Alerta bisfenol: un contaminante escondido en los tickets
El bisfenol A es una molécula presente en los comprobantes de pago de supermercado o de cajeros fabricados con papel térmico. Una investigación de la Universidad Nacional de General Sarmiento analiza la posibilidad de migración del bisfenol A hacia aguas y suelos y el potencial nivel de toxicidad calculado mediante una estimación para la salud humana, en especial para empleados en constante exposición con este tipo de papeles.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Incluso en los materiales más cotidianos y, en apariencia, más inofensivos, pueden esconderse potenciales contaminantes. Un grupo de investigación de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) estudia el impacto en el ambiente de los tickets de supermercados y otros papeles térmicos como comprobantes de peajes. ¿La razón? Un componente llamado bisfenol A que podría afectar, entre otras cuestiones, la función endócrina de los seres vivos.
“El bisfenol A, también conocido como BPA, es una sustancia capaz de interferir en la regulación hormonal y, además, tiene una enorme facilidad para migrar hacia el ambiente, ya sea hacia el suelo o hacia el agua. Hablamos de un compuesto con propiedades toxicológicas muy particulares”, comenta Javier Montserrat, investigador del área de Química Ambiental del Instituto de Ciencias de la UNGS.
El estudio de esta sustancia, cuenta Montserrat, inició cuando el grupo analizaba contaminantes orgánicos en un trayecto del Río Reconquista y en el arroyo Morón. Si bien el equipo encontró compuestos que se condecían más con contaminantes domiciliarios -como restos de ácidos grasos de jabones, detergentes, principios de repelentes de insectos, entre otros-, el hallazgo del bisfenol A encendió las alarmas e inició la búsqueda de potenciales fuentes. Así fue como se imaginó que el papel térmico podría ser una fuente significativa de este contaminante.
“La tecnología del papel térmico permite reducir el tamaño de los sistemas de impresión- detalla el investigador-. En una impresora clásica y doméstica, el cabezal de impresión dispensa la tinta sobre el papel. En cambio, en los papeles térmicos hay en el propio papel un colorante, junto al BPA, ambos inmovilizados en una capa de cera muy fina, sobre la cara brillosa del papel. Esta tecnología de impresión permite que pase una aguja caliente sobre el papel, haciendo que la cera se fluidifique y que ambos componentes se encuentren y, así, que ocurra una reacción química en la cual el colorante cambia de incoloro a coloreado”.
El problema con el BPA es que despierta señales de alerta en relación con la salud humana, en especial para aquellas personas que tienen una alta exposición con la manipulación de tickets. “Ya se ha encontrado presencia de bisfenol en los fluidos biológicos, como la orina, en individuos de todos los continentes. Y, además, hay diversos estudios que buscan correlacionar la aparición de algunos tipos de patologías en empleados que trabajan con cajas registradoras, por ejemplo, aunque no son aún concluyentes”, advierte Montserrat, quien dirige el trabajo junto a la investigadora Silvana Basack.
En este sentido, el especialista recomienda, por ejemplo, el uso de guantes para manipular los tickets para empleados que trabajen en constante exposición con este tipo de papeles.
Una proyección nacional
Si bien en esta primera etapa se busca tanto relevar la presencia de BPA en el Área Metropolitana de Buenos Aires como estudiar las velocidades de degradación de este elemento en el agua y en el suelo, una segunda parte del estudio buscará hacer un relevamiento a nivel nacional de la presencia de BPA en los tickets y otros papeles térmicos.
“Nos interesa mucho tener una idea más acabada de cuál es el grado de distribución de papel térmico que contiene BPA en todo el país. Sabemos que hay importadores de este tipo de papel con normas de fabricación europea, donde este componente ya está regulado. La Unión Europea, de hecho, ha aprobado recientemente reglamentaciones en relación al contenido máximo permitido de bisfenol A en papel térmico”, explica Montserrat.
España, por ejemplo, prohibió el uso de este compuesto en otro tipo de material como los envases plásticos de policarbonato. En Argentina, por su parte, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) prohibió, en 2012, la fabricación, importación y comercialización de mamaderas hechas de policarbonato ante la posibilidad que contuvieran o generaran esta sustancia.
“Con esta investigación, buscamos aportar información para que las autoridades y los actores correspondientes puedan tomar decisiones basadas en información científica, buscando ir hacia una tecnología que tenga menor impacto en el ambiente y en la salud humana”, destaca Montserrat.
El investigador, además, agrega que, desde el punto de vista regulatorio sería muy importante sumar también como un aspecto a reflexionar el de la manipulación de este tipo de papeles en relación a los residuos. “Es clave que no vaya a las fuentes de reciclado, como papel común, porque si, por ejemplo, con ese material se decidiera hacer servilletas, la exposición al BPA continuará. Ya hay evidencia de bisfenol en corrientes de reciclado de papel en Estados Unidos y Europa. Se debe considerar al papel térmico como un residuo que debe ser tratado especialmente”, concluye.