la familia de gramíneas, comenzaron a abarcar más territorio.
El biólogo explica que las gramíneas del género Aristida sobreviven porque no excitan el paladar exigente de los caballos y las vacas. “Hay especies de pastos, como las especies Piptochaetium montevidense y P. stipoides, que se adaptan al pastoreo y cambian su forma de crecimiento. Forman céspedes y crecen muy pequeños y no se las pueden comer”.
Según el paper publicado en la revista Ecología Austral, la investigación mostró que a intensidades altas de pastoreo las hierbas latifoliadas colonizan las zonas “mediante la disponibilidad de sitios seguros para el establecimiento de plántulas”, y en las zonas donde no se registra tanto pastoreo “la exclusión competitiva de las gramineas invernales dominantes reduciría la cobertura de las latifoliadas”.
Una lucha por la soberanía
Al igual que en el reino animal, cuando se introduce una especie exótica en un ecosistema diferente, el mundo vegetal sufre una serie de alteraciones que pueden modificar su estructura biótica.
En Sierra de la Ventana, hay dos grupos de especies no nativas que lograron formar una amplia población: el pino y las malezas herbáceas (cardos, abrepuños, etc). El primero fue plantado por el hombre y logró adaptarse ya que encontró un clima propicio, mientras que las segundas comenzaron a aparecer en lugares donde hay disturbio (arado, mucho pastoreo, caminos), y pudieron desplazarse.
Sierra de la Ventana es una de las pocas reservas de pastizal pampeano que está en buen estado de conservación, y la zona cuenta con unas 20 especies de plantas endémicas que sólo se registran allí.
Para realizar la investigación, el grupo seleccionó nueve parcelas de 1 hectárea que fueron sometidas a diferentes intensidades de pastoreo. “Elegimos nueve lugares y, dentro de ellos, muestreamos las parcelas”, contó Loydi.
“Buscamos un gradiente de pastoreo, lo que hicimos fue en base a datos que teníamos del movimiento de caballos y de vacas en la reserva, fuimos a algunas áreas donde sabíamos que había distintos números de animales y realizamos la muestra”, concluye el biólogo.