Explicando la Teoría de la Relatividad en el Río de la Plata
El análisis de la visita de Einstein al país –marzo/abril de 1925- permite vislumbrar que el genial científico alemán también fue un pionero en divulgación científica, al intentar explicar su célebre teoría con metáforas y conceptos cotidianos.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)- Soñar no cuesta nada, dicen. Echar a volar la imaginación es fácil cuando se cuenta con un poco de creatividad. ¿Cuál sería el escenario, por ejemplo, si imagináramos que, en pleno 2015, Albert Einstein visita la Argentina? Una gran cobertura mediática, con divulgación científica incluida, representantes de la comunidad científica acompañándolo en cada charla y conferencia que brinde…
Más allá del juego, la hipotética situación permite analizar cómo la perspectiva sobre la ciencia y su comunicación han cambiado radicalmente en estas nueve décadas. En efecto, la visita de Einstein despertó un gran interés en los medios de la época y en la elite política. Pero la divulgación de sus ideas y la presencia de una comunidad científica brillaron por su ausencia.
“Lo que produce el fenómeno de Einstein en la Argentina es muy interesante. Porque si uno realiza un estudio exhaustivo de su visita, descubre que sus charlas tuvieron un impacto más socio-cultural que científico”, afirma Diego Hurtado, doctor en Física e historiador y divulgador científico. Así, ir a escuchar a la eminencia alemana se convertía en una cuestión de status para ciertos sectores de la sociedad.
“Para las elites, Einstein era una curiosidad y una persona muy prestigiosa. La misma Teoría de la Relatividad estaba dotada de prestigio, por lo que ir a las charlas que el científico daba se convertía en un acto culto y prestigioso”, destaca Hurtado, coautor junto a Miguel de Asúa de Imágenes de Einstein (Eudeba, 2006). De a poco, la visita del padre de la teoría de la relatividad perdía parte de su valor científico y asumía tintes cada vez más políticos y culturales.
Un pionero en divulgación científica
Se sabe, el científico alemán se destacó no sólo por su brillantez y una teoría que cambió para siempre nuestra comprensión del universo, sino que también mostró un gran compromiso político en cuestiones trascendentes como el apoyo a una unión entre naciones europeas y una férrea oposición a la guerra. Por eso es que no sorprende que el contacto con la prensa haya sido tan variable.
“Durante los primeros días de su estadía, Einstein se mostró dispuesto a debatir con cronistas de la prensa numerosos temas de actualidad y los abordó con sorprendente libertad, posiblemente como si lo hubiera hecho en Berlín”, aporta Eduardo Ortiz, docente de la Facultad de Ciencias Naturales del Imperial College, en Londres, y coautor junto al doctor Alejandro Gangui de una investigación que redescubrió el lugar de residencia de Einstein en su estadía. De esta manera, tópicos como la situación política de Alemania, la revolución rusa, la situación de los judíos en Europa y el militarismo fueron tema de consulta hacia el ilustre visitante.
Pero en cuestiones puramente científicas, la opinión de quienes estudiaron este período es que si bien la física como tema despertó un gran entusiasmo en los medios, lo cierto es que prima la sensación de que en la Argentina se entendía poco y nada de la teoría de la relatividad.
“El tono en muchos medios, como por ejemplo en el diario Crítica, es de curiosidad, exotismo y un nivel muy abstracto. Todos quieren hacerle entender al lector que entienden de lo que están hablando, aunque en verdad tenían poco conocimiento sobre las teorías de Einstein”, ilustra Hurtado. Tal vez en este punto resultó decisivo que quienes hablaban en los periódicos no eran los pocos físicos que había en el país, sino figuras de relevancia política y social que intentaron sacar rédito y aprovechar el momento.
En realidad, quien terminó haciendo los mayores esfuerzos para que la gente entendiera la teoría de la relatividad fue el mismo Einstein, quien apeló a estrategias conocidas para todos aquellos que practican la divulgación científica: utilizar metáforas y elementos cotidianos para explicar los pasajes más complejos y específicos de su teoría.
En este sentido, Hurtado aporta que el uso de las metáforas fue justamente una de las razones por las cuales la teoría de la relatividad fue más exitosa a nivel popular que otras ramas de la ciencia, como la teoría cuántica. “Einstein fue tan efectivo para que sus ideas abstractas en términos físico-matemáticos fueran entendidas que incluso muchas de las metáforas que se usaron para explicar la teoría de la relatividad fueron del propio Einstein”, asegura.
Intercambiando ideas con un Premio Nobel
Tal vez la ausencia de una divulgación del pensamiento del Premio Nobel en Física obedecieron no sólo a un periodismo que no tenía a la ciencia entre sus prioridades, sino también al puntual hecho de que no se había establecido una comunidad científica en el país, tal como lo explica Hurtado.
“Si bien había ciertos sectores de la elite argentina que tenía cierta inquietud por el desarrollo de la ciencia, lo cierto es que la llegada de esta al país se dio como proceso de trasplante. Cuando Einstein llega al país no hay comunidad científica, entendiendo a la misma como un sector de políticos profesionales que tienen un lugar político dentro de la sociedad”, apunta el académico.
En este sentido, el diario personal del viaje de Einstein por estas regiones –luego de estar en Argentina visitó Uruguay y Brasil- revela que no le quedó una muy buena impresión de los pocos físicos argentinos, con los cuales estuvo reunido e intercambió inquietudes y pensamientos del terreno de la disciplina.
Los detalles de este encuentro fueron retomados por Mario Mariscottii, doctor en Física y ex presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en un artículo académico publicado en el 80º aniversario de la visita de Einstein al país, cuando el Premio Nobel dialogó con los investigadores argentinos Ramón Loyarte, Horacio Damianovich, Teófilo Isnardi y Enrique Palumbo.
“Hay ciertos aspectos de ese encuentro que ciertamente son fascinantes- relata Mariscotti a la Agencia CTyS-, porque estamos hablando del los investigadores más destacados de la Argentina. En cuestiones científicas, parecía una novela policial, porque uno puede leer esos diálogos y ya conoce el final”.
Así, por ejemplo, Layarte le pregunta a Einstein si es posible la conversión total de masa en energía, a lo que el científico alemán responde que, en principio, sería posible. “Resultará que poquitos años después, el físico británico Paul Dirac propone una nueva ecuación para el electrón y se toma conocimiento de la existencia de antimateria, con lo cual la conversión de la materia en energía se hace efectivamente posible”, explica Mariscotti.
Ortiz, por su parte, destaca que Einstein “no pudo dejar de notar que Palumbo, que aún no estaba graduado, pudo hacerle preguntas sobre la relatividad que tenían verdadero sentido” y señala que también tuvo trato con algunos de los principales intelectuales de la época, como Bernardo Houssay, quien luego sería Premio Nobel de Medicina.
Sin embargo, ante la consulta por la visión de Einstein sobre los físicos argentinos, la respuesta es unánime: al destacado científico alemán le habría quedado una mala imagen de esta disciplina en el país. “La opinión es bastante floja. Si bien Einstein nunca lo dijo públicamente, lo que trascendió es que pensaba que la física en Argentina era muy pobre”, aporta Mariscotti.
Hurtado, por su parte, coincide al señalar que, si uno estudia los diarios de Einstein del período de visita en Argentina, se puede apreciar que el destacado investigador “se lleva una impresión muy negativa de los físicos”, aunque aclara también que el Premio Nobel se llevó una muy buena impresión de la investigación en Medicina en el país.
Sin una correcta divulgación de sus ideas y sin comunidad científica que aprovechara la situación, la visita de quien fuera, en opinión de Mariscotti “el científico más importante del siglo XX”, se transformó en algo más pintoresco que académico. “Al no haber gran interés ni importancia por la ciencia, Einstein fue asimilado por un fenómeno cultural de elite. La sensación es que, claramente, su visita no fue ni aprovechada ni capitalizada”, concluye Hurtado.