“El hidrógeno verde es una de las grandes herramientas que tenemos para combatir el cambio climático”
Pablo Provenzano, investigador y docente de la UNLaM, explica de qué se trata el hidrógeno verde, tras la inversión histórica anunciada este lunes por el Presidente, Alberto Fernández, en la COP26. Impactos en la economía y en el ambiente y por qué Argentina puede exportar este recurso al mundo, bajo la mirada del especialista.
Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM)- En búsqueda de lograr la transición hacia energías limpias para el año 2030, el Presidente Alberto Fernández confirmó este lunes, desde la Cumbre Mundial COP26, la inversión para la producción de hidrógeno a escala industrial. En diálogo con Radio Universidad, Pablo Provenzano, docente e investigador de la Universidad Nacional de La Matanza (DIIT-UNLaM), explicó las propiedades y ventajas de que Argentina explote el recurso renovable y se posicione como líder en la región en materia ambiental.
“Sin dudas que el hidrógeno verde es una de las herramientas que tenemos para combatir el cambio climático. Junto con la energía eólica, se puede lograr la transición hacia estos vectores que no generan dióxido de carbono y, a su vez, pueden contribuir al sector económico y de desarrollo con la generación de gran cantidad de puestos de trabajo”, resaltó Provenzano.
“El hidrógeno, en sí, es un elemento que, combinado con oxígeno, está presente en el agua. Al separar estos elementos, se genera gran cantidad de energía y, luego, produce vapor de agua, en lugar de liberar dióxido de carbono, que es justamente uno de los gases de efecto invernadero que deriva en toda esta problemática ambiental. Por lo tanto, es un vector de obtención de energía limpia, a diferencia de lo que sucede en la combustión de hidrocarburos”, afirmó el ingeniero, en diálogo con el programa Nada es lo que parece.
En esta misma línea, aseguró: “Con esta noticia realmente impactante y positiva, se vuelve sobre una cuestión que venía siendo un tanto postergada y que trae totales beneficios en obtención de energía limpia y no contaminación por gases de efecto invernadero, que es lo que hay que reducir y evitar”.
Según Provenzano, el proceso de electrolisis, es decir, de separación de hidrógeno y oxígeno del agua, siempre ha sido costoso. “Para llevarlo a cabo, se utiliza una celda de hidrogeno, un dispositivo que lo que hace es tomar el agua y separar en dos el átomo de hidrógeno, que está compuesto por un electrón y un protón”, explicó.
Y continuó: “Del electrón se obtiene corriente eléctrica. Luego, esta partícula vuelve a ingresar a la celda en otro extremo, para combinarse con el oxígeno del aire y convertirse en agua de nuevo. En definitiva, lo que se hace es separar agua líquida, pero, cuando se genera la reacción buscada, se vuelve a obtener agua en forma de vapor y no se desperdicia en ningún momento, porque es totalmente renovable”.
Al ser consultado por la ubicación estratégica de la planta, fijada en Río Negro, el ingeniero dijo que, “para lograr el proceso de separación, hay que agregarle energía al agua, justamente. Esa carga que se requiere sumar puede ser a través de energía obtenida del viento, o bien del sol. La Patagonia tiene en su totalidad un potencial eólico destacado por su calidad en el mundo, y, asimismo, cuenta con grandes fuentes de aguas, es por esto que es favorable para la generación de hidrógeno”.
"El impacto a nivel económico de esta decisión radica, precisamente, en la utilización de energías renovables para la electrólisis, y no con combustibles fósiles. Todo esto hace que no se alteren los ecosistemas. Por supuesto, la implementación de las plantas supone un impacto inicial, pero no será permanente", señaló a la Agencia CTyS-UNLaM, por su parte, el magíster Luis Fauroux, investigador del DIIT-UNLaM.
Argentina, a la vanguardia
“No hay mucho desarrollo en el mundo de este tipo de energías. Si bien en Europa siempre están adelantados en estos temas, para nosotros es importante porque, a nivel industrial, se va a empezar a potenciar en esta década y Argentina puede ser líder en esta cuestión. Hay estudios que afirman que nuestro país está en condiciones de exportar este recurso al mundo”, aseveró Provenzano.
Asimismo, aportó: “Se trata de una gran inversión en todos los niveles, sobre todo en las estructuras. Por ejemplo, el problema del hidrógeno es que es mucho más volátil que el gas natural y no se puede viabilizar en cañerías comunes, por las pérdidas. Esto obliga a crear una serie de dispositivos de almacenamiento mucho más blindados, con otra tecnología más costosa para resolver cuestiones como la falta de olor y que su llama tampoco es visible. Se tendrán que aplicar estas propiedades como se le aplica al gas, para poder distinguirlo”.