"Al darle una importancia clave a los intereses de la gente común, Dorrego se convirtió en el primer líder popular"
El reconocido historiador pone bajo la lupa la relación que este político y militar federalista estableció con los sectores populares y su papel como gobernador de Buenos Aires. Además, destaca su bravura en las batallas y analiza las causas políticas de su ejecución.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)- La suya parece, por experiencias y aventuras, una vida de película. El fragor de las históricas batallas de Tucumán y Salta lo forjó como un aguerrido combatiente, pero su rebeldía e insubordinación ante los superiores le valió en dos ocasiones los sinsabores de la expatriación. Su carisma y su personalidad lo llevaron a convertirse en uno de los primeros líderes populares con gran peso político, hasta que su vida encontró un abrupto final con una ejecución que cerró una era.
En Manuel Dorrego. Vida y muerte de un líder popular (Editorial Edhasa, 2014), Gabriel Di Meglio, doctor en Historia e investigador del Conicet, realiza un recorrido por la vida del político y militar que supo construir su capital político a partir del acercamiento a los sectores populares. “Logró interpretar la política de su época. Siempre me interesó de qué manera se convierte en líder y de qué modo construye el vínculo con sus seguidores”, explica el académico, en diálogo con Agencia CTyS.
Dorrego no participó de las invasiones inglesas. ¿Cuáles fueron los motivos de su ausencia y cuánto crees que le costó, teniendo en cuenta que lo definís como un personaje con mucho coraje y arrojo?
Una de las cosas que ha caracterizado a Dorrego en su vida es su coraje y su bravura de combate, que era la manera en que un joven oficial que no había estudiado para militar, como era el caso suyo, podía destacarse. Hay que tener en cuenta que las invasiones inglesas conmovieron totalmente a la sociedad porteña, porque casi todos los hombres adultos se incorporaron en cuerpos milicianos que se formaron de manera voluntaria. Dorrego no participó y en cierto sentido es un misterio que pasa muchas veces con la vida de estos personajes de los cuales no hay documento. Lo que dice uno de sus primeros biógrafos, que era un familiar suyo, es que su papá no lo dejó. La autoridad paterna era muy fuerte. Era muy joven y todavía estaba en la escuela.
¿Se puede considerar como punto de inflexión su viaje a Chile? En el sentido que empieza a comprometerse políticamente y da sus primeros pasos en el aspecto militar
Sí. Lo que le pasa cuando va a Chile es que cualquier lugar que uno fuera en ese momento dentro del imperio español estaba convulsionado por lo mismo, que era la gran crisis en que caía la monarquía en España con la prisión del rey por la invasión francesa en 1808. Fue uno de los protagonistas que se movilizaron activamente para que se formara un nuevo gobierno. Eso lo marcó a fuego, porque le permitió meterse en la política y tener su primera experiencia militar.
Esta bravura y coraje que antes mencionabas fue lo que le permitió destacarse, aún sin tener formación militar, y a recibir elogios de generales como Belgrano o San Martín…
Hay que tener en cuenta, con respecto al ejército de la época, que cualquier hombre adulto libre tenía un mínimo manejo de armas porque pasaba por las milicias. Había más familiaridad con el aspecto militar. Lo que no había era militares de carrera, o, en todo caso, había muy pocos, como José de San Martín. Por eso es que a éste último lo recibieron muy bien y le dieron cargos importantes. No es el caso de Dorrego, que de hecho empieza su carrera como lo que se conoce como aventurero: alguien que ni siquiera tiene sueldo, que se arriesga y costea sus propios gastos. El hecho de destacarse le permite entrar al ejército como oficial. Había mucha demanda de esos puestos y Dorrego demostró ser un aprendiz muy rápido y un gran estratega. De hecho, en 1814 es uno de los que diseña con San Martín la política de guerras de guerrillas.
¿Cómo fue su participación en las batallas de Salta y Tucumán?
En ambas se destaca de manera rotunda, dicho por Manuel Belgrano y por sus compañeros, por su bravura. Eso le dio mucho respeto de sus pares. Pero también le subieron mucho los humos, porque al parecer era un joven porteño petulante que se creía el dios de la guerra. De hecho, en un momento Belgrano decide sacarlo del ejército por su insubordinación y dejarlo en Jujuy por un tiempo. Allí tiene problemas con la sociedad local, entre otras cosas porque los desprecia y los trata como atrasados. Hubo varios conflictos pero mucho no le podían hacer porque en ese momento el papel de los militares era muy fuerte, eran como el primer estamento.
Sin embargo, al mismo tiempo que se presentan estos episodios de rebeldía contra sus superiores, también se empiezan a producir acercamientos al sector popular…
Sí. Lo interesante es que todos los problemas los tuvo con sus superiores, nunca con sus subalternos. Rápidamente muestra muchas habilidades para relacionarse con el sector popular. Así como muchos jefes militares se mostraban muy cerca de sus tropas y atentos a las preocupaciones y necesidades de los soldados, Dorrego intenta llevar ese modelo con los sectores populares.
Teniendo en cuenta esta arrogancia que mencionabas antes a partir del rápido ascenso militar, ¿cómo crees que impactó en él la derrota en la Banda Oriental?
Luego de la actuación destacada en las batallas junto San Martín, éste lo separa del ejército nuevamente por insubordinación, pero lo recomienda militarmente, por su arrojo y coraje, y deciden enviarlo a la Banda Oriental a pelear contra José Artigas. El problema que tuvo es que pasó de un frente de guerra donde la gente de los territorios por donde pasaba era favorable o indiferente, a pelear en un territorio que le era completamente hostil. En un diario que lleva anota que se le van los baqueanos, que nadie le pasa noticias o que le pasan rumores falsos. Allá él era el malo, el invasor. Es uno de los momentos más complejos en la vida de Dorrego. Hay que tener en cuenta también que eran ejércitos que tienen problemas económicos, ya que no se les pagaba. Finalmente es derrotado por las fuerzas de Artigas y su estela de héroe ganador se apaga un poco, aunque se recupera bastante rápido: ni bien vuelve a Buenos Aires le dan el mando de otro regimiento que era de composición netamente popular porque estaba integrado por esclavos.
Si bien en la obra explicas que no hay documentos, ¿cuál es tu opinión de por qué Dorrego pasa de combatir al federalismo de Artigas a apoyar el federalismo de Buenos Aires?
Esa es una de las preguntas más difíciles de responder. Durante todo el libro trato de mostrar qué constituye el federalismo, de hecho el concepto fue cambiando con el tiempo. Dorrego pelea por el centralismo sin haber demostrado nunca un gran fanatismo por este sistema político porque hasta 1815 no tenía ideas políticas muy claras. Él se mete en el ejército y se dedica a la vida militar más pura. Tal vez se inclina por esta corriente política por factores familiares, ya que su hermano Luis pasa al federalismo. También puede haber influido el hecho de haber peleado contra los federales en la Banda Oriental y en Entre Ríos y ver el apoyo popular que tenía esta corriente.
¿Cuál es la lectura política que se puede hacer de la expatriación que hace Juan Martín de Pueyrredón a Dorrego a Haití y Estados Unidos?
El problema que tiene es que critica fuertemente a Pueyrredón y al Directorio, sobre todo por no reaccionar frente a la invasión portuguesa a la Banda Oriental en 1816. Pueyrredón teme lo que Dorrego pueda hacer y también hay que tener en cuenta que éste último se había ganado muchos enemigos. Eso tal vez posibilitó que la pena fuera tan dura. Además, fue totalmente arbitraria, porque no hubo juicio. Lo expatriaron directamente a Haití, donde muchos blancos se morían por no soportar las condiciones climáticas del lugar. Pero nunca llega, sino que cae preso en Jamaica, lo acusan de pirata, casi lo ejecutan y finalmente termina en Estados Unidos, que era el gran centro de exiliados hispanoamericanos. Lo peculiar del asunto es que Pueyrredón le dice que podía irse a cualquier lugar libre de América. Los únicos lugares libres eran, justamente, Estados Unidos y Haití.
¿Cuál es la influencia que política que recibe en el país norteamericano?
Eso fue clave. Si bien Dorrego ya era federal, en EE UU ve un republicanismo federal nacido de una revolución de una colonia europea en América. Hay que señalar, igualmente, que Estados Unidos tenía muchos problemas, no era el paraíso que soñaban muchos de los americanos que leían sobre este país. Pero aún así, Dorrego va a adoptar un espíritu que yo denomino en la obra como jeffersoniano. Si bien no hay constancia de que haya leído a Thomas Jefferson de manera activa, vivió en esa sociedad marcada por las ideas jeffersonianas, de un estado central débil y estados más fuertes, que protege la libertad de los individuos contra cualquier abuso de poder; con una idea de libertad y anti aristocracia muy fuerte.
De hecho, en el libro señalas que el término “aristócrata” era utilizado con un sentido negativo…
Sí, de hecho Dorrego lo va a usar mucho acá. Esa experiencia en esos años lo forma de manera sustancial. Vuelve con un proyecto político mucho más claro.
¿Crees que el caos político que reinaba en su vuelta ayudó a que pasara de ser exiliado, luego a héroe, después a gobernador y exiliado nuevamente?
El año 1820 es uno de los períodos más complicados para explicar, por lo complejo. Se busca permanentemente recomponer un orden. Cuando llega, Dorrego intenta convertirse en el hombre de confianza de la elite porteña, mostrando que puede ser el que conduzca la salida de la crisis. En esta etapa ya no se muestra como insubordinado frente a sus superiores. Si bien hasta su muerte sus enemigos lo van a acusar de díscolo, de agitador, él sin embargo va a intentar mostrarse siempre como un estadista. En 1820, se convierte en un salvador, entre comillas, de las invasiones del litoral, ya que derrota a los santafesinos. Pero ahí comete el error de seguir atacándolos dentro de Santa Fe, donde lo derrotan, y pierde la confianza de la elite, que lo que querían era estabilidad para poder prosperar económicamente y acelerar la expansión de la ganadería. Dorrego seguía con esta idea de combate, y pierde el apoyo; lo terminan exiliando otra vez, esta vez a la Banda Oriental.
A partir de esta etapa, Dorrego se empieza a consolidar como líder popular. ¿Qué significaba en ese momento ser popular y cuáles eran los sectores que apoyaba?
A partir de 1820, Dorrego empieza a estrechar relaciones con las milicias urbanas de Buenos Aires y empieza a darle importancia clave a los intereses de la gente común: los milicianos, los artesanos, los vendedores ambulantes. Lo particular de Dorrego era su carisma personal. Incluso se vestía de poncho, que era la vestimenta popular en ese entonces, e iba a las pulperías a hablar y escuchaba. Cuando lo eligen como para diputado en 1823, lo primero que propone es que se prohíba el reclutamiento forzoso que estaba haciendo el gobierno, algo con lo que el bajo pueblo estaba en desacuerdo. Se da cuenta que para hacer cualquier otro proyecto político va a necesitar de apoyo de otro sector que no sea la elite.
¿En ese sentido se puede considerar a Dorrego como una especie de pionero en este contacto que tenía con los sectores populares?
No sé si un pionero; sí fue el primer líder popular porteño. Mientras sus rivales políticos buscaban aplacar esa movilización que creó la revolución, Dorrego buscaba conducirla. Porque en buena medida se identificó con mucho de los sectores populares y de hecho se ha convertido en un personaje bastante democrático. No de una democracia total, nunca propuso por ejemplo la abolición total de la esclavitud, que en ese momento ya era mínima, pero sí apoyaba a los sectores de artesanos y a los trabajadores que se convierten en el eje de su partido.
¿Cuál fue el aporte realizado por Dorrego en los últimos años de su vida al federalismo y a las causas políticas de la región?
Ya para 1823, Dorrego tenía una gran proyección política. Era uno de los grandes adalides a favor del proyecto federal, y al mismo tiempo tenía una admiración muy grande por Simón Bolívar y su proyecto americano, que era muy resistido por el unitarismo. Se convierte en la gran cabeza de la oposición en Buenos Aires y una especie de figura de los caudillos provinciales en la ciudad. Cuando cae la presidencia de Rivadavia, lo eligen gobernador y contra lo que muchos esperaban, tanto seguidores de él como enemigos, hace una gobernación muy sólida y logra llevar a buen puerto una situación complicada. Supera el desafío electoral de los unitarios, logra reinstalar la confianza con las provincias y llamar a una convención para que haga una constitución federal que nunca llega a hacerse porque lo matan. Logra seguir manteniendo en pie la guerra con Brasil por la Banda Oriental y llega a una paz que se consideraba honorable, ya que entregó un país independiente y puso fin al conflicto. Conflicto, por otra parte, que él hubiera querido ganar y que intenta seguir adelante pero que no tiene recursos como para hacerlo. Maneja todos los recursos estatales y a eso le agrega una legitimación y un capital político muy grande entre sus seguidores, más el apoyo del grupo neo federal. Sin embargo, el ejército que peleó contra Brasil se alía con los unitarios, entre los que estaba el general Juan Lavalle. No sólo se contentan con sacarlo, sino que también lo ejecutan.
¿Cuáles fueron las causas políticas que llevaron a dicho grupo a inclinarse por la ejecución?
En la obra trato de repasar toda la hipótesis que hubo al respecto y la conclusión a la que llego es hay una intención de los unitarios de poner fin a lo que generó la revolución y en particular a la participación popular y a la “anarquía” federal. La reacción va a ser completamente al revés de lo que ellos esperaban: en Buenos Aires se da un levantamiento popular que termina llevando a Rosas al poder. Creo que este deseo de terminar a rajatabla con una etapa política es lo que permite pensar por qué no simplemente lo sacaron del medio o lo enviaron al exilio, sino que lo mataron sin juicio. Además lo odiaban porque ocupaba un lugar que creían les correspondía a ellos casi de forma natural.
¿Qué fue lo que pudiste observar en los análisis y las interpretaciones que se hicieron en cuanto a la vida de Dorrego?
Dorrego ha generado un montón de discusiones, pero lo que fue cambiando en relación fue la vida de Rosas. Dorrego ha sido amado y odiado en vida con mucha intensidad, de manera rotunda. Con el tiempo, Rosas se convirtió en el gran maldito de la historia nacional y la figura de Dorrego se fue haciendo más simpática. De parte de los antirrosistas, que decían “si hubiera estado Dorrego hubiera sido distinto”, como los rosistas, que lo consideraban un precursor. Si ves a los historiadores del siglo XX, no hay una visión muy negativa sobre Dorrego. Algunos lo condenan por liberal, otros por ser muy ingenuo. Pero sale bien parado en los balances. No es un olvidado o condenado en la memoria colectiva, de hecho tiene un monumento importante en Buenos Aires y mucha presencia en la ficción a partir de su muerte. La primera película de ficción es sobre su asesinato, hay pinturas, hay novelas… el relato de su muerte dejó una marca muy fuerte en el colectivo.