Héroes y villanos fusionan sus fuerzas por la divulgación de la ciencia
Con el objetivo de utilizar las historietas como disparador del conocimiento científico, la escritora Paula Bombara y el periodista Andrés Valenzuela publicaron el libro Ciencia y Superhéroes, un material que se propone ser un soporte de trabajo, tanto para aficionados como para docentes de escuelas primarias, en un intento por reflexionar sobre los lazos entre ciencia e historieta.
Guillermo Meliseo (Agencia CTyS) - En un mundo gobernado por la era de la PlayStation, dos amigos se pusieron de acuerdo para ayudar a docentes de escuelas primarias a reflexionar sobre el papel que juega el pensamiento científico en las historietas y comics, donde se muestran a grandes héroes con super poderes y habilidades soñadas desde siempre por la ciencia moderna.
Para evitar que los frenéticos juegos de red, las pantallas táctiles y las redes sociales continúen ocupando las mentes de los más jóvenes, el dúo de amigos decidió crear un soporte de entretenimiento, tanto para alumnos como para simpatizantes del género, capaz de acercar la ciencia a cualquier mente inquieta, en un intento por mostrar la importancia del conocimiento científico en la historia del hombre.Así fue como Paula Bombara, una bioquímica de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y Andrés Valenzuela, un joven periodista especializado en comics, fusionaron sus neurotransmisores y crearon un soporte superpoderoso para ayudar a las escuelas a divulgar los conocimientos de la ciencia actual, sin morir en el intento. Por su laboratorio de ideas pasaron varias fórmulas, desde la más conocida de Einstein (E = mc²), hasta la más recordada por el Profesor de la ciudad de Saltadilla para crear a la niña perfecta (azúcar, flores y muchos colores).
El patrón lógico que generó el ¡¡BOOM!! de polvo y luces (la clásica explosión que ratifica que el experimento es un éxito) le dio vida al libro “Ciencia y Superhéroes”, producto de una buena dosis de creatividad, una pizca de ingenio y astucia. En diálogo con la Agencia CTyS, la heroína principal de esta historia cuenta: “Partimos de un esqueleto de ciencia que yo consideraba necesario que estuviese en el libro, después pensamos cómo hacer para rodear a ese esqueleto de músculos, venas, etc. para darle sentido a los capítulos”.
Para Valenzuela, el uso del comic en el aula intenta fomentar la lectura y la pasión por lo que se lee, “y en ese sentido la utilización de historietas en el aula es perfectamente válida, porque si a un pibe le tratas de inculcar el amor por el cine, la literatura o las historietas, seguramente estos géneros se convertirán en exceso de goce y lo harán sentir muy bien”. Ciencia y Superhéroes. Experimentos, hipótesis, héroes y villanos , de la editorial Siglo XXI Editores, busca plasmar las vivencias de algunos personajes de historieta, en un intento por explicar, desde una mirada científica, cómo operan sus super habilidades en su mundo fantástico, donde la mayoría, en vez de caminar, vuela flameando una larga capa y, en su defecto, cómo funcionarían en la realidad misma.
Iluminando la ciencia
Realizando un taller para docentes en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, Bombara descubrió que la utilización del cine, la literatura y algunos programas de televisión ayudan a demostrar que se puede explicar ciencia desde distintas perspectivas, como una forma entretenida de acercar los conocimientos científicos tanto a los más chicos como a los grandes. “Por ejemplo, ‘El Eternauta’ es una historieta de uso frecuente en las escuelas y ha formado parte de planes de lectura provinciales y nacionales”, cuenta la bioquímica.
En este contexto, César Carrizo, (historietista y fundador de la Unión de Historietistas e Ilustradores), recorrió América Latina y EE.UU. dando charlas sobre cómo incorporar la historieta para la enseñanza de la historia. Al mismo tiempo existe una colección de la editorial Loco Rabia, que se llama “Aquí mismo”, que combina historieta con el periodo de constitución del Estado argentino, destinado a un público de escuelas secundarias. “La serie X-Man, plantea la integración de las minorías en la sociedad y los derechos de las libertades civiles. Uno puede leer cómo se matan ente ellos o puede encontrar otras lecturas”, expresa Valenzuela.
“Hay una saga de Catwoman -continua su compañera- donde ella se acerca a un intento de crimen organizado y, básicamente, toda la saga se basa en el rol de las armas en la sociedad. Entonces, de acuerdo al lugar donde se pare el docente, los chicos tomarán esas historias para entretenerse o para entender lo que ocurre fuera del aula”.
Para los autores, la idea de focalizar la lectura en un personaje que utiliza la pelea como mecanismo de defensa es una forma estéril de aprovechar la riqueza del material, porque el género superhéroe está predeterminado por el país en que se origina. “El prototipo de superhéroe que todos conocemos, con súper músculos, identidades secretas, villanos recurrentes, etc. solo sucede en los Estados Unidos, porque en Francia la lógica de los comics es otra, lo mismo que en nuestro país”, detalla el periodista.
En este sentido, Bombara resalta que la mayoría de los personajes argentinos, como El “Loco Chávez” o Inodoro Pereyra (con su perro Mendieta), o Mafalda no responden a lo lógica de los personajes más comerciales. “La mirada del mundo cambia según el país y esto se ve tanto en las investigaciones científicas como en las historietas que se generan, es decir, los personajes se viven y cuentan de forma distinta tanto en oriente como en occidente”, explica la investigadora.
A lo largo de sus 70 años de vida, las grandes compañías de historietas (Marvel y DC Comic) han creado en el mundo cerca de 20 mil personajes, contando superhéroes, supervillanos, héroes secundarios y/o recurrentes. “Claramente no podíamos utilizar a todo el universo Marvel para volcarlos en el libro. Nosotros solo utilizamos 140 personajes, no solo de Marvel sino también de distintas editoriales y países”, destaca Valenzuela. Y concluye: “El criterio fue utilizar primero a los más conocidos, después los que nos hacían falta para explicar algún que otro dato, luego los que queríamos difundir y, por último, aquellos que nos gustaban”.