TEDxUNLaM: un festival de ideas que inspiran
La Universidad Nacional de La Matanza fue sede del primer evento de charlas TEDx en el Oeste de Buenos Aires. Durante la jornada, cinco oradores pertenecientes a la comunidad compartieron sus experiencias e ideas para inspirar y lograr un cambio de pensamiento.
Agencia CTyS-UNLaM- Con la Universidad Nacional de La Matanza como sede, el Oeste de la provincia de Buenos Aires tuvo su primera edición de charlas TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño), un evento que cuenta con larga trayectoria a lo largo del mundo y que se dedica a “Ideas dignas de difundir”, convocando a personalidades destacadas de las ciencias, el arte, la política, la educación y la tecnología, entre otros tópicos.
Para la edición organizada en la Universidad, denominada TEDxUNLaM, se convocaron a cinco oradores de distintos campos pertenecientes a la comunidad académica y también a la comunidad local, quienes en intervenciones de 18 minutos compartieron sus experiencias e ideas innovadoras. En búsqueda, como propone la organización fundadora, de inspirar y buscar un modo de pensamiento colectivo.
La jornada se realizó a partir del emprendimiento voluntario de un grupo de egresados de diferentes carreras de la Universidad que recibe el apoyo de la Dirección de Graduados y el acompañamiento de otros sectores, como la Secretaría de Extensión y el Instituto de Medios de Comunicación.
Abrir el juego con pensamiento creativo
El primer orador de la jornada fue Hernán Mavrommatis, ingeniero en Electrónica y docente de la UNLaM, quien indagó sobre la creatividad y el humor en el aprendizaje. “El hecho de dar clases un viernes a las 7 de la tarde, donde por ahí los estudiantes están medio cansados o sin ganas, me obligó a buscar nuevas formas de dar los contenidos”, arrancó Mavrommatis.
Durante su charla, el docente explicó que el humor puede ser un excelente vehículo para llegar a la creatividad, definiendo al pensamiento creativo como “distintas formas y alternativas de entender el mismo fenómeno, o de nuevas maneras de proponer soluciones y respuestas a los problemas. En realidad- ahondó-, la creatividad también se trata de probar cosas muy distintas con el fin de lograr resultados diferentes”.
Destacando además la flexibilidad cognitiva y la aceptación de nuevos caminos para pensar “¿adónde me lleva este pensamiento?”, Mavromattis ejemplificó la utilización del humor anunciando que iba a contar un chiste. “Inicia así: entra un oso, un burro y un ingeniero a un bar. El oso le dice al barman ‘lo de siempre, por favor’ y el barman les sirve tres whiskys, haciendo los tres fondo blanco”.
Ante la consulta al público de si hasta allí se entendía, y la respuesta afirmativa del auditorio, Mavromattis simuló indignarse. “¡Son unos desquiciados! Miren si un oso y un burro van a entrar de verdad a un bar, van a hablar y el barman les va a servir un trago como si nada”, exclamó, ante las risas del público.
“Lo que sucede es que cuando alguien nos dice que nos va a contar un chiste, suspendemos el juicio crítico. Ante ese nuevo escenario, se genera un gran volumen de ideas”, aseguró el docente, quien cerró su ponencia aclarando que no había dado una sola charla, “sino tantas como las personas que la escucharon, porque cada una tendrá una percepción distinta de ella”.
Seguir los sueños
La segunda oradora fue Pamela Frank, licenciada en Relaciones Públicas, quien arrancó con una consulta. “Me llamo Pamela Frank y soy… ¿qué soy? ¿Soy mi título, soy lo que estudié? ¿O soy lo que amo?”. A continuación, narró como de chiquita le encantaba la danza y quería ser coreógrafa pero ciertas imposiciones y condiciones de los lugares donde iba a estudiar le ponían obstáculos. “La danza no es para cualquiera, me decían esos profesores”, contó.
Luego de estudiar y recibirse como relacionista pública, Frank volvió a su viejo sueño de ser bailarina y coreógrafa y abrió su propia escuela en Isidro Casanova, donde da clases a niños y niñas de la comunidad. La “danza” diaria de su trabajo –“recibir mails, responderlos, presentarse a reuniones”- la inspiró para hacer una coreografía junto a sus alumnos titulada “Bailando Trabajo”, que incluso sumó una campaña fotográfica.
Pero el sueño no quedó allí. Decidieron presentarse en el festival más importante del país, que se desarrolló en Córdoba –y al que llegaron viajando en micro y en tren- y lo ganaron, teniendo como recompensa un viaje a Nueva York, en Estados Unidos. “No hay una receta para cumplir los sueños, pero no puede faltar la voluntad, el amor y el creer firmemente en lo que amas”, resaltó Frank.
También compartió videos y fotos de sus alumnos, aseguró que la danza es también “una manera de comunicarnos” y, para retomar la pregunta con la que había iniciado su charla, aseguró: “soy una privilegiada que vive de lo que ama”.
Fracasar para triunfar
El siguiente orador fue Marcelo Carbone, licenciado en Administración y docente de la UNLaM, quien, con una ponencia titulada “Máximas de un fracasador serial”, compartió su experiencia de vida y sus intentos en decenas de proyectos. “Trabajo de pifiarla”, aseguró, ante las risas del auditorio.
“He intentado muchas cosas, y muchas de ellas me salieron mal. Pero en realidad se trata de cometer errores seguido, de crear, equivocarse para aprender y seguir haciendo”, siguió Carbone, quien aseguró que de cada experiencia en la que ‘fracasó’ se llevó muchas experiencias y conocimientos.
El docente también resaltó la importancia de la pasión, el tiempo y el esfuerzo para dedicarle a lo que uno ama, pero sin caer en la obsesión por la perfección. “Lo perfecto es enemigo de lo bueno, gente, si todo el tiempo buscan hacerlo todo perfecto terminarán sin hacer nada”, subrayó, además de destacar que el éxito no se trata de ganar dinero sino de poder hacer lo que uno ama y que “el aprendizaje no es una variable, es una constante”.
“No se olviden- cerró su ponencia- que valores como la resiliencia, de poder superar los obstáculos y de levantarnos después de cada caída, son muy fundamentales, y que el equipo de gente con el que trabajamos es nuestra herramienta más importante”.
Por su nombre
Gabriel Copola, licenciado en Educación Física, docente y jugador de tenis de mesa adaptado, abordó distintos lugares comunes que se utilizan para hablar de las personas con algún tipo de discapacidad. “He escuchado todo tipo de adjetivos, que de alguna forma se vuelven etiquetas: inválido, deficiente, rengo, cojo, entre otras”, inició.
“En otras ocasiones, se apela a otras formas, como ‘persona con capacidades diferentes’”, continuó. Situándose en el centro del escenario, extendió su mano al aire. “No, no puedo volar…evidentemente no soy una persona con capacidades diferentes”, exclamó, ante las carcajadas del público.
“En otras ocasiones, he subido una foto con mi perro a alguna red social y me firman ‘Sos un ejemplo de vida’. ¿What? ¿Sólo por una foto con mi perro? ¿A alguno de ustedes le firmaron eso en su Instagram por subir fotos con su mascota? Creo que no”, siguió Copola, consiguiendo nuevamente risas en el auditorio.
“¿Saben cuál es la mejor forma de llamar a alguien? Por su nombre. Mi nombre es Gabriel”, inició el jugador paraolímpico –representó al país en los últimos juegos Paraolímpicos de Río de Janeiro-. “Los medios nos hicieron creer que había que marginar, que dejar de lado al diferente, que había que dejar de ver a la persona. La diversidad es lo normal”, concluyó.
Fanatismo por redes sociales
El cierre del evento estuvo a cargo de la licenciada en Letras, doctora en Ciencias Sociales y Magíster en Comunicación Institucional Adriana Amado, quien analizó cierta explosión por la comunicación a partir de las nuevas tecnologías en su ponencia “Menos comunicación, por favor”.
“Pareciera que la comunicación se nos volvió una obligación, especialmente en el plano visual: todo el tiempo sacando fotos o selfies, guardándolas y acumulando miles de datos en bytes vaya a saber uno para qué. ¿Recuerdan cuando hace unos años nos íbamos de vacaciones y alcanzaba un rollo de 36 fotos para 10 o 15 días?”, consultó.
La obsesión por las redes y por comunicar todo generó, para Amado, una paradoja. “Con tanta comunicación nunca nos sentimos tan incomunicados- alertó-. Siempre que aparece un nuevo medio genera miedo, ocurrió con la televisión en su momento. Ahora también sucede con las redes, nos generan miedo pero aún así, en Argentina, pasamos más de tres horas al día conectados al celular, de las cuales una gran parte son dedicadas a las redes sociales”.
“Por supuesto, yo quiero estar en un mundo conectado, pero no frívolamente conectado. Nos acostumbramos a decir que la mayor parte de los problemas se debe a un problema de la comunicación, pero estamos demasiado pendientes de ella. Tal vez la solución sería un poco menos de comunicación, por favor”, concluyó.