Las marcas que se heredan
Investigadores de la UNSAM estudian cómo el estrés percibido por las madres puede dejar huellas en el ADN de sus hijos, habilitando la aparición de enfermedades mentales, desde problemas de aprendizaje hasta patologías graves.
Carolina Vespasiano (Agencia CTyS-UNLaM) – Los ojos de la abuela, la sonrisa del padre, el carácter de la madre. Cada persona es, en parte, la expresión de un legado genético de larga data. Sin embargo, ese paquete de información no es la única herencia: las huellas que dejaron algunas experiencias vividas por nuestros ancestros también se heredan y condicionan al ADN.
La epigenética es, precisamente, la serie de procesos bioquímicos a nivel molecular que regulan la forma, el momento, el lugar y el tiempo en el que los 25.000 genes que conforman el ADN se expresan o dejan de hacerlo. Un suceso traumático puede dejar estas marcas que se pueden heredar y, en determinado contexto, contribuir a la manifestación de una enfermedad, por ejemplo, del espectro psiquiátrico.
Un equipo del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) de la UNSAM, dirigido por la Doctora Marcela Brocco, estudia el vínculo entre el estrés percibido por mujeres gestantes y las marcas a nivel molecular en sus hijos que, bajo el influjo de determinados sucesos traumáticos, pueden volverse más susceptibles a padecer patologías mentales como la esquizofrenia y la depresión.
En una primera etapa del estudio, los científicos sometieron a un grupo de ratas preñadas a situaciones de estrés, como el encierro y el nado forzado. El objetivo era observar qué es lo que ocurría en la expresión de los genes del tejido cerebral de las crías adultas.
Los investigadores pudieron observar que, aún sin haber padecido situaciones anormales durante su vida extrauterina, las crías tenían alterada la expresión de algunos genes que los predisponía a enfermedades neuropsiquiátricas. Específicamente, encontraron cambios en la morfología neuronal que podían repercutir en el comportamiento de los roedores.
“Vimos que había cambios en las marcas que se introducían y en las moléculas que producen las marcas. Con este avance, identificamos cuáles son los genes que están marcados y qué miembros de la maquinaria están alterados”, precisa Brocco y agrega que, con esas dos variables, el desafío actual es ver qué ocurre en humanos.
El estrés después del estrés
Luego de la fase de laboratorio con ratas y otras especies de animales, el equipo espera continuar la investigación a futuro con entrevistas a mujeres gestantes y, luego, con el crecimiento de sus bebés mediante muestras de sangre o saliva. El objetivo será detectar si determinadas marcas en los genes de sus hijos y los cambios en las maquinarias que producen las marcas guardan relación con las situaciones de estrés que eventualmente describan las madres.
“Todos los elementos que la mamá viva como amenazantes, cuentan para nosotros. La clave del estrés no es preguntar qué viviste, sino cómo lo sentiste”, detalla la investigadora, y aclara que, si bien las marcas y los procesos se pueden heredar, también un contexto de redes comunitarias y contención pueden ayudar a superar esa predisposición epigenética a ciertas patologías.
“Una situación estresante durante la gestación no es determinante. Tiene que haber eventos posteriores que despierten las marcas producidas para que aparezca la enfermedad. Salvo que se trate de un evento sumamente intenso, la mayoría de las personas podemos convivir con las marcas porque contamos con mecanismos para contrarrestarlas”, explica Brocco.
Con esta investigación, que continúa en desarrollo, los científicos buscan identificar los biomarcadores que participan en la producción de distintas patologías psiquiátricas. Esperan que, a futuro, la epigenética permita ajustar los diagnósticos de estas patologías -que actualmente se realizan mediante cuestionarios clínicos- y monitorear la efectividad de la medicación suministrada.
El equipo se completa con las Doctoras Melisa Monteleone y Silvia Billi, la Licenciada Eliana Fernández y la colaboración de las Doctoras Marta Antonelli y Eugenia Pallarés, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.