¿De qué hablamos cuando hablamos de Paleontología?
El paleontólogo Damián Pérez reflexiona sobre el lugar que ocupa esta disciplina en relación con otras áreas de las ciencias. ¿Qué verdades sobre el presente y sobre el devenir de la vida se pueden obtener a partir de los fósiles?
Doctor Damián Pérez (especial para Agencia CTyS-UNLaM) - La Paleontología es una ciencia con 200 años de historia, los cuales han cabalgado intermitentemente entre otras dos disciplinas, la Geología y la Biología. Hasta el día de hoy la cuerda tensionada entre ambos extremos sigue siendo un eje importante en el desarrollo de las actividades paleontológicas.
La Paleontología es la ciencia que estudia la vida en el pasado. Esto consiste en la incorporación de la variable temporal a los estudios biológicos, o de la variable biológica a los estudios geológicos. La herramienta fundamental del trabajo paleontológico son los fósiles, quienes pueden agregar la palabra “historia” en la historia de la vida (estas palabras no son mías sino de J. Adrain, G. Edgecombe y B. Lieberman, autores del libro Fossils, Phylogeny and Forms -2001).
¿Es entonces la Paleontología una rama de la Geología que se encarga del estudio de un tipo particular de rocas sedimentarias, los fósiles? ¿O acaso la Paleontología es una rama de la Biología que se encarga del estudio de los seres vivos del pasado?
El fósil en sí mismo constituye una dicotomía: está formado a partir de restos o rastros producidos por seres vivos pero que son retenidos dentro de la litosfera, lo que los convierte en rocas. La naturaleza misma del fósil es bivalente: geológica y biológica. Al conjunto de todos los fósiles se lo denomina registro fósil, el cual resulta el objeto de estudio de la Paleontología.
Entonces, ¿cómo encarar la Paleontología?¿cuál es el enfoque más apropiado con el cuál considerar al registro fósil? La pregunta es difícil de contestar. Si uno considera el desarrollo histórico de la disciplina, puede encontrarse con ambos extremos en diferentes ocasiones.
A modo de ejemplo, la Bioestratigrafía, una subdisciplina paleontológica que tiene por objetivo la ubicación temporal de los fósiles en un contexto estratigráfico y su uso para datar los mismos sedimentos donde están contenidos, tiene un origen netamente geológico, e incluso se puede llegar a considerar un rama de la Geología que precede a la Paleontología. Sin embargo, sus fundamentos son principalmente biológicos, ya que contempla la aparición y extinción de organismos y toma supuestos evolutivos (que no desarrolla).
La Paleontología Evolutiva, por ejemplo, está inevitablemente ligada a conceptos biológico-evolutivos, de los cuales se alimenta y a los cuales nutre con sus aportes, incluyendo el dado por la idea fundamental de tiempo en términos geológicos.
La Tafonomía, otra subdisciplina (nacida a principios del Siglo XX), tiene como objeto estudiar las condiciones en las que se da la preservación de los fósiles, los procesos previos al pasaje de éste entre la biosfera y la litosfera. Para ello, la Tafonomía no llega a anclarse en ninguno de los dos extremos, se nutre tanto de fundamentos biológicos como geológicos generando una mixtura de ambos. También, la Tafonomía tiene enfoques propios, que no pertenecen completamente a ninguno de los dos extremos y surgen completamente del saber paleontológico.
El registro fósil entonces es factible de ser visto desde diferentes puntos de vista. La metáfora más difundida entre los paleontólogos es la del rompecabezas incompleto. Ésta considera a los fósiles como excepciones, excentricidades de la naturaleza que funcionan como ventanas ocasionales de la vida antigua. Reconstruir este pasado se asemeja al armado de un rompecabezas para el cual contamos con muy pocas piezas.
Así, la tarea del paleontólogo es casi la de un detective que con unas mínimas pistas debe establecer un hecho. La incompletitud e imperfección del registro fósil genera un sesgo al que el paleontólogo debe enfrentarse constantemente. Esta es la falencia que destacaba Charles Darwin a la hora de incorporar los fósiles en su desarrollo de la Teoría de la Evolución por medio de la Selección Natural. En todos los años posteriores a Darwin, la incompletitud del registro constituyó un argumento siempre presente para la valorización del mismo. Durante el desarrollo de la Síntesis Evolutiva, en la década de 1930, el papel de la Paleontología quedó relegado a un aportador de pruebas por estas mismas razones.
Stephen J. Gould y Niles Eldredge se basaron en una visión distinta del registro para el desarrollo de su Teoría de los Equilibrios Puntuados en 1977, una alternativa al Gradualismo Filético por el que abogaba la Síntesis Evolutiva (para no embrollar, estamos hablando de diferentes teorías para explicar el funcionamiento de la evolución biológica).
Para estos paleontólogos, el registro no constituía una entidad eternamente padeciente de la incompletitud sino que muchas veces podía preservar secuencias completas observables. Con esta premisa elaboraron una nueva teoría evolutiva que permitió cambiar la posición de la Paleontología respecto a la evolución. Desde la década de 1980 surgieron una gran cantidad de movimientos dentro de la Paleontología que abogaron por la visión analítica de los fósiles y los datos que estos presentan, lo que constituyó la Revolución Paleobiológica.
Dentro de este marco, el cual continúa hoy día y es seguido por un número importante de paleontólogos, el registro fósil es estudiado con herramientas surgidas de la Estadística y la Ecología, e incluso de la Biología Evolutiva. Esta visión se encuentra mucho más cercana a la Biología moderna.
La visión de S. J. Gould sobre los fósiles no se limitó a esta teoría sino que formó parte de toda su producción científica, incluyendo su labor divulgativa. Este enfoque pareciera asentarse en el extremo biológico pero en realidad no termina de posicionarse en tal punto. Este paleontólogo no realizaba recortes temporales en su trabajo, no separaba organismos fósiles de vivientes y los consideraba parte del mismo continuo a la hora de analizarlos. No separaba a la Paleontología de la Neontología (una forma de llamar a la Biología como una contraposición a la Paleontología) y se refería a ambas disciplinas como parte de una Historia Natural. Tampoco hacía una separación tajante entre lo empírico y lo historiográfico, ya que constantemente incluía las visiones históricas de cada fenómeno que estudiaba para agregar su desarrollo. Un punto a destacar es que S. J. Gould se formó originalmente como geólogo.
Hoy día la visión de la Paleontología como una subsidiaria de la Geología es la prevalente entre los paleontólogos. A su vez, la consideración de la Paleontología respecto a teorías biológicas (principalmente la Teoría Evolutiva) también es secundaria, y muchos paleontólogos juzgan que ésta sigue constituyendo un aportador de pruebas, en el mejor de los casos.
Esta posición cuasi-sumisa de la Paleontología no la ubica en un punto intermedio sino que es casi un complejo de inferioridad hacia sus disciplinas hermanas. La visión que los mismos paleontólogos tienen sobre el conjunto de los fósiles es probablemente la razón más importante de este fenómeno. Un cambio de enfoque respecto al Registro Fósil, como el que S. J. Gould imponía a su trabajo, podría modificar el rol actual de la Paleontología y dejar esta posición relegada.