Cambiando el paradigma, más allá de las vinchucas
En el marco del Día Mundial de la Enfermedad de Chagas, la directora del Instituto Nacional de Parasitología, la doctora María Soledad Santini, reflexiona sobre la construcción que se hizo de esta enfermedad a lo largo del tiempo. Además, resalta la importancia de repensarla como un problema socioambiental y con enfoques integrales e interdisciplinarios.
Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM)- El Chagas es una enfermedad que, en el imaginario social, está fuertemente caracterizada por varios mitos: que es un problema de zonas rurales y clases bajas, que solo la transmiten las vinchucas y que todas ellas tienen Chagas o que no tiene cura ni tratamiento, entre otros tantos. En busca de repensar esta problemática socioambiental, equipos del Instituto Nacional de Parasitología y el Ministerio de Salud de la Nación proponen estrategias que se centren en tener una mirada integral y multidisciplinar.
“La idea es dar vuelta el paradigma del acceso al diagnóstico, al tratamiento y a las herramientas de prevención e información. Tenemos que dar un giro a la manera en la que trabajamos al Chagas para abordar este problema histórico y complejo, contemplando lo epidemiológico, lo médico y lo social”, destaca la doctora María Soledad Santini, investigadora del CONICET y directora del Instituto Nacional de Parasitología Doctor Mario Fatala Chaben (INP).
En términos de diagnóstico, las miradas dejan de apuntar a las vinchucas, vectores que, solo en algunos casos, están infectados por el parásito del Trypanosoma cruzi y pueden transmitir al Chagas. “Contrario a la creencia popular, en Argentina existen diferentes formas de contagio: la vectorial, producida por la picadura de una vinchuca infectada, o la vertical, que se da desde una persona gestante a su descendencia. Por último, las menos frecuentes se generan mediante la transfusión de sangre, trasplante de órganos de personas infectadas o accidentes de laboratorio” explica Santini, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.
“En cuanto a la transmisión vectorial, ya hace unos años está establecida una política para disminuir la transmisión por esta vía, mediante el control del insecto vector. Pero, con el devenir histórico, la transmisión vertical empezó a tomar más relevancia. La transmisión por vinchuca se limita a las provincias donde habita este insecto; sin embargo, la vía vertical se reporta en todo el territorio nacional, incluso en otros países no endémicos”, asegura la investigadora quien, además es presidenta de la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores en Salud (RAIIS).
Cuanto antes, mejor
Partiendo de este escenario, el Instituto Nacional de Parasitología convocó a todos los expertos y referentes nacionales. “Debatimos sobre la inclusión de la técnica de PCR, la misma que se utiliza en casos de COVID, en el algoritmo diagnóstico de Chagas. Tomando la capacidad instalada por la pandemia de COVID, aprovecharíamos el desarrollo y el equipamiento que se dio a partir de la misma para potenciar la detección temprana de esta enfermedad, que afecta a cerca de un millón y medio de argentinos y argentinas”, subraya Santini.
Lo interesante de esta estrategia es que funciona perfectamente para el diagnóstico en bebés. En esta línea, la investigadora explica: “La importancia de detectar al Chagas rápidamente reside en que, hasta los 10 meses de vida, si se le aplica el tratamiento de manera oportuna, es altamente efectivo”, apunta, remarcando, además, que “este es el mejor momento para accionar”. “Aplicando esta política pública de detección temprana de infección, en unos años se podría ver un descenso de los casos en la curva epidemiológica del país”, proyecta la investigadora.
Parte de la iniciativa también contempla la articulación con el trabajo que se realiza en cada provincia. “Queremos trabajar en estrecha relación con la Red Nacional de Diagnóstico, que tiene centros de referencia en todas las provincias. Desde el INP, realizamos acompañamiento para el diagnóstico y, ahora, queremos brindar asesoría para empezar a pesquisar a las madres infectadas y ver qué sucede con sus hijos”, señala la especialista en enfermedades endémicas del CONICET.
La interdisciplinariedad, una clave para abordar problemas complejos
En problemáticas grandes y vinculadas a la salud, la mirada biomédica suele ser la dominante. Sin embargo, la solución real solo se gestará a partir de una propuesta que contemple tantos ejes y disciplinas como sea posible. “Las perspectivas de estudio de esta enfermedad -indica Santini- se centran principalmente en la visión médica y dejan de lado áreas como la legal, la epidemiológica, la educativa o la social y cultural”.
“Se dice que es una enfermedad de la pobreza, una problemática rural o periurbana y, en realidad, no lo es. Está atravesada por factores socioambientales, sociosanitarios, demográficos y ocurre en cualquier clase social y espacio. La educación resulta una herramienta fundamental para poder transformar estas ideas”, concluye.