Diseñan un material que purifica fácilmente aguas de consumo
Investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto trabajan en discos activos inertes que se aplican a recipientes con agua. Permiten eliminar bacterias y contaminantes a través de mecanismos químicos y físicos en menos de 24 horas.
Sebastián Alonso (CTyS-UNLaM) En uno de los tantos campos de siembra de la República Argentina, Esteban concluye sus labores diarias; ha terminado de preparar y atender su cosecha. Exhausto, bebe agua del pozo de su terreno sin saber que esto puede ser muy perjudicial para su salud. Se trata de agua que contiene un alto contenido de metales pesados de origen natural, microorganismos y contaminantes, tales como pesticidas, que llegan al agua subterránea luego de su aplicación en zonas cultivadas.
En el sur de la provincia de Córdoba, científicos de la Universidad Nacional de Río Cuarto detectaron la problemática. “Muchas personas ingieren el agua tal como lo obtienen de las perforaciones, y sabemos que contienen importantes niveles de arsénico y plaguicidas”, explica María Lorena Gómez, una de las especialistas en cuestión, en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
A partir de esta observación, el grupo de trabajo encabezado por la Doctora en Ciencias Químicas e investigadora del CONICET, desarrolló discos de silsesquioxano, un plástico especial al que se incorporaron múltiples compuestos, que permiten purificar el recurso para consumo humano o animal. Finalizado el tratamiento, pueden removerse fácilmente de los recipientes tratados.
El material desarrollado presenta como innovación la flexibilidad y resistencias química y térmica, además de activar distintos mecanismos de acción en el tratamiento, como consecuencia de la incorporación de arcillas y colorantes en su estructura. Mientras que metales, como cobre, cadmio y arsénicos y otros compuestos son retenidos en la superficie de los discos, la luz solar puede provocar la degradación de contaminantes orgánicos o la muerte de microorganismos.
De esta manera, al sumergir los discos en un litro de agua y someterlos a luz solar, entre 12 y 24 horas puede obtenerse agua biológicamente segura, limpia de las sustancias y agroquímicos tóxicos.
Imponiendo ciencia aplicada
“Cuando comencé mi tesis, en el 2001, el científico estaba inmerso en su laboratorio; hoy el paradigma ha cambiado y trabajamos en una aplicación más directa”, asegura la investigadora. En esa búsqueda y con la intención de generar vinculaciones con el sector industrial, el producto fue presentado Concurso Nacional de Innovaciones (INNOVAR).
La experiencia superó las expectativas ya que, según Gómez, no solo pudieron intercambiar ideas con otros equipos de especialistas, sino también conversar con estudiantes y familias que tenían en sus hogares problemas con el agua, quienes se mostraron “muy interesados” y “alentaban al grupo a seguir avanzando”.
El producto respondió eficientemente a los exámenes a escala de laboratorio y, ahora aguardan por la inserción al mercado. En este sentido resaltan la importancia del Estado como fuente de financiamiento, siendo un soporte indispensable para favorecer este tipo de desarrollos.