"Yrigoyen afianzó el modelo de la lucha cívica basada en la libertad electoral"
El historiador Hugo Chumbita aborda el costado más íntimo de la vida del líder radical, como sus orígenes indígenas o la posibilidad de que haya sido un hijo natural de Juan Manuel de Rosas. También reflexiona sobre el papel del modelo yrigoyenista ante los conflictos y crisis económicas.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)- La figura de Hipólito Yrigoyen en la historia argentina es clave. Se convirtió, en 1916, en el primer Presidente argentino electo por el voto secreto, universal y obligatorio, luego de numerosas décadas en las que el fraude y el voto cantado eran moneda corriente en cada comicio. Pero, además, en 1930, sufrió el primer golpe cívico-militar de la historia nacional.
¿Cómo definiría usted al Hipólito Yrigoyen íntimo?
Era reservado, de un carácter muy especial, que de alguna manera era un reflejo de una identidad popular. Tuvo la virtud de sintonizar con el espíritu de su pueblo, esa masa mayoritaria de la población. Yrigoyen tenía raíces indígenas por su abuela paterna, y a pesar de que estos temas nunca se ventilaban en forma pública fueron en alguna forma una clave de comunicación entre el líder y la masa. Era un hombre que tenía un gran apego a las costumbres tradicionales de la vieja Argentina y que, no obstante sus contradicciones, fue un gran reformador, como el mismo se denominaba, que cumplió una tarea fundamental en la historia política del siglo XX.
¿Cuál es la importancia que le atribuye al origen indígena de Yrigoyen?
Este es un aspecto de su personalidad que él se ve obligado a disimular en su vida pública porque especialmente en esos tiempos ser de sangre indígena era considerado un rasgo vergonzoso. Y esto es un factor de inseguridad personal en su vida, en la que él mantiene una reserva sobre su origen y sus antecedentes familiares.
¿Algo parecido sucede con el hecho de que su abuelo (Leandro Antonio Alén) era integrante de La Mazorca?
Exactamente. La condición de su abuelo, el hecho de que fue hombre de La Mazorca y estar relacionado con el régimen de Rosas es un pecado para la concepción liberal que predomina en ese tiempo. Pese a sus simpatías que tiene con el movimiento federal y el rosismo, debe tener en reserva sus opiniones sobre ese período. Hay conversaciones con sus correligionarios donde siempre se refiere a Pavón y la oligarquía mitrista como una época de negación de valores, y lo que él llama la Reparación, según el testimonio de Ricardo Caballero, significaba reparar la derrota que había sufrido el movimiento popular y federal después de Pavón.
Usted nombra varios mitos en referencia a la figura de Yrigoyen, como la posibilidad de que sea hijo de Juan Manuel de Rosas, o la fecha del nacimiento.
Hay incertidumbres y rumores en torno a la verdadera filiación de Yrigoyen, y según su primer biógrafo Manuel Gálvez es posible que haya sido un hijo natural de Rosas. Esto nunca fue investigado a fondo y siempre fue soslayado por los prejuicios sociales que siempre han vedado indagar en los temas de la intimidad de los grandes hombres públicos. En cuanto a la fecha de su nacimiento, si bien en los papeles es el 12 de julio, él mismo recordaba que fue 13.
Una figura central en la vida de Yrigoyen fue su tío, Leandro Alem. ¿Cómo se explica el alejamiento entre ambos?
Ellos tienen diferencias en la conducción del movimiento radical que, después de la revolución de 1890, afronta una serie de dilemas políticos difíciles. En ese momento, se rearmaba el bloque de poder oligárquico con Mitre y Roca, y Alem y su sobrino difieren en cuanto a la estrategia del partido. En 1893 hay un par de revoluciones que muestran esa divergencia, porque la revolución en Buenos Aires es conducida por Yrigoyen, en tanto que la siguiente, en Santa Fe y Tucumán es liderada por Alem, sin el apoyo de Yrigoyen. Ellos actúan siguiendo diferentes caminos, y a partir de eso hay una ruptura personal y política que tiene, según algunos historiadores, algunos entretelones de carácter familiar, porque incluso hasta esa época convivían en la misma casa.
En 1916, se convierte en el primer Presidente elegido por el voto secreto, universal y obligatorio. ¿Cuáles eran las expectativas que se depositaban sobre él?
Yrigoyen había planteado un cambio profundo del sistema político y un vuelco en el rumbo que en ese momento seguía la república, por lo que había una enorme expectativa popular. Frente a las condiciones en que tiene que tomar el poder, con las cámaras legislativas, la Justicia y el aparato del Estado controlado por los conservadores, hay una dificultad de afrontar un programa de cambios. La idea de Yrigoyen era llegar al poder para hacer una gran revolución, pero se ve maniatado en muchos sentidos. El contexto, claramente, le jugó en contra, ya que el contexto institucional está concebido para el equilibrio, para evitar grandes cambios o vuelcos en el sistema público. Tomar el gobierno en estas condiciones significa una serie de limitaciones que van a mellar el impulso revolucionario del radicalismo.
La Reforma Universitaria de 1918 claramente fue un proceso socio-cultural muy complejo. Sin embargo, ¿cree que hubiese tenido lugar si Yrigoyen no hubiese estado en el poder?
La Reforma Universitaria respondió a inquietudes propias de ese tiempo, y los estudiantes y sectores profesionales la hubieran llevado adelante de todos modos. Pero sin duda es importante el apoyo del gobierno yrigoyenista, que permite satisfacer las demandas del movimiento reformista. Incluso, durante el gobierno de Marcelo de Alvear, se van a frenar todas esas modificaciones, de modo que se puede apreciar las diferencias entre un gobierno y otro, que tomaron actitudes diferentes ante la Reforma.
En cuanto a la Semana Trágica, de 1919, ¿cuánta responsabilidad se le puede atribuir a Yrigoyen, en esos saldos trágicos?
La Semana Trágica es fruto de una crisis económica de la cual es responsable el Gobierno porque no se toman las medidas adecuadas para orientar la transición que significa la posguerra, donde se reorganizan las economías europeas y se debilita el sector externo de la economía argentina. Existe una falta de política para orientar esa coyuntura, que lleva a una situación de crisis que intensifica las demandas obreras. Por otro lado, el ejemplo de la reciente Revolución Rusa lleva a algunos sectores a un extremo revolucionario donde se intenta atacar las instituciones del poder, y esto genera un conflicto muy violento donde Yrigoyen no puede hacer otra cosa que ordenar la represión del ejército ya que la policía había sido desbordada.
En su libro Hijos del país (2004) usted menciona que de alguna forma Yrigoyen traicionó sus ideales al ordenar esto.
Sí, de algún modo, él se ve obligado a usar una política de dureza frente a sindicatos con los que había intentado acuerdos y que había logrado incluso en los años anteriores solucionar muchos conflictos sindicales favoreciendo los reclamos proletarios. La dinámica de esos enfrentamientos lleva a una hostilidad recíproca que incluso desemboca en otros episodios más terribles como la Matanza de la Patagonia.
¿Cómo se puede entender la enorme cantidad de votos que recibió en las elecciones de 1928, el apoyo al golpe militar en su contra en 1930 y los grandes homenajes en su funeral, en 1933?
Hay una gran expresión de apoyo en las elecciones de 1928, con cifras muy contundentes, y se deposita mucha esperanza en un gobierno que tropieza con los problemas de la crisis mundial, fenómeno mundial que tiene repercusiones muy graves en el país. La administración del gobierno yrigoyenista no da respuestas, no atina a brindar soluciones y se agravan las condiciones sociales al punto de que se favorece el clima golpista, y su propio partido es arrastrado en gran parte a ese golpe de estado. Sin embargo, la dictadura del general José Uriburu suscita tal repudio y es tan torpe el manejo que se hace del poder político que por reacción la sociedad vuelve la vista al radicalismo, que seguía siendo una mayoría política y electoral. En los funerales de Yrigoyen, finalmente, el pueblo le rinde tributo al líder.
¿Se puede trazar una analogía con otros gobiernos radicales, en tanto que varios empezaron con un gran apoyo y luego, ante la falta de respuestas ante un contexto difícil les impidió terminar su mandato de gobierno?
Claro, de algún modo el radicalismo siempre arrastra el problema de una falta de definiciones respecto a los problemas de economía, y el modelo de desarrollo económico. Este es un problema que va a crear contradicciones a los gobiernos radicales. Por supuesto, hay que aclarar que hay distintos momentos históricos y distintos programas, pero se puede afirmar que la continuidad del radicalismo yrigoyenista sigue padeciendo una falta de definición de su modelo económico. El énfasis en el funcionamiento de los mecanismos de la constitución, la preservación de las libertades y la institucionalidad muchas veces está en contradicción con la necesidad de tomar medidas que sean soluciones de fondo, atacando las bases del modelo de extraversión económica.
¿En qué cree que radica la importancia de su figura en la política del siglo XX?
En que contribuyó a rescatar una identidad popular, nacional. Fue un orientador de la lucha por las vías democráticas que contribuyó a afianzar el modelo de la competencia cívica basada en la representación electoral, en el derecho al voto, y a tratar de utilizar las herramientas de la república para una transformación de fondo en el país. En ese sentido, el peronismo y todos los movimientos populares han seguido la pauta de buscar los cambios en el sentido de la profundización de la democracia.
Hugo Chumbita es escritor e historiador. Fue editor de la famosa Revista 4161 y colaborador de Todo es Historia. Es docente titular de las cátedras de Derecho Político e Historia Política Americana de la Universidad Nacional de La Matanza. Es autor del libro “Hijos del país”, en el que analiza el origen mestizo de Hipólito Yrigoyen, José de San Martín y Juan Domingo Perón, al tiempo que analiza y traza una biografía sobre cada uno de estas figuras.