"El humor es una gran ventaja para desmitificar la ciencia"
Con The Big Van Theory, casi homónimo de la popular serie norteamericana, un grupo de investigadores españoles hace monólogos humorísticos con contenido científico. Uno de sus fundadores cuenta los orígenes del proyecto y destaca el impulso a la divulgación científica en Argentina.
Agencia CTyS - ¿Cómo hacer para hablar de átomos o física cuántica y al mismo tiempo hacer reír? Algún lector nombrará enseguida a The Big Bang Theory, la popular serie norteamericana que narra la vida de cuatro científicos entre tubos de ensayo, fórmulas y ecuaciones pero, también, entre novias y amistades.
Pocos sabrán que desde España surgió un proyecto casi homónimo, The Big Van Theory, donde los científicos se valen de monólogos para lograr una sonrisa en el público a partir de contenidos científicos. “Utilizando el humor a distintos niveles llegamos a distintos públicos. El humor es muy democrático y de fácil acceso, por lo que es una gran ventaja para desmitificar la ciencia”, destaca uno de los fundadores del grupo y matemático, Eduardo Sáenz de Cabezón.
Actualmente, la plantilla de The Big Van Theory incluye a 17 científicos de las más diversas disciplinas, que se presentan no sólo en España sino también en diferentes lugares del mundo, incluyendo la Argentina.
Un monólogo para contar ciencia
¿Puede una competencia ser el puntapié para la formación de un grupo exitoso? The Big Van Theory es la prueba de que sí lo es. En 2013, el concurso de monólogos científicos FameLab, creado por Inglaterra, llegó a España a través de la Federación Española para la Ciencia y la Tecnología.
“A los que clasificamos a las semifinales del concurso nos gustó mucho el formato de los monólogos y nos gustamos nosotros como grupo, por lo que decidimos lanzarnos a bares y a discotecas para probar suerte”, relata Sáenz de Cabezón. El “bautismo”, si es válido un término religioso en algo tan científico, fue el 1º de junio del 2013 en un Festival llamado Frikoño, definido por el matemático español como “un festival freaky para ñoños”.
El éxito estuvo desde la primera experiencia. “A la gente le gustó mucho, tuvimos una relación muy buena de entrada y nosotros la pasamos muy bien. A partir de ahí, empezamos a lanzarnos y hace dos años que estamos en este proceso”, cuenta el investigador.
Tal fue el éxito y las repercusiones del grupo que Sáenz de Cabezón fue invitado en dos ocasiones por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Argentina para compartir su experiencia en divulgación científica. En 2014, dictó un taller de narración oral científica y, en 2015, brindó clases en el primer curso de Stand Up Científico, cuyos egresados estuvieron en Tecnópolis.
“Ojalá en nuestro país existiera ese tipo de proyectos, es excelente que el Estado impulse a la divulgación”, destaca el matemático español, quien no se considera a sí mismo como divulgador. “En nuestro caso, creo que lo que hacemos es despertar el interés por la ciencia. Nosotros creemos que somos un trampolín, un paso previo, un modo de conexión más suave con los libros o programas de televisión o radio sobre ciencia que se hacen muy bien”, resalta.
A su vez, para Sáenz de Cabezón hay un papel fundamental de los medios de comunicación a la hora de contar la ciencia. “Es sumamente importante que los científicos aceptemos brindarles notas a los periodistas. Así como a través de los monólogos prendemos ‘lucecitas’, los periodistas y también los divulgadores se encargan de transmitir los conocimientos y descubrimientos que se hacen día a día. Eso contribuye a la consolidación de una cultura científica”, concluye.
Colaboración en la entrevista: Dra. Gisela Kristoff (Investigadora de CONICET-IQUIBICEN, Dpto. Química Biológica, FCEN, UBA).