Otorgan Nobel de Medicina por descubrimientos de receptores para la temperatura y el tacto
Se trata de los científicos estadounidenses David Julius y Ardem Patapoutian, cuyas investigaciones ya se están aplicando en tratamientos del dolor y podrían desembocar en nuevas terapias. Un investigador del CONICET analiza la importancia y el impacto de las líneas de estudio.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- El fisiólogo David Julius y el neurocientífico Ardem Patapoutian fueron reconocidos este lunes con el Premio Nobel de Medicina 2021 por sus “descubrimientos de receptores para la temperatura y el tacto”, según anunció la Asamblea Nobel del Instituto Karolinksa.
En el comunicado, la prestigiosa entidad remarca: “Los hallazgos de los dos premiados nos han permitido entender cómo el calor, el frío y la presión pueden generar impulsos nerviosos que nos permiten percibir el mundo a nuestro alrededor y adaptarnos a él”.
“Sin duda alguna, los estudios de ambos científicos fueron clave para lograr avances en el estudio del dolor. Sus investigaciones tienen importantes aplicaciones en el tratamiento de muchas enfermedades”, señaló a la Agencia CTyS-UNLaM el doctor Cristian Acosta, investigador adjunto del CONICET cuyas líneas de trabajo incluyen, justamente, mejorar el tratamiento del dolor crónico o patológico.
Acosta, con sede de trabajo actual en el Instituto de Histología y Embriología de Mendoza Dr. Mario H. Burgos (CCT CONICET- Mendoza), tuvo oportunidad de conocer a Julius en 1998, en un curso de Biología Molecular en Neurociencias. Algunos años antes de ese encuentro, a principios de la década del ’90, Julius había identificado los receptores vaniloides, claves en todo el proceso.
“Cuando se comen pimientos picantes, generalmente producen dolor, calor, enrojecimiento… todos síntomas de sustancias irritantes. Y no se sabía a qué receptor se unía esa sustancia para generar eso. A partir del descubrimiento del sensor de las terminaciones nerviosas en la piel y de cómo se da ese mecanismo, Julius y su equipo abrieron el juego y permitió que se empezara a conocer mucho más sobre estos receptores de potencial transitorio”, describió Acosta.
Patapoutian, nacido en Armenia y con nacionalidad estadounidense, se especializó, por su parte, en otro tipo de señales: descubrió los sensores celulares de la piel y también de los órganos internos que responden a la presión.
“Cuando yo hago presión sobre la piel, se hunde. Ahora bien, ¿cómo se entera la célula que le estamos aplicando una presión mecánica? Patapoutian y su equipo describieron dos tipos de canales: uno que se suele activar cuando hay alguna obstrucción en el ducto pancreático, que genera cólicos; y otro que parece subyacer a todas las detecciones de deformaciones mecánicas que ocurren en el organismo”, amplió el investigador.
Acosta señaló también que ya existen terapias farmacológicas en el tratamiento del dolor basadas en los descubrimientos de Julius, luego de un largo proceso de investigación y de experimentos, mientras que, por el momento, no ocurre lo mismo con los procesos estudiados por Patapoutian.
“El tratamiento basado en los avances de Julius es un poco análogo a los parches de nicotina: se coloca un parche de capsaicina, uno de los compuestos de los pimientos picantes, y esa sustancia se libera muy lentamente. Ante la presencia de este compuesto, las terminales de las neuronas sensibles a este elemento se van retrayendo y se achican, generando, con el correr de los días, analgesia. Es un tratamiento muy efectivo en el caso de dolores crónicos”, detalló.
El impacto de estas investigaciones en el campo de la ciencia, por otra parte, es de un enorme alcance. “Tanto en mi grupo como en Laboratorio del Dolor en Cáncer del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional, de la Universidad Austral, en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) o en otros espacios, trabajamos muchísimo con estos avances y herramientas. Nos permite estudiar mejor los mecanismos de las neuronas y entender cómo se da ese proceso del dolor”, agregó Acosta.