Trappist-1 y la puerta que se abre a nuevos mundos
El astrónomo Hugo Levato, director del ICATE-CONICET, analizó cómo este descubrimiento de siete planetas con una masa y tamaño muy similares a la Tierra aumenta las posibilidades de encontrar vida fuera del sistema solar y que tan posible sería viajar hasta allí en algunas décadas.
(Agencia CTyS-UNLaM) - “Este descubrimiento enfatiza que nos hemos perdido, hasta ahora, la enorme cantidad de planetas que andan pululando en nuestra Galaxia”, manifestó Hugo Levato, director del Instituto de Ciencias Astronómicas, de la Tierra y del Espacio (ICATE-CONICET). Y aseguró: “Si en esta estrella hay siete planetas parecidos a la Tierra y la Vía Láctea tiene 200 mil millones de estrellas, cuya mayoría tienen una masa semejante o menor a la del Sol, eso quiere decir que hay miles de millones de posibilidades de encontrar objetos como los que se acaban de anunciar”.
La idea del Universo ha cambiado rotundamente desde el momento en que Levato comenzó a estudiar Astronomía a fines de los 60: “Hoy, tenemos a la vista cosas que en aquel momento eran inimaginables y todo se lo debemos a la tecnología, al contar con telescopios y satélites desde afuera de la atmosfera terrestre”.
El próximo paso dentro de la búsqueda de planetas similares a la Tierra es utilizar los telescopios gigantes que van a ser inaugurados dentro de poco, como el telescopio espacial James Webb, con los cuales será posible estudiar la atmosfera de estos planetas. “Si tienen atmósfera y en ella se detecta oxigeno, vapor de agua, nitrógeno, elementos como los que conocemos en la atmósfera terrestre, aumentarán las posibilidades de que allí pueda haber vida”, indicó el experto a la Agencia CTyS-UNLaM.
Una diferencia de este sistema planetario es que su estrella central es mucho más pequeña y mucho más fría que el Sol, pero, aun así, en tres o cuatro de estos planetas podría existir agua en estado líquido y, tal vez, vida. Estos planetas descubiertos tienen una órbita mucho más pequeña que la que realiza la Tierra alrededor de nuestro Sol. “Algunos de estos planetas tienen ‘años’ de tan solo unos pocos días”, comentó el director del ICATE.
Al tener una masa mucho menor que la del Sol, Trappist-1 vivirá por mucho más tiempo. “Una de las cosas fascinantes es cómo juega el tiempo en todo esto; en números redondos, el Sol tendrá una vida total de 10 mil millones de años, de los cuales ya vivió 5 mil millones, o sea que está a la mitad de agotar el hidrógeno que es su combustible”, aseveró Levato. Y explicó: “En cambio, Trappist-1, por tener mucha menos masa, consume hidrógeno mucho más lentamente y vivirá mucho tiempo después de que se haya extinguido el Sol”.
Aunque hoy no hubiera vida en este sistema planetario recientemente descubierto, tiene miles de millones de años por delante para evolucionar y desarrollar vida en un futuro. Estos mundos se encuentran a poco menos de 40 años luz y, en la opinión de Levato, tal vez en un siglo, sería posible realizar viajes de tamaña distancia.
La posibilidad de viajar hasta Trappist-1 u otros mundos
“A la velocidad que viajamos hoy es imposible de llegar a Trappist-1, pero estimo que dentro de 100 años vamos a poder viajar a lugares que están 40 años luz”, consideró Levato. Y relató: “Hay que pensar como en la carabelas que usó Colón, que tenían esas velas grandes infladas por el viento; hay proyectos para hacer vehículos con ‘velas parecidas’, pero impulsados por las partículas solares que nos invaden por todos lados y viajan a 300 mil kilómetros por segundo”.
Si bien eso no aseguraría viajar a la velocidad de la luz, podría alcanzarse una velocidad suficiente para hacer recorridos interestelares. “Además, hay que tener en cuenta la teoría de Einstein y la relatividad del tiempo, por la que, si una persona viaja a una velocidad importante, envejece menos que la que se queda en reposo; y si una persona viajara ida y vuelta hasta Trappist-1 a una velocidad cercana a la de la luz, aquí habrían pasado 80 años, pero, para ese viajero, muchos años menos”, describió el director del ICATE.