La lucha por la Independencia, 200 años después
El historiador Hugo Chumbita analiza los modelos de país que se debatían en el proceso de independencia. Además, pone bajo la lupa cómo las distintas concepciones de la democracia y de la independencia política, económica y cultural fueron evolucionando a lo largo de los últimos dos siglos.
Carolina Vespasiano y Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Doscientos años pasaron ya desde aquella Declaración de la Independencia, debatida, discutida y resuelta en la mítica Casa de Tucumán. Pero los procesos independentistas en los más diversos niveles –políticos, económicos y culturales- son aún hoy, en pleno siglo XXI, materia de debate entre intelectuales e historiadores. No sólo en relación al pasado, sino también en cómo hoy Argentina determina sus posturas y relaciones con otros Estados.
En diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, el historiador y doctor en Derecho da un repaso por los procesos y debates que se dieron en aquel Congreso de Tucumán y los modelos de país que se discutían en 1816. Además, evalúa los procesos históricos que siguieron a aquella Declaración de la Independencia y objetivos actuales de la democracia en función de los ideales propuestos hace dos siglos.
¿Por qué se eligió a Tucumán como sede de la declaración de la Independencia?
El Congreso se realiza en Tucumán porque, en ese momento, Buenos Aires tenía interés en respaldarse en las provincias del Interior y en las del noroeste principalmente para enfrentar el desafío de la Liga Federal de José Gervasio Artigas. Desde el Litoral y con el apoyo de seis provincias, Artigas cuestionaba al poder central. Que el Congreso se lleve a Tucumán es una excepción en los congresos de todo ese periodo de la década de 1810.
¿Cuáles son los debates y modelos de país que se discutían allí?
En el Congreso de Tucumán se prolonga un debate que se divide entre las provincias que exigían la forma federal, por un lado, y el centralismo porteño por el otro. Además, se superpone la cuestión de la forma de gobierno, donde también existía una división entre los partidarios de la monarquía constitucional y los partidarios de la república. En Tucumán, el congreso, sobre todo por influencia de Manuel Belgrano, asume en un momento el proyecto de la monarquía incaica, que estuvo a punto de sancionarse con una visión americanista muy interesante. Esta idea se refleja en la denominación de las Provincias Unidas de Sudamérica, tal como lo proclama la Declaración de la Independencia. Este gesto, junto con la emisión de la declaración en quichua y en aymará, además de la lengua castellana, son señales que dirige el Congreso a los pueblos originarios y al resto de los pueblos latinoamericanos.
¿Cuál fue la respuesta de España ante la Declaración de la Independencia? ¿Cuáles fueron los primeros países en reconocerla?
Este proceso independentista es un desafío que sólo se puede sostener por las armas y es el prólogo a la parte decisiva de la Guerra de la Independencia que está a cargo de José de San Martín y del ejército de los Andes. Por eso, San Martín y Belgrano son parte del grupo que impulsa la declaración y luego desarrollan la guerra revolucionaria hasta las últimas consecuencias. En cuanto al reconocimiento de otros países, se tardó un poco en conseguir el apoyo de los demás países de Europa y Estados Unidos, porque tenían muchas reticencias frente al proyecto de la emancipación de los países sudamericanos. Llevó años lograr el reconocimiento, de hecho únicamente se concretó con la guerra de la independencia.
¿Cómo siguieron o se transformaron los lineamientos políticos y económicos de la declaración de la independencia?
La independencia, en sentido político, se logró formalmente con la guerra de la Independencia que termina recién en 1824. Luego, el problema de la Independencia está condicionado por los intentos de penetración del neocolonialismo europeo, fundamentalmente británico. Esa lucha por la autonomía plena económica es, en realidad, una manera que mantiene el movimiento federal pero que luego de la derrota de Juan Manuel de Rosas y de Urquiza se desvirtúa. La dependencia económica que se crea en la etapa de integración subordinada a Europa y al mercado mundial, con la Generación del 80 y el período de Estado oligárquico, va a desmerecer y desvirtuar la independencia política. En 1945, cuando surge el proyecto del peronismo se plantea recuperar la plena soberanía política y la independencia económica. Esa lucha por la independencia económica continúa hoy en día como una tarea que no se ha logrado consumar, un proyecto que no se ha podido cumplir. Y en la medida que no haya soberanía económica, la soberanía política también es en gran medida ficticia.
¿Y en relación a los procesos culturales?
El proceso de la independencia cultural, paralelamente con la revolución emancipadora, tiene un momento muy importante donde se intenta generar una identificación americana. Pero también es luego desmentido por el proyecto de europeización que sobre todo es el discurso de Domingo Sarmiento y de la Generación del 80: crear un país a imagen y semejanza de Europa, traer inmigrantes europeos e incluso reemplazar la población criolla por la población de origen inmigrante. Este proyecto tampoco se consuma totalmente; de ahí los avances y retrocesos que a lo largo del siglo XX marcan esa lucha, por la identidad americana versus la identificación subordinada de Europa, siendo todavía una contradicción en la cultura argentina.
¿Cómo se articuló el ejercicio de la democracia en el pueblo con esta idea de la independencia?
Una verdadera república democrática difícilmente podría aceptar esa subordinación a las grandes potencias, pero la democracia recién se empezó a convertir , en parte, en 1916. Todavía en 1916, en el Centenario, las elecciones de las que surgió el presidente Roque Sáenz Peña eran viciadas por el fraude. Después de la caída de Hipólito Yrigoyen se recayó en el fraude y se proscribió el radicalismo, como más tarde se proscribiría al peronismo. La democracia plena se ha afirmado en sus bases constitucionales después de la última dictadura militar. Ha costado mucho lograr que exista una representación republicana y no una dominación de una minoría.
¿Qué hace falta hoy en día para afianzar esos ideales democráticos que hoy se celebran?
Lo que hace falta es lograr la integración sudamericana y conformar un bloque. Los países de esa región que unidos pueden enfrentar los poderes de la dominación global, financiera, económica, política, militar incluso. El problema de la dependencia se ha tornado bastante grave por amenazas de todo tipo que pueden ser enfrentadas con la unión de los países sudamericanos y esto es también parte de la batalla cultural por nuestra identidad. Los pueblos originarios nos llaman la atención sobre los orígenes de América que no se pueden olvidar y son una parte esencial de nuestro continente que tiene una cultura, una realidad mestiza, pero donde la mitad indígena americana es un componente sustancial. Está en el fondo, en el origen y viva aún a pesar de todos los trastornos que han sufrido las culturas originarias.
Hugo Chumbita es escritor e historiador. Fue editor de la famosa Revista 4161 y colaborador de Todo es Historia. Fue docente titular de las cátedras de Derecho Político e Historia Política Americana de la Universidad Nacional de La Matanza y actualmente es docente de la Universidad Nacional de las Artes. Es autor del libro Hijos del país, en el que analiza el origen mestizo de Hipólito Yrigoyen, José de San Martín y Juan Domingo Perón, al tiempo que analiza y traza una biografía sobre cada uno de estas figuras; y de Historia crítica de las corrientes ideológicas argentinas. Revolucionarios, nacionalistas y liberales, 1806-1898, entre otros títulos.