Confirman que el Camino del Inca pasaba por los valles de San Juan
Construir el Qhapaq Ñan, un sistema de senderos que iba desde Quito hasta Santiago de Chile, fue una estrategia indispensable del imperio incaico para dominar y mantener el control de todo el territorio. Sin embargo, cuando llegaron los colonizadores españoles, también supieron aprovecharlo para derrotar a la civilización andina. Científicos del CONICET, la UNSJ y la UNCuyo comprobaron que el mítico camino atravesaba el Valle de Iglesia, arrojando luz sobre una cuestión que se discutía desde hace un siglo.
Nadia Luna (Agencia CTyS) - Fueron los señores de los Andes durante más de un siglo. Crearon y administraron el imperio más grande de la América precolombina. Temidos guerreros y eficaces estrategas, los incas comenzaron a expandir su territorio en el siglo XV. Gran parte de su éxito se debió al Qhapaq Ñan o Camino del Inca, un sistema vial que facilitó la dominación y permitió la comunicación entre todos los pueblos del Tawantinsuyu.
Como si fuera una serpiente descomunal cubierta con escamas de piedra, la senda principal recorría casi 6 mil kilómetros desde Quito hasta Santiago de Chile. En este caso, todos los caminos no llevaban a Roma, sino a Cuzco, la capital del imperio. Pero el secreto del auge incaico fue también la clave de su ocaso. El ejército del colonizador Francisco Pizarro se valió de la culebra empedrada para inyectar su veneno y terminar con la supremacía indígena en 1533, con la muerte del Inca Atahualpa.
Muchos tramos del camino perduran claramente en la actualidad. Quizás el más famoso es el que conecta la ciudad de Cuzco con Machu Picchu. Sin embargo, también hay partes de la senda que se fueron desdibujando con el correr del tiempo, la acción climática y la actividad antrópica. Incluso, hay lugares en los que el camino se pierde, para volver a surgir nuevamente decenas de kilómetros más adelante, como sucede en el Valle de Iglesia, en la provincia de San Juan.
Durante el último siglo, investigadores de distintas especialidades discreparon sobre si el camino pasaba por los valles o por la parte alta del sector precordillerano. Finalmente, científicos del CONICET, la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) relevaron un sector entre las localidades de Tocota y Villa Nueva, y confirmaron que el Qhapaq Ñan atravesaba los valles de Iglesia, rumbo a Calingasta y Uspallata.
“Fundamentalmente, nos basamos en la presencia a lo largo del camino de cerámicas de tipo incaico y de cerámicas de comunidades locales de la época incaica”, señala a la Agencia CTyS el Dr. Alejandro García, investigador del CONICET en la UNSJ, a cargo del trabajo. “Otro dato importante está dado por la presencia de un conjunto de recintos pircados al sur de Tocota, en cuyo interior también se encontraron elementos incaicos”, aclara.
Los recintos hallados por los científicos son estructuras de paredes de forma redondeada, de unos 60 cm. de altura. Están situados al costado del camino, uno al lado del otro. “Evidentemente, funcionaban como un lugar de descanso o de pernocte para los viajeros del camino”, afirma García.
Al margen del aporte arqueológico, esta investigación pretende brindar información de base a tener en cuenta antes de realizar obras viales o de otro tipo que puedan dañar sitios de valor histórico. “El lugar donde están los recintos, por ejemplo, ya ha sido afectado por la Ruta Provincial 412, que pasa al lado. Además, se están realizando obras de pavimentación en el corredor que va desde Uspallata hasta Calingasta, por lo que es posible que en algún momento lleguen al lugar”, advierte el investigador.
Vasijas de cerámica rebosadas de historia
A principios del siglo XX, Salvador Debenedetti, un pionero de la arqueología argentina, transitó el tramo de la senda incaica que pasaba por Valle de Iglesia, pero no lo reconoció como tal. “Lo que sucede es que Debenedetti encontró mucha diferencia con lo que era el Camino del Inca en otros sitios, como el noroeste argentino, el Perú o el altiplano boliviano. Allí hay sectores donde el sendero está muy bien marcado, pavimentado con piedras y losas, y presenta indicios de un trabajo importante. Por eso, no consideró este tramo parte del mismo camino”, argumenta García.
Sin embargo, a fines del siglo pasado, el geólogo Oscar Damiani observó al sur de Tocota un sendero antiguo que vinculó con la descripción y el plano del camino que había realizado Debenedetti. Damiani transitó un sector y halló fragmentos de cerámica incaica. De esta manera, el equipo de la UNSJ y la UNCuyo se valió de la información aportada por ambos investigadores, más las imágenes satelitales del programa Google Earth, para realizar un análisis de las sendas posibles y confirmar mediante el relevamiento a pie de todas las alternativas por dónde pasaba exactamente el Qhapaq Ñan.
El tramo relevado entre Tocota y Villa Nueva fue de casi 26 km. Según las características del camino, puede hacerse una distinción entre dos sectores. El primero (casi 7 km.) tenía un ancho promedio de 2 metros, presentaba una densa vegetación y escaso material arqueológico. En cambio, en el segundo sector (más de 18 km.), el camino estaba mucho más visible. Con un ancho de entre 2,5 y 3 metros, presentaba escasa vegetación y una cantidad relativamente alta de material arqueológico en el interior y los costados de la senda.
“En general, aparecieron restos de escudillas o de platos y, en la mayoría de los casos, unas vasijas de forma cerrada, con el cuello y la boca de un ancho menor que el cuerpo. Seguramente, servían para contener comida o líquidos”, describe el investigador. Entre esas vasijas, estaban los aríbalos, unas piezas grandes con ataduras, que solían cargarse en la espalda. “Algunos cronistas dicen que en los aríbalos se transportaban líquidos importantes como la chicha, una bebida alcohólica que se utilizaba en las ceremonias”, cuenta.
El trabajo de García y su equipo forma parte de un proyecto mayor, que incluye estudios paleoambientales en la Gruta del Indio, Mendoza, para saber cómo era el ambiente entre hace 10 mil y 30 mil años. Además, están trabajando en el relevamiento de sitios con arte rupestre, sobre todo en el Valle de Calingasta, que son proclives a perderse por la acción de agentes naturales y la mano del hombre.
En lo que refiere al Camino del Inca, García cuenta: “Vamos a tratar de ver cómo entroncaba este tramo con el camino que venía desde el noreste de San Juan, a través del sitio Paso del Lámar. También, queremos afinar la información que tenemos de otros sitios que quedan en la precordillera de San Juan. A través del estudio de estos sitios y de la red vial, queremos rescatar la diversidad de estrategias y mecanismos que utilizaron los incas en cada sector para dominar de manera eficiente a las poblaciones locales”, concluye.