Realizan campaña científica en el Golfo San Jorge
A bordo del buque Coriólis II, el proyecto tiene como objetivo la generación de conocimientos de este ambiente marino y del talud continental, conocido como "agujero azul". En la empresa oceanográfica participa un grupo multidisciplinar de científicos argentinos y canadienses.
Agencia CTyS- Biólogos, geólogos, físicos y químicos de Argentina y Canadá partieron el domingo 26 de enero desde Buenos Aires para establecerse en la Patagonia durante todo el mes de febrero, con el objetivo de generar conocimientos sobre el Golfo de San Jorge y la zona de talud continental.
La campaña, que se realiza a bordo del buque oceanográfico Coriólis II, es fruto de un convenio firmado en agosto entre el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el CONICET, la provincia de Chubut y la Universidad de Quebec, de Canadá. Desde el inicio habrá 14 científicos y los suplantarán otros que aguardan su turno en tierra firme. En total, serán 40 los especialistas y académicos que participen del proyecto.
La Agencia CTyS dialogó con José Luis Esteves, doctor en Oceanología e investigador principal del CONICET, quien es uno de los integrantes del grupo multidisciplinar que lleva a cabo la misión en el Mar Argentino. “Para esta campaña se han presentado nueve subproyectos que trabajan con objetivos diferentes pero todos relacionados con el conocimiento del Golfo San Jorge y del talud continental, llamado agujero azul”, especifica el especialista, que también trabaja en el Centro Nacional Patagónico (Cenpat) en Puerto Madryn.
En el agujero azul, espacio ubicado a unos 300 kilómetros de la costa, se concentra una gran actividad biológica. Según el académico, la importancia de estudiar esta zona y el Golfo San Jorge (los dos son considerados ecosistemas prioritarios para la Argentina) radica justamente en la alta productividad que se registra en esta zona. “El agujero azul es un reflejo de lo que está pasando en más de mil kilómetros de longitud en la zona del talud en donde circula la corriente de Malvinas”, explica el académico.
El estudio del talud continental es la primera de las cuatro etapas de la campaña. La segunda estará dedicada a la física de la región sur, donde se observará durante 48 horas cómo se comportan los organismos. La tercera incluye el relevamiento de bentos, comunidad de especies del fondo marino, y en la cuarta se relevará la topografía del fondo, la variación de los campos magnéticos y la composición sedimentaria del suelo.
Una misión con tecnología de punta
La campaña llevada a cabo por los científicos argentinos y canadienses cuenta con tecnología avanzada para la recolección y posterior análisis de los datos de la zona. El Coriólis II tiene un sistema de posicionamiento dinámico que hace que el buque quede fijo en una determinada posición geográfica sin verse afectado por corrientes o mareas, lo que será esencial a la hora de extraer muestras de sedimentos.
Esteves explica que además tienen equipos de rosetas, “que bajan abiertas y uno puede cerrarlas a través de un sistema electrónico a la profundidad que uno quiera, para tomar muestras de agua”. A dichos dispositivos están acoplados los CTD, aparatos que miden simultáneamente la temperatura, salinidad y oxígeno disuelto, entre otros componentes.
Otra de las tecnologías con las que dispone el buque será el coring. El mismo consiste en un instrumento que cuenta con un tubo de unos cinco centímetros de diámetro, el cual se hinca en el sedimento hasta seis metros de profundidad. El material obtenido puede ser estudiado posteriormente desde el punto de vista geológico.
En opinión del académico, una de las consecuencias positivas de esta experiencia será la formación de recursos humanos, así como la interacción fecunda entre grupos científicos argentinos y canadienses. “Habrá becas, que van a permitir a grupos argentinos viajar a Canadá para trabajar con toda esta información, de manera tal que podamos tener un cuerpo profesional especializado en oceanografía en Argentina”, asevera.
Una vez terminada la campaña en el Golfo, los grupos científicos tendrán dos años para la explotación de los resultados obtenidos. Durante el primer año, habrá una base de datos de acceso restringido para todos los grupos de trabajo, y a partir del segundo año toda la información pasará a formar parte del Sistema Nacional del Mar de Argentina y de la Universidad de Quebec.