Un enfoque interdisciplinario para el desafío del clima y el agua
Celeste Saulo, directora del Servicio Meteorológico Nacional, y Mariano Re, investigador del Instituto Nacional de Agua, disertaron en torno a las políticas hidrometeorológicas en el país, los desafíos de la ciencia en este campo y el diálogo entre distintos saberes.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- El complejo escenario a partir del cambio climático, el impacto directo en la meteorología y en la vida de las personas y, a su vez, las demandas de comunidades en torno a problemáticas vinculadas al agua, parecen plantear desafíos e interrogantes a las ciencias. Esos obstáculos y el diálogo entre distintos actores sociales fueron algunos de los ejes que se trataron en una charla virtual.
El evento estuvo organizado por la Agrupación Rolando Garcia, integrada por científicos y científicas de diversas áreas que tienen como principal interés el debate en torno a políticas científicas y tecnológicas a nivel nacional, enfocando en diversas problemáticas y desde distintas disciplinas.
La jornada, que se convirtió en el noveno encuentro del ciclo, “Qué posibilidades tiene el desarrollo científico tecnológico en la Argentina de hoy”, abordó distintas facetas en torno a una Política Hidrometeorológica Nacional y contó con dos disertantes: Celeste Saulo, directora del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y Mariano Re, investigador del Instituto Nacional del Agua (INA). El evento estuvo moderado por Leandro Díaz, meteorólogo e investigador del CONICET.
En el inicio de su disertación, Saulo detalló algunos de los aprendizajes que le dejó el estar al frente del SMN, como balancear entre las expectativas personales, en torno a qué podía aportar ella como investigadora y docente de la UBA, y las expectativas colectivas de la institución.
“En cierta forma, toda la experiencia como docente también sirvió muchísimo para iniciar el diálogo y que la gente supiera para qué hacía lo que estaba haciendo. Y tiene que ver con que, en las universidades, hay mucho espacio de debate; es una cuestión que, tal vez, las instituciones no se caracterizan tanto por eso. Y mis herramientas como docente me ayudaron a poner en diálogo tanto lo que yo pensaba como lo que la gente quería”, destacó Saulo, quien también es Vicepresidenta de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
En relación a los servicios que ofrece el SMN, Saulo consideró que “no existe un servicio si no existe un usuario, y no existe un usuario si no es interpelado por la institución que, se supone, tiene que darle ese servicio”. En ese sentido, la investigadora consideró clave que los usuarios pasaran a ser eje central en los objetivos del SMN durante su gestión. “Debemos salir de la condición soberbia clásica en la que la academia es la dueña del saber. Todos sabemos algo, igual de valioso, por lo que necesitamos instancias para co-construir conocimiento con todos los actores”, consideró.
Saulo también rescató la importancia de la regionalización, teniendo en cuenta los alcances del SMN. “Se trata un poco del slogan ´Piensa global, actúa local, llega a la gente´. Todo se debe analizar con la perspectiva global, porque no estamos aislados del mundo, pero también teniendo en cuenta el factor territorial y local. No se pueden encarar los problemas desde una mirada centralista. Y debe haber una mirada de coordinación más global, nacional, pero no con un objetivo de supervisar o policial, sino de coordinación para evitar nuevos desbalances”.
Mariano Re, investigador en el Instituto Nacional del Agua y docente de la Facultad de Ingeniería de la UBA, repasó, por su parte, distintas experiencias de vinculación entre el INA y las comunidades. “Una de las más conocida es Anticipando la crecida, que tiene la participación de muchas instituciones, como el SMN, el Instituto Geográfico Nacional y la UBA, trabajando a la par con comunidades que viven en zonas inundables. Ha sido una co-construcción de conocimiento y de intercambio con muchas escuelas y adolescentes”, ejemplificó el investigador.
Otras experiencias de vinculación incluyeron trabajos junto a organizaciones territoriales que se agrupan en torno a problemáticas específicas, como las inundaciones. “Los resultados son muy positivos, porque obtienen un empoderamiento en torno a conceptos básicos, lo que les ha permitido discutir en altas esferas sobre sus problemáticas. También nos enriquece mucho a nosotros, y nos permite pensar líneas de trabajo que vayan en sentido de esas demandas y con el fin de vincular mejor lo que nosotros producimos como instituto”, analizó Re.
En ese sentido, para el docente e investigador es clave esa dinámica de dialogo de saberes, no sólo con otros campos de la ciencia, sino también con otros actores sociales. “Cuando llegás a los territorios, te das cuenta que no sos el único que estás pensando en posibles soluciones para ese territorio. Entonces, ese vínculo enriquece todas las visiones y todas las perspectivas”, valoró.
Ciencias (y otros saberes) en todos los ámbitos
Consultada en torno a los desafíos del cambio climático y a los servicios que se pueden ofrecer desde el SMN, Saulo resaltó la importancia de la cadena de valor. “Tiene que ver con fortalecer todos y cada uno de los componentes, en este caso, del servicio hidrometeorológico: la forma de obtención de datos, los dispositivos con los cuales se obtienen, mejorar los sistemas de pronóstico, cómo divulgar ese conocimiento que se generó, teniendo en cuenta diferentes lenguajes y plataformas”, enumeró la investigadora.
Para Saulo, el resultado final de todo ese proceso debe derivar en mejor información para tomar mejores decisiones, para salvar vidas o para proteger las producciones, entre otras. “De no ser así, es que hay una vacancia, entonces uno debe volver a analizar la cadena de valor y seguir fortaleciendo cada aspecto. Y todo esto se piensa partiendo de la base de que, detrás de los servicios como el del SMN, hay mucha ciencia. La ciencia no está, solamente, detrás de un producto concreto, como un medicamento o un dispositivo, sino que también está en los servicios que se ofrecen”, subrayó la científica.
A su vez, la investigadora consideró fundamental el “romper silos, estructuras que han nacido con un nivel de especificidad muy alto”. “Si pensamos en el problema de las amenazas naturales, por ejemplo, no podemos pensarlo con una disciplina: necesitamos cambios culturales e institucionales para enfocar esas problemáticas con una estructura más de red, más sistémica. Ver una inundación desde una sola disciplina puede ser una gran limitante”, advirtió.
Re, por su parte, recordó las líneas de trabajo planteadas por la OMM en torno a la hidrología, agrupadas en torno a las inundaciones, la sequía y la seguridad alimentaria, la gestión de recursos hídricos y la calidad del agua. “Se llaman ‘Ambiciones a largo plazo’, y una de ellas tiene que ver con que nadie puede verse sorprendido por una inundación. Me parece sumamente interesante para pensar trabajos, acciones y dinámicas de cómo encarar los problemas. En ese sentido, veo un desafío notable para el ambiente hidrológico y la certeza de que, solos, no vamos a llegar a ningún lado”, evaluó.
Para el investigador, en Argentina hay mucha historia en el campo, tanto por temas operativos como instituciones centenarias. “Son entidades que tienen mucha experiencia y mucho conocimiento, pero, desde el mundo hidrológico, hace falta ‘meter’ un poco más de ciencia en esos aspectos y generar conocimiento, teniendo en cuenta que son espacios que trabajan con un volumen de datos muy grandes. Generar nuevo conocimiento hidrológico es una deuda. Y es válido, también, pensar en torno a la formación de recursos humanos, más allá de las tecnologías con las que ya contamos”, aseveró.