Científicos argentinos advierten sobre los efectos a la salud y al medio ambiente del trigo transgénico HB4
Más de 1400 investigadores de 35 universidades e institutos de todo el país expresaron su preocupación por la posible aprobación del trigo genéticamente modificado resistente a sequía y al herbicida glufosinato de amonio, un agroquímico que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura es 15 veces más tóxico que el conocido glifosato.
(Agencia CTyS-UNLaM)– Cientos de científicos de todo el país suscribieron a un pedido para dar marcha atrás a la aprobación del trigo transgénico HB4, un organismo genéticamente modificado para tolerar el estrés hídrico y resistir la aplicación del herbicida glufosinato de amonio. A través de una carta abierta, advierten que la aplicación de este producto podría profundizar la contaminación ambiental, afectar la salud y perjudicar a los productores del sector agroexportador.
El producto, desarrollado por una alianza público-privada con la empresa Bioceres, fue pre aprobado por el Estado nacional en octubre del 2020, pero requiere de la autorización de Brasil –el mayor importador de trigo argentino- para que se empiece a comercializar.
Si bien la resolución se iba a dar el pasado 10 de junio, la Comisión Técnica de Bioseguridad (CTNBio) de Brasil postergó la decisión para la primera semana de agosto. Mientras tanto, el organismo regulador requirió más informes a la empresa Bioceres para evaluar la aprobación o no de la semilla.
Voces en alerta
Uno de los firmantes de la carta abierta es el investigador del CONICET y director del Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (FBCB-UNL), Rafael Lajmanovich, quien, en el año 2013, publicó, por primera vez, a nivel mundial, una investigación sobre los efectos del glufosinato en la salud de anfibios.
“En ese entonces, hicimos los primeros trabajos que demostraban tanto la genotoxicidad como la neurotoxicidad del glufosinato de amonio para la fauna silvestre”, expresó en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM. La peligrosidad de este agroquímico fue ratificada también por organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), que lo catalogó como 15 veces más tóxico que el glifosato.
Para el caso argentino, a las características de este herbicida se suman, por un lado, su efecto sinérgico con otras sustancias aplicadas a campo y, por otro, la cantidad cada vez más elevada de estos químicos que anualmente se utilizan en otros cultivos del sistema productivo, como la soja, el maíz y el algodón.
Este grupo de científicos, nucleados en el Colectivo Trigo Limpio, señalan que, desde que comenzó a implementarse en Argentina la combinación de productos transgénicos y agroquímicos, el uso de estas sustancias aumentó de manera exponencial y hasta alcanzó niveles récord, “llegando actualmente a 525 millones de litros de formulados por año”, el equivalente a 12 litros por habitante.
“En la actualidad –agregó Lajmanovich- el glufosinato de amonio está prohibido en Europa, justamente, por todos los problemas que causa a los mamíferos y, en ese sentido, continuamos investigando otros efectos que pueda tener tanto sobre la fauna silvestre como para las poblaciones posiblemente afectadas”.
Por su parte, el filósofo e investigador de CONICET, Guillermo Folguera, señaló que el uso de este tipo de tecnologías supone una profundización de las consecuencias ambientales del modelo agroindustrial, que se expande sobre la biodiversidad de distintos ecosistemas y, en este caso, tendría la facultad de aplicarse sobre suelos ya estresados por la degradación.
A su vez, el investigador hizo foco en los efectos sociales que estas biotecnologías han potenciado a lo largo del tiempo: “En este cuarto de siglo, los transgénicos han sido uno de los elementos clave en procesos migratorios y de desigualdad social, de pérdida de pequeños productores y de apicultores, y de multiplicación de los problemas en la salud evidenciada por las poblaciones en sus territorios, a partir de la diversidad y la cantidad de tóxicos usados”.
En el texto, los investigadores también advierten que, por las propias características del trigo y su polinización, hay riesgo de que otros cultivos de trigo no transgénico se contaminen genéticamente con esta nueva variedad.
Con este escenario, sumado a la falta de una ley de etiquetado de alimentos, los científicos expresaron que “de aprobarse el trigo HB4, toda la población estaría aún más expuesta a la ingesta diaria de herbicidas y en particular glufosinato de amonio, tanto en los alimentos como en el agua de consumo”.
Al respecto, Folguera reflexionó sobre el impacto simbólico de una decisión que, al día de hoy, está supeditada a las consideraciones del país vecino. “El trigo es uno de los elementos centrales de la mesa de los argentinos, así que, con las cantidades que el argentino promedio consume de este alimento, hay preocupación respecto a significaría esto para nuestra salud y nuestros territorios”, concluyó.