Aseguran que la mayor causa de pérdida de humedales es la intervención humana
Según la Convención sobre los Humedales, más conocida como Convención Ramsar, durante el siglo XX se perdieron entre un 65 y un 71 por ciento de los humedales del planeta, una cifra que triplica la tasa anual de pérdida de bosques. Ante este contexto, la comunidad científica se mantiene en alerta y propone visibilizar una problemática que podría no ser reversible, si no se aplican las medidas ambientales necesarias.
Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM) - En la actualidad, los humedales son reconocidos como los ecosistemas que más contribuciones aportan a la humanidad: se consideran hábitats de desarrollo de biodiversidad, colaboran en la mitigación del cambio climático, abastecen de agua a la población y amortiguan el efecto de las inundaciones, entre otros factores. A nivel global, el 40 por ciento de las especies de plantas y animales viven y se reproducen en este ámbito y se estima que una de cada ocho personas dependen de ellos para su subsistencia.
Sin embargo, sólo en América Latina y el Caribe, desde el año 1970, se perdió al menos un 35 por ciento de los humedales a causa de actividades humanas sobre el territorio. En diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, especialistas aportan su mirada y proponen soluciones para colaborar con la conservación de estas regiones claves del planeta, que requieren acciones inmediatas.
“Las predicciones de cambio climático global coinciden que, en el Hemisferio Sur, se van a acentuar los extremos. Implica un aumento en las inundaciones, pero también en la sequía, a la vez que acrecienta la necesidad de proteger los humedales como ecosistemas reguladores de estas circunstancias”, resaltó Adonis Giorgi, director del Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable en la Universidad Nacional de Luján (INEDES-UNLU-CONICET).
En Argentina, los principales motivos de alteraciones sobre los humedales se relacionan con cambios en el uso del suelo -urbanización, deforestación, rellenos-, alteraciones en la dinámica del agua -por extracción, intercepción, desvíos-, extracciones -pesca, maderas, pasturas-, megaminería, contaminación -agrícola, industrial y doméstica-, por la introducción de especies exóticas invasoras y por el cambio climático.
“Un dato importante a tener en cuenta es que los humedales son los ecosistemas que más carbono secuestran. Sin embargo, la tasa anual de pérdida a escala global triplica la tasa anual de pérdida de bosques. Esos humedales que se pierden tienen carbono acumulado de hace miles de años, que, una vez que la humedad se degrada, se empieza a liberar a la atmósfera como dióxido de carbono, lo cual deriva en un aumento del calentamiento global”, advirtió Rubén Quintana, director del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM-CONICET).
Legislar para regular los espacios naturales
Ante la necesidad de conservar estos espacios, Quintana afirmó: “En primer lugar, se deben establecer políticas públicas efectivas que contemplen la conservación y el uso sostenible de los humedales. Lo ideal sería pensar en una ley de ordenamiento ambiental territorial, que beneficiaría no solo a los humedales, sino a todos los ecosistemas”.
“En este contexto, sin regulación, se sigue avanzando sobre los territorios con intervenciones drásticas sobre los ecosistemas naturales. Esto se puede observar en el caso de Corrientes, que apostó a la forestación con especies exóticas -como pinos y eucaliptos- y, ahora, se empieza a notar cómo disminuye la disponibilidad de agua en muchos humedales, porque estos bosques plantados absorben toda esa agua”, agregó Quintana.
“Es por esto que el proyecto de Ley de Humedales, recientemente vuelto a presentar por cuarta vez en el Congreso, podría servir como marco normativo. Hay sectores que se oponen, justamente, porque no quieren que haya regulaciones. Hoy un actor privado puede avanzar, como ocurre en el Delta, sin pedir ni siquiera autorización, y no pasa nada. Con una ley habría herramientas legales para frenar esos negocios”, sentenció el licenciado en Ciencias Biológicas.
Pensar un nuevo paradigma productivo
Según un estudio realizado en el Bajo Delta del Paraná, entre mediados de la década de los ‘90 hasta el 2012 se perdieron un 40 por ciento de todos los humedales de esta zona. “Cualquier actividad a desarrollar tiene que estar en concordancia con los procesos naturales, con especial foco en los procesos hidrológicos a los que están sometidos los humedales para mantener su integridad ecológica”, apuntó Quintana.
“Muchas veces, se construyeron urbanizaciones en zonas de humedales y, luego, se producían inundaciones en los alrededores, ya que se trataba de una zona de retención de agua. Prácticas como sacar humedad o rellenar estos ecosistemas, que es una actividad bastante común, hace que se produzcan dichos problemas”, amplió Giorgi.
Respecto a las acciones inmobiliarias, el investigador comentó que “lo que ocurre es que, en los grandes ríos, y ahora también en arroyos, se está avanzando sobre lo que sería el área ribereña, que es parte del propio río y es parte de la dinámica del mismo que allí haya agua subterránea, que conecta con el cauce principal. Muchas veces se cree que el río llega solo hasta donde corre agua, entonces, siguiendo esa lógica, se construyen casas mirando al río hasta el último centímetro y, luego, se inunda”.
Por último, Quintana reivindicó el rol de la sociedad civil y la comunicación de temáticas ambientales en medios y redes sociales: “Creo que hay cada vez una mayor toma de conciencia en la sociedad. Antes, nadie hablaba de humedales, era algo más restringido al ámbito científico-académico. Por eso, es una alegría ver cómo se han empezado a ver movimientos en defensa de humedales de todo tipo y que las barreras de la ecología y la biología se hayan empezado a extender por toda la población”.
La Matanza: generar una base de datos local para proteger humedales
La problemática nacional también se extiende a la zona de La Matanza, puntualmente en la región de la Cuenca-Matanza Riachuelo, en donde se encuentran humedales como la laguna de Rocha en Esteban Echeverría, Santa Catalina en Lomas de Zamora y Saladita en Avellaneda. La conservación de dichos ecosistemas ubicados en el área metropolitana resulta indispensable para garantizar la protección ambiental a nivel local y la provisión de servicios ecosistémicos que benefician a la población.
“Puntualmente para los humedales de La Matanza, y a pesar del período de sequía regional que estamos atravesando y la elevada evapotranspiración de agua durante el verano y períodos cálidos, con las ocurrencia de lluvias observamos un rápido reverdecimiento de la vegetación y acercamiento de fauna acuática cuando los humedales vuelven a tener agua. Esto nos habla de la resiliencia del ecosistema, su capacidad de absorber situaciones adversas o perturbaciones y recuperarse, claro que dentro de ciertos límites”, aportó Patricia Pastore, coordinadora de Áreas Protegidas y Ordenamiento Territorial de ACUMAR.
Según la ecóloga, desde la institución se realizan distintos estudios como los monitoreos de calidad de agua y de sedimentos en humedales de áreas protegidas de la cuenca. Además, con el fin de conocer con mayor detalle los tipos y características de los distintos humedales en la Cuenca Matanza-Riachuelo, se proponen tener una base de datos georreferenciada de la región del conurbano.
“En este momento, estamos reiniciando la investigación relacionada al inventario de humedales de la Cuenca Matanza Riachuelo, en un convenio con investigadores del CONICET y, a su vez, en conjunto con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, para que toda esta información recabada se vincule al Inventario de humedales a escala nacional. Una vez finalizado, el mapa de humedales de la Cuenca estará disponible en el repositorio de mapas de ACUMAR, de acceso libre y gratuito”, agregó Pastore.
Por último, adelantó que, para este 2022, estudiarán junto al Instituto Nacional del Agua (INA) la dinámica del agua subterránea en escala local y cómo influye en los humedales, para conocer su funcionamiento hidrogeológico y realizar un manejo sostenible de cada uno de ellos.