Estudiando mosquitos más allá del Aedes aegypti
Investigadores de la UNSAM estudian al grupo Culex pipiens, un complejo de mosquitos diseminados por todo el país y vector de enfermedades virósicas. Los científicos analizan los factores ambientales, ecológicos y fisiológicos para conocer el comportamiento y modos de reproducción de estas especies.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Enfermedades como el dengue, el zika o la fiebre chikungunya pusieron al mosquito Aedes aegypti en los primeros planos de diarios y noticieros. Pero Argentina tiene otras especies de mosquitos que son vectores, a su vez, de otras enfermedades virósicas, tal vez menos conocidas pero con impacto en la salud.
En el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (UNSAM), un grupo de trabajo dirigido por el doctor Aníbal Carbajo estudia en particular el complejo de especies Culex pipiens, “mosquitos muy emparentados entre sí y que, incluso, pueden hibridar. Es decir, hembras de una especie y machos de otra pueden tener descendencia fértil”, cuenta María Victoria Cardo, investigadora e integrante del equipo.
La importancia de estudiar estas especies radica en que son vectores de dos enfermedades, el virus de la encefalitis de San Luis y el virus del oeste del Nilo, también llamado West Nile. El primero está desparramado por todo el continente americano y el segundo es el virus más distribuido en todo el mundo.
“Lo que ocurre es que producen síntomas más bien inespecíficos que pueden pasar desapercibidos, como fiebre, dolores de cabeza o cansancio corporal. Si bien la mayoría de las veces no tiene mayores complicaciones, algunos casos, pueden agravarse y llevar a la muerte del paciente”, afirma Cardo, quien es doctora en Ciencias Biológicas e investigadora asistente del CONICET.
Como antecedentes cercanos, el virus de la encefalitis de San Luis tuvo un brote en la ciudad de Córdoba en 2005 con 47 casos, nueve de los cuales terminaron en muertes. En 2010, además, hubo otro brote en Buenos Aires con nueve pacientes, sin víctimas fatales. En el caso del West Nile, si bien no hubo casos humanos registrados en el país, sí los hubo en aves y caballos, afectando por ejemplo a caballos de cría para polo o para salto y con grandes pérdidas económicas para sus dueños.
Más allá de los casos de Argentina, ambas enfermedades circulan y han causado brotes muy importantes en otros países, tanto con muertes como con costos hospitalarios y pérdidas económicas por ausencia al trabajo de los afectados. “La ecología, la fisiología de estas especies de mosquitos, o de qué se alimentan es información clave para conocer su ciclo de transmisión y ver si hay un riesgo real de que se dé un brote de la enfermedad en un determinado sitio”, asevera Cardo.
Así, el equipo investiga si los factores ambientales -latitudinales, de temperatura o de urbanización- pueden influir, o no, en la distribución de las distintas especies de Culex pipiens a lo largo del territorio. “El complejo de mosquitos está en todo el país, excepto Tierra del Fuego. Pero los patagónicos tienen un comportamiento distinto a los del norte y esa es la diferencia que nos interesa estudiar”, resalta la especialista.
Entre neumáticos y lápidas
Más allá de los ambientes naturales, el complejo Culex pipiens también se cría en ambientes artificiales, lo que supone un problema para la salud pública. Como parte de la investigación, el grupo de Cardo trabaja fuertemente en cementerios municipales y depósitos de neumáticos y gomerías.
“A diferencia del Aedes, que pone los huevos en las paredes del recipiente y luego espera que el agua suba para eclosionar, las larvas de Culex no aguantan la desecación y entonces los huevos son puestos directamente sobre la película de agua. Utilizan los mismos recipientes, pero de manera diferente”, ilustra Cardo.
Tanto los floreros de cementerios como las cubiertas en desuso se convierten, así, en ambientes ideales para la cría de larvas de Aedes y Culex pipiens. El grupo de investigación tiene fuerte interacción con los cementerios municipales, ya que se pide autorización para trabajar allí y luego hay una devolución de lo estudiado.
“También se pueden hacer recomendaciones, por ejemplo a la municipalidad de San Martín, que es la que más cerca tenemos. Incluso a nivel de control de vectores en general, más allá de este complejo de mosquitos. Pero suele pasar que todo el trabajo de prevención requiere mucho esfuerzo y luego es el que menos se ve. En estos casos, cuando vos haces bien tu trabajo no pasa nada”, concluye la investigadora.