En busca de alternativas para exterminar a la vinchuca
El principal vector del parásito de Chagas en Argentina desarrolló una gran resistencia a los insecticidas convencionales. El rociado constante fue el responsable de esta invulnerabilidad. Los científicos de la UNLP estudian respuestas efectivas a partir de nuevos métodos.
Gaspar Grieco (Agencia CTyS) - En 1859, el naturalista inglés Charles Darwin publicó el clásico El origen de las especies por medio de la selección natural en el que describe su pensamiento. La teoría enuncia que los organismos desarrollan mutaciones que les permiten adaptarse y sobrevivir al medio que los circunda. Este controvertido puntapié inicial de la teoría de la evolución puede verse claramente en el norte argentino, donde las vinchucas desarrollaron una fuerte resistencia genética a los insecticidas convencionales.
Luego 30 años de rociado con insecticidas, en el 2002 se observó que muchas poblaciones de vinchucas (Triatoma infestans) no eran exterminadas. Estudios posteriores demostraron que el insecto que trasporta al parásito que causa la enfermedad de Chagas (Trypanosoma Cruzi), es decir su vector, se había vuelto más resistente y que la dosis necesaria para aniquilarlo era 200 veces mayor. Hoy, se han encontrado poblaciones en Salta y Chaco con niveles de resistencia alarmantes: ¡más de 1000 veces superiores en algunos casos!
Los insecticidas piretroides son los venenos que normalmente se utilizan para exterminar a la vinchuca, pero aumentar mil veces su dosis significa un riesgo para la salud humana y ambiental. Sólo en Argentina viven entre 2,5 y 3 millones de personas infectadas con esta enfermedad, la mayoría en provincias del norte del país; y se calcula que en el mundo 10 millones de personas padecen esta afección.
Científicos del Centro Regional de Estudios Genómicos (CREG) de la Universidad Nacional de La Plata estudian la resistencia que el vector del T. Cruzi desarrolló para detectar en forma inmediata a las poblaciones más resistentes y establecer nuevas campañas de rociado con distintos venenos.
En diálogo con la Agencia CTyS la doctora en Neurociencias e investigadora del CONICET, Sheila Ons, explica que “la detección temprana permite alternar con otro insecticida para eliminar a la población resistente. Cuando ya se eliminó esa población, se podría volver a los piretroides, que son mucho mejores en términos toxicológicos y mejor aceptados en la sociedad porque no tienen olor penetrante”.
Los insecticidas convencionales actúan sobre una proteína llamada “canal de sodio” que se encuentra en las neuronas y en todas las células excitables del sistema nervioso de la vinchuca. Son, justamente, estas proteínas las que podrían mutar y provocar invulnerabilidad. En términos darwinianos, el insecticida es la presión ejercida por el ambiente y la mutación de la proteína permite a la vinchuca sobrevivir en él.
Los científicos del CREG lograron secuenciar y clonar esa proteína y la utilizaron para llevar adelante comparaciones de distintas poblaciones de vinchuca en las provincias de Salta y Chaco.
“Encontramos que, efectivamente, existen mutaciones en el canal de sodio que provocan resistencia a los piretroides. Esto es importante no solo para entender la lógica de la resistencia, sino también porque permite diagnosticar a nivel de un solo insecto cuando empieza a aparecer resistencia en un lugar”, destaca Ons.
Los científicos estudiaron las poblaciones de vinchucas en varias zonas de las dos provincias y se toparon con un preocupante resultado: cuando se detectó el gen de resistencia en una población, el 100 por ciento de los individuos lo portan. “Esto no quiere decir que todas las que habitan en Chaco y Salta sean resistentes, sino que cuando se detecta una población resistente en una determinada zona, todas las vinchucas que allí habitan lo son”, concluye la investigadora.