Exitoso censo marino en aguas antárticas y subantárticas de Argentina
Se encontraron decenas de nuevas especies marinas para el establecimiento del Código de Barras de la Vida (iBOL), un proyecto internacional que busca identificar a todos los integrantes del reino animal y vegetal sobre la base de su ADN, y preservar a aquellos que se encuentran en peligro de extinción.
Agencia CTyS (Emanuel Pujol) - El director de esta pesquisa en aguas antárticas y subantárticas, el doctor Juan Martín Díaz de Astarloa, expuso el éxito del censo marino a la Agencia CTyS: “Los resultados preliminares son fantásticos, porque colectamos más de 1900 peces, pertenecientes a 32 especies, muchas de las cuales no estaban en colecciones previas en Argentina y que nos faltaban en el catálogo del Código de Barras de la Vida”.
Según estimaciones, podría haber más de 15 millones de especies en el mundo. “Cada una de ellas tiene un patrón genético inequívoco y especifico; desde 2005, estamos trabajando para traducirlos uno por uno en un Código de Barras de la Vida, semejante al que tienen las etiquetas de los productos que son identificados por las cajeras de los supermercados”, explicó el investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y del CONICET.
Del proyecto iBOL (por sus siglas en inglés -International Barcode of Life-) participan más de 200 organizaciones de 50 países. Hasta fines del año pasado, la colaboración llegó a catalogar 90 mil especies y se espera que en 2015 se llegue a 500 mil especies. Completar el inmenso libro de la naturaleza, quizás demore varias décadas o acaso sea una meta inalcanzable, debido a que la evolución y el surgimiento de nuevos animales y vegetales es incesante.
El censo marino realizado durante el tercer tramo de la campaña oceanográfica del CONICET cumplió un avance importante para la colaboración internacional. “Teníamos una especie de vacío, porque no habíamos avanzado con esta investigación sobre los peces de aguas antárticas y subantárticas”, comentó Astarloa.
La taxonomía tradicional y el aporte de la genética
La identificación de las especies (taxonomía) por su apariencia física (morfológica) no es sencilla, porque de la misma manera que cada ser humano tiene un aspecto particular, cada individuo dentro de los millones de especies que componen el reino animal y vegetal es diferente a los demás.
Por ello, el iBOL aporta claridad sobre la clasificación. “De acuerdo a la taxonomía tradicional, en mi especialidad, que son los peces, examinamos el número de radios de las aletas, las escamas, la forma del cuerpo, etcétera, pero esta labor es muy dificultosa cuando hay especies muy semejantes. En cambio, con la identificación genética no hay lugar a las dudas”, observó Astarloa.
Argentina coopera de manera muy activa al proyecto iBOL, para el cual se precisan especies recién colectadas, puesto que no se pueden usar los ejemplares conservados en formol, ya que este líquido degrada el ADN mitocondrial.
Durante la campaña antártica 2011, los científicos identificaron a las especies por su morfología y les extrajeron muestras de tejido muscular, las cuales fueron conservadas en alcohol etílico de máxima pureza. “Posteriormente, en el laboratorio, extraeremos y amplificaremos el ADN mitocondrial, para que luego sea secuenciado”, detalló el investigador del CONICET.
La secuenciación se realiza en Canadá, en el Instituto de Biodiversidad de Ontario de la Universidad de Guelph. La información sobre los especímenes, sus imágenes y datos taxonómicos, como sus secuencias o barcodes, son hechos públicos en la página web del Barcode of Life Data Systems (http://www.boldsystems.org/), si bien allí no se publica todo el genoma de la especie, sino solamente un pequeño fragmento del ADN mitocondrial del segmento COI (gen citocromo oxidasa Subunidad I).
Todas las etapas previas a la secuenciación se hacen en Argentina. En vista del ímpetu que el CONICET ha puesto en este gran proyecto internacional, se están construyendo cinco laboratorios iBOL en distintos puntos del país.
Uno de ellos estará en Mar del Plata, y se dedicará a extraer y amplificar el ADN mitocondrial de todos los especímenes marinos, tanto peces como invertebrados marinos. Otros laboratorios están previstos ser construidos en Puerto Madryn, Bariloche, Santa Fé, que se aplicarán a diversas especialidades; asimismo, se ampliará el laboratorio iBOL del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), ubicado en el barrio porteño de Parque Centanario.
Usos prácticos del Código de Barras de la Vida
Más allá de la importancia que tiene reconocer las especies, condición inicial para todo estudio biológico y comprender sus interacciones y procesos evolutivos, el Código de Barras de la Vida tendrá implicancia para proteger a las especies en peligro de extinción y para evitar fraudes comerciales.
El doctor Juan Martín Díaz de Astarloa comentó uno de los casos en los que esta herramienta ya colaboró a resguardar a especies en riesgo: “En Hong Kong, se consume muy frecuentemente la aleta del tiburón, y varias especies están catalogadas en peligro. Si bien el tiburón azul (Prionace glauca) se encuentra en la lista roja de la Unión de Conservación Internacional de Especies, ellos lo comercializan diciendo que es otra especie, una mentira que fue delatada a través del Código de Barras de la Vida”.
Este código, similar al que tienen los productos comerciales en el supermercado, es inequívoco y no deja lugar a las dudas, por lo que también permite evitar fraudes comerciales de exportación o en el mercado interno.
Por ejemplo, se pueden identificar con facilidad los productos pesqueros e, incluso, corroborar que una lata tiene el contenido que promete. “Se puede tomar una muestra de una lata de atún, hacerle la secuenciación y verificar si es atún verdadero u otra cosa”, señaló el investigador del CONICET.