El COVID-19 produce alteraciones en el sistema coagulatorio que favorecen el desarrollo de trombosis
La enfermedad tromboembólica venosa, tercera causa de muerte en el mundo, resulta aún más peligrosa en los pacientes con Coronavirus. Una especialista de la Sociedad Argentina de Hematología explica el impacto que tiene este virus en el sistema inflamatorio y coagulatorio.
Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM )- La trombosis, enfermedad que provoca una de cada cuatro muertes en el mundo, se produce a partir de la formación de un coágulo que obstruye una vena o arteria de cualquier parte del cuerpo y genera una reducción en el flujo de sangre. Según especialistas, en los pacientes afectados con COVID-19 la posibilidad de trombosis es más alta.
Claudia Casali, médica hematóloga del Hospital Alemán, señaló a Agencia CTyS-UNLaM que el COVID-19 produce alteraciones en el sistema de la coagulación: “La inmunotrombosis, un concepto desarrollado en los últimos años, indica que, cuando el Coronavirus ingresa en el cuerpo, todo el sistema inflamatorio se activa y, al hacerlo, este a su vez activa al sistema de la coagulación que provoca las trombosis”.
Para la experta se plantea una fisiopatología muy interesante para estudiar desde la medicina, pero que resulta muy desfavorable para el paciente en cuanto a la morbimortalidad. “Los que tienen más posibilidades de complicarse por la infección con COVID-19 son los que tienen patologías de base como la diabetes, la hipertensión, la obesidad o el tabaquismo”, apuntó Casali.
“Esto se debe a que, además del daño crónico que tienen sobre el endotelio, la capa de los vasos sanguíneos que está en contacto con la sangre, se le suma la injuria inflamatoria que produce el Coronavirus sobre las venas o arterias”, detalló la médica, quien también es Miembro titular de la Sociedad Argentina de Hematología.
“Según las publicaciones disponibles - explicó Casali - entre un diez y un 70 por ciento de los pacientes internados por COVID-19 desarrollan trombosis venosas. Esta variabilidad se debe a que son estudios de continentes diversos (Asia, Europa y América) y los análisis epidemiológicos indican que la trombosis varía según factores genéticos; por ejemplo, los pacientes caucásicos tienen tres o cuatro veces más propensión que los asiáticos”.
Control y tratamiento
Casali indicó que el virus produce trombosis venosas y, con menor frecuencia, trombosis arteriales. “La trombosis venosa más frecuente es la pulmonar, algunas veces precedida de trombosis de los miembros inferiores. En el caso de las trombosis arteriales, entre un tres y un siete por ciento se manifiestan como accidentes cerebrovasculares (ACV) o como infartos de miocardio por trombosis arteriales coronarias”, distinguió la experta en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
Para detectar embolias pulmonares o trombosis se suele apelar a los estudios por imágenes, pero los pacientes con COVID-19 que están en salas de cuidados para estados críticos tienen muchas dificultades para realizárselos.
“Es muy complejo el traslado dentro del hospital ya que están con respirador, pronados o con riesgo de esparcir el virus en otras salas. Si no contamos con imágenes, los médicos debemos estar muy atentos a las manifestaciones clínicas”, subrayó la integrante de la Sociedad Argentina de Hematología.
En cuanto al tratamiento para los cuadros tromboembólicos, la doctora Casali indicó que desde lo farmacológico “se abordan como a cualquier trombosis: si son venosas, con heparina y, si son arteriales, con antiagregantes”.
A su vez, agregó que “también existe la profilaxis mecánica, realizada con aparatos de compresión neumática intermitente, muy similares a las mangueras para tomar la presión, se ubican en los miembros inferiores y luego realizan un masaje que aumenta el retorno venoso”.
El problema aún sin resolver es como tratar el estado hiperinflamatorio que genera el COVID-19. “En Argentina, se hizo un estudio con plasma de convalecientes, pero en los últimos días los resultados no fueron buenos así que continúan en la búsqueda de otras soluciones.
Mientras tanto, y a la espera de la resolución definitiva de la vacuna, en el mundo se continúan probando inmunosupresores, antiinflamatorios y, sobre todo, antivirales usados en pacientes con HIV que podrían resultar útiles para estos casos“, concluyó Casali.