Exploran nuevas fallas geológicas en San Juan
Se trata de dos formaciones recientes con posible actividad sísmica que, por su tamaño y ubicación, permiten adivinar el paisaje andino del futuro.
Carolina Vespasiano (Agencia CTyS) – En un presente de constantes transformaciones, pocos espacios impactan por presentarse imperturbables. La cordillera de Los Andes es uno de esos escenarios que trasmiten esa sensación de eternidad. Sin embargo, algunas huellas en sus orillas revelan que este gigante está muy lejos de permanecer en reposo.
Siguiendo la pista de estos movimientos milenarios, la doctora en Geología, Gabriela Lara, exploró un área de la precordillera, ubicada a 50 kilómetros al suroeste de la capital de San Juan, en la que encontró dos sistemas de fallas geológicas activas que pueden provocar futuros sismos.
Se trata de los sistemas de fallamientos geológicos “Maradona” y “Papagallos”, ubicados entre el piedemonte oriental del Cordón de Las Osamentas y la sierra Chica de Zonda, que fueron estudiadas y clasificadas como zonas de “alto grado de actividad tectónica” tras una batería de análisis geofísicos.
San Juan es una de las provincias cuyanas históricamente afectadas por la actividad tectónica. En 1944, en la localidad de La Laja, ocurrió el terremoto más destructivo del que se tenga memoria, el cual dejó un saldo de aproximadamente 10.000 víctimas. Este hecho trazó un antes y un después en los estudios de la región y en la preocupación gubernamental por mejorar las condiciones edilicias.
“Aunque los movimientos de estas estructuras son de pocos centímetros, pueden dar origen a un sismo. En la provincia de San Juan, su estudio es importante porque contribuye al conocimiento de una región activa”, advierte a Agencia CTyS la investigadora perteneciente al Gabinete de Neotectónica y Geomorfología de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de San Juan. Sobre las causas de la gran cantidad de fenómenos sísmicos actuales, asegura que se deben a “las fallas neotectónicas y al avance paulatino de todas las estructuras de Los Andes”.
En esa línea, explica que una falla es una deformación de la superficie terrestre que establece un movimiento entre dos bloques de roca frágil, donde uno se desplaza respecto del otro. La neotectónica es una rama de la geología que estudia aquellas fallas activas, que tienen el potencial de provocar un desplazamiento o ruptura en el futuro y cuyo origen se remonta a la última era geológica, el periodo cuaternario.
La producción de sismos de distintas escalas corresponde no solo a estas estructuras geológicas superficiales sino a un entramado de todas las fuerzas que se contraponen tanto en la corteza como en la profundidad. “Estas fallas –explica la geóloga-, que tienen una dirección de norte sur y son consideradas paralelas, van levantando rocas de diferentes edades y, en el caso de la tectónica andina, las rupturas nacen en el oeste y tienen una tendencia hacia el este”.
Bajo ese presupuesto, Lara relaciona al movimiento de las placas tectónicas, encargadas de deformar la corteza terrestre, con el de una “pala cargadora” porque, mientras avanza, gana terreno y levanta el material cordillerano por medio de los quiebres que, con un poco de imaginación, permiten prever los escenarios que en algunos cientos de miles de años caracterizarán al continente sudamericano.