“La aparición de Rayuela fue un hecho provocador y totalmente revolucionario”
Para Jorge Bracamonte, doctor en Letras Modernas, el efecto central de este título emblemático de Julio Cortázar fue asumir riesgos artísticos para repensar la realidad desde nuevos lenguajes. Además, aseguró que la crítica literaria argentina debería profundizar el debate sobre el legado de esta obra.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)- Corría el año 1963. La década que asistía a la aparición de distintos movimientos políticos y culturales de gran envergadura sería testigo también del nacimiento de una novela que haría temblar los cimientos de la literatura clásica, al buscar (y alcanzar) formas hasta ese momento insospechadas de abordar la realidad y redefinir el uso del lenguaje.
A 50 años de ese momento clave en las letras nacionales y latinoamericanas, los efectos de Rayuela y las inquietudes de su autor, Julio Cortázar, en pos de diversas experimentaciones narrativas, siguen más vivos que nunca. En diálogo con Agencia CTyS, el doctor en Letras, profesor de la UNC e investigador del CONICET, Jorge Bracamonte, profundizó sobre estos aspectos y resaltó la importancia e influencia de esta obra no sólo en el boom latinoamericano, sino también en la literatura contemporánea.
¿Cuál fue su primera experiencia con Rayuela?
Fue una sorpresa y un impacto en los más diversos órdenes, sobre todo en lo referente a la estructura de texto. También en cuanto a la cuestión de la multiplicidad de referencias disparadoras que hay en la novela, a nivel de música, de pintura, o lo bien que están logrados muchos personajes. En mi opinión, Rayuela no se terminó de discutir en la crítica literaria argentina, habría que hacer una reflexión más profunda sobre el impacto de esta obra en la literatura argentina y latinoamericana. No hay que olvidar que la aparición de Rayuela fue un hecho muy provocador, totalmente revolucionario.
Muchos críticos han afirmado que Rayuela es en realidad una antinovela. ¿No es éste un intento de desprestigiarla? ¿Cómo puede uno definir qué es novela y qué no?
Creo que hay que contextualizar un poco el concepto de “antinovela”. Es un término que surge en algunas corrientes de la crítica (principalmente europea pero también latinoamericana) en las décadas del 50 y del 60. Con este concepto se quiere marcar los grandes intentos en el campo de la novela que buscaban romper las anteriores modalidades narrativas, los cánones. Buscaban nuevas formas de narrar, de trabajar el texto, de concebir a los lectores. Pero el mismo Cortázar se inclinaba por el término “contranovela”, sin duda para evitar lo negativo que supone la idea de antinovela. Con Rayuela, el autor trata de horadar las anteriores convenciones narrativas, y replantear todo el juego literario.
¿Es la critica que Cortázar hace a la convencionalización de lo estético?
Exactamente. Pero no surge con Rayuela, sino en textos ensayísticos que escribió en la década del 40. Puntualmente hay un texto, Teoría del túnel. Notas para una ubicación del existencialismo y el surrealismo, de 1947, que habla un poco de esto. Cortázar se replantea qué tipo de literatura quiere construir, cómo esa literatura se define en relación a una serie de tradiciones y movimientos anteriores y qué cuestiones busca superar en su lenguaje propio. Rayuela es entonces la culminación de una serie de reflexiones conceptuales que ya estaban presentes en el principio de su recorrido literario y teórico.
¿Se puede afirmar entonces que lo que Cortázar cuestionaba era el modo mismo de producción de literatura y arte, incluso?
Claro, y a su vez cómo esto se vincula con concepciones de la realidad. Leyendo sus ensayos, se puede observar que Cortázar era un lector y crítico muy atento de la literatura europea y norteamericana, pero a la vez, es un lector que empieza a tratar de conocer las tradiciones de literatura argentina. Sin duda lo impactan muy fuertemente las vanguardias de principios de siglo y principalmente el surrealismo, así como el existencialismo como movimiento filosófico. Ese cruce de cuestiones lo lleva a buscar una literatura que en su lenguaje manifieste la situación del hombre concreto, manifieste las tensiones y problemáticas de los seres humanos. Si uno revisa Rayuela, hay varios términos y conceptos (qué es percibir, qué es la realidad) que provienen del existencialismo, centralmente en los diálogos del Club de la Serpiente.
¿Considera que Cortázar, a partir de Rayuela, fue el que más lejos llegó en la búsqueda de un nuevo lenguaje y nuevas formas de narrar la literatura?
Sí. A mi modo de ver, hay que tener en cuenta el proceso previo. Rayuela arranca cuando él está en Buenos Aires, en 1951. El origen está en ese capítulo 41, en el que construyen un puente con tablones para que Talita le alcance los clavos a Oliveira. Ese es un capítulo muy humorístico, porque se trabaja el realismo y el absurdo de una forma muy interesante. Según Cortázar, esta escena fue inspirada a partir de una situación en Buenos Aires, al ver a un grupo de gente que quería cruzar un puente de tablas entre departamentos. Después se traslada a París y escribe Rayuela durante la década del 50.
En cuanto a las consecuencias y repercusiones, ¿cuánto le debe el boom latinoamericano a Rayuela?
No sólo el boom, sino que todo ese período que abarca al boom latinoamericano le debe mucho. La experiencia de Rayuela es una experiencia en todos los sentidos, desde cómo se manifiesta hasta sus contenidos, que buscan expresar lo complejo de la experiencia humana. Y la novela latinoamericana, a partir de un aporte fundamental de esta obra, ingresa en un momento de renovación clave. Tanto Rayuela como otros títulos, como La ciudad y los perros, de Vargas Llosa, y La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, empiezan a hacer releer las novelas latinoamericanas de otra manera, ya que muestran que hay otras modalidades de escritura y lectura. En mi opinión, el efecto central de Rayuela es plantearse una exploración, asumir riesgos artísticos para repensar la realidad desde nuevos lenguajes. Si comparamos las novelas del boom, veremos que son muy diferentes unas de otras, pero todas comparten esa ambición de experimentar nuevos lenguajes y nuevas estructuras narrativas.
¿Cómo se refleja lo político en esta obra?
Lo político aparece más bien de la mano de lo filosófico, de lo que ocurre culturalmente. Rayuela no es una novela centralmente política, pero este elemento está presente. No hay que olvidar que tanto el París (Del lado de allá), como el Buenos Aires y Montevideo (Del lado de acá) que aparecen en la obra, referencian sobre todo la década del 50, con una capital francesa muy marcada por la pobreza y la posguerra. Pero a su vez, los personajes de la obra sintonizan con el ambiente de los 60, con el proceso en que se inscriben los movimientos contraculturales, que desembocarán luego en el Mayo Francés en Europa y los movimientos político-culturales en Latinoamérica. En estos movimientos, en el que la juventud tiene un rol central, hay una serie de cuestiones problemáticas que los personajes plantean de distintas maneras, como la cuestión de diferenciarse de lo mediocre.
Una preocupación constante de Cortázar era el papel del lector. En el capítulo 79, hay una nota de Morelli en la que el autor profundiza sobre este aspecto. ¿Cuál es su visión sobre este tema?
El aporte que realiza Cortázar sobre esta cuestión es decisivo, ya que busca que el lector se convierta en algo cercano al coautor del texto. Es una de las cuestiones clave de este tipo de literatura a la que él aspira. Ahí el rol del lector es decisivo, incluso se va a marcar más en la novela 62/Modelo para armar, que se desprende del capítulo 62 de Rayuela. Morelli, reverenciado y admirado por los integrantes del Club, reflexiona sobre el problema de la escritura y el lenguaje, cómo este último cristaliza la realidad, y son cuestiones sobres las que discuten mucho los personajes. Lo que se muestra en varios pasajes de ese párrafo es la búsqueda de Cortázar de involucrar al lector, la cuestión de que la novela se va leyendo como algo que está en desarrollo ante los ojos del mismo. Incluso la idea de juego, que es central en la novela, lo cual implica a su vez que todo el texto se plantea como un juego para el lector.
Esta idea del juego que usted señala ya se ve en el título, aunque en algún momento Cortázar aseguró que había pensado llamarla Mandala.
Bueno, el título de Rayuela es crucial, remite a un juego tan popular sobre todo entre los chicos. En cuanto a la posibilidad de llamarla Mandala, ya tiene que ver con otra cuestión, con la búsqueda del espacio que está más allá a nivel existencial, sagrado o ritual. Curiosamente la rayuela es un juego que empieza a ser popular en el Renacimiento y trata de traducir cómo llegar al Cielo o Paraíso, juego inspirado en gran medida por La divina comedia de Dante. Rayuela busca condensar la idea de jugar, trabaja sobre la noción de que la existencia es un juego donde hay humor tanto humor como tragedia], y la noción del paraíso, lo cual implica una permanente búsqueda. Como se afirma en la novela, el tema no es llegar, sino buscar.
Jorge Bracamonte es Doctor en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y profesor titular de Literatura Argentina III en la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Córdoba. Se desempeña como investigador adjunto del CONICET, especializado en Literatura Argentina y Latinoamericana, Teoría Literaria y Teoría Crítica. Ha escrito artículos sobre la obra de Julio Cortázar y la literatura argentina y latinoamericana.