“El modelo de producción agrícola actual pone en peligro la capacidad del planeta de ser habitable”
La Universidad Nacional de La Matanza llevó a cabo una jornada interdisciplinaria de agroecología urbana, con el objetivo de lograr un intercambio de experiencias sobre políticas públicas, producción y ordenamiento territorial de la producción agroecológica. El evento fue organizado por el Instituto de Medio Ambiente de esta Casa de Altos Estudios.
Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM) - La Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), a través de su Instituto de Medio Ambiente, organizó una jornada sobre agroecología, en pos de compartir experiencias y saberes en la búsqueda de una transición desde el modelo productivo agrícola actual. El evento abordó perspectivas en torno a un manejo sostenible de los suelos, la relación con la población y la calidad en la alimentación atravesada por la presencia de agroquímicos.
“Los costos en la pérdida de la biodiversidad son incalculables. En este sentido, los espacios como esta jornada son claves para debatir los modelos productivos de los que dependemos en la actualidad”, aseguró el doctor Mariano Jäger, director del Instituto de Medio Ambiente de la UNLaM, quien estuvo a cargo de la apertura del encuentro.
El evento, titulado “Agroecología urbana y Ordenamiento Territorial en el Periurbano Nacional”, contó con exposiciones a cargo de especialistas de las carteras de Ambiente y Desarrollo Sostenible; de Agricultura, Ganadería y Pesca, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), así como de expertos investigadores de esta Casa de Altos Estudios.
Por su parte, Andrés Polack, director interino del INTA-AMBA, afirmó: “Es un desafío plantear todas las alternativas que existen en la agricultura urbana. Los parques agrícolas no solo tienen que proveer alimentos sanos, tenemos que potenciar los servicios ecosistémicos y aprovechar los beneficios que pueden brindar a la sociedad”.
Mientras que Facundo Soria, responsable del área de producción orgánica de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, destacó la integración entre la producción orgánica y la agroecología. “Bienvenidos sean estos espacios para poder discutir temas tan complejos, que muchas veces no se mencionan en el sector político, y que, desde lo académico y los sectores populares, deben estar presentes”, remarcó.
Tomar acciones desde la universidad pública
Cuando se trata de preservar la biodiversidad, vivir en un ambiente sano y mantener una alimentación saludable, no es posible limitarse a cuestiones individuales y de voluntarismo, sino que se trata de medidas colectivas, de política pública, investigación, y una posterior aplicación de aquello estudiado. Para los especialistas, es necesario, en el corto plazo, la adopción, en la agenda de gobierno, de medidas para poder mejorar la situación actual con los ecosistemas y el ser humano.
En este sentido, Jäger, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, afirmó que “el modelo de producción agrícola tradicional, tecnológicamente intensivo y lleno de agroquímicos, del que nos alimentamos en la actualidad, pone en peligro la existencia humana y la capacidad del planeta de continuar siendo habitable a largo plazo” y alertó que “hay que buscar una alternativa a este modelo que, a largo plazo, no es viable”.
Asimismo, comentó que este encuentro está enmarcado en el programa de investigación del Instituto de Medio Ambiente, junto a diversas acciones. “Desde UNLaM, promovemos y gestionamos la instalación de una huerta, incentivamos la alimentación saludable, organizamos la feria ‘Del productor al consumidor’ -basada en alimentos orgánicos-, brindamos cursos de manipulación de alimentos, así como también tomamos parte en causas como la lucha contra la contaminación y el cambio climático, la calidad del agua, el suelo, la conservación de la biodiversidad. Es parte de un todo en el que la UNLaM, por su rol social y académico, tiene que estar comprometida”, explicó.
Desde la perspectiva de Jäger, entre los beneficios de incentivar la agroecología y sus prácticas se destacan el poder saber de dónde vienen los alimentos que se consumen y cómo se producen. “Tenemos la opción de que nuestra dieta pueda no ser manejada por las grandes multinacionales y que lo que comemos no sea una imposición del mercado capital. La transnacionalización del capital también implica el cambio de costumbres y la realidad es que el modelo global de alimentación no siempre es el mejor en todos los lugares y para todos los climas, por esto hay que respetar cada región con sus alimentos”, concluyó.