Nace un eficaz buzo de la mano de la Inteligencia Artificial
El ICTIOBOT puede sumergirse 50 metros en mar abierto y alcanzar velocidades de hasta 1,5 metros por segundo. Aunque todavía restan algunas pruebas, el dispositivo puede cumplir varias tareas: mantenimiento de puertos, estudio de especies marinas o inspección de las instalaciones de las plataformas petroleras off shore. Próximamente, el robot tendrá paneles solares para ampliar su autonomía en el uso de energía.
Leandro Lacoa (Agencia CTyS) – 1- Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.2- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley. 3 - Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Estas fueron las leyes de la robótica imaginadas por Isaac Asimov, en su obra “Yo, Robot” (1950). El autor más prolífico de la ciencia ficción y uno de los precursores de la divulgación científica pensó que el nuevo milenio encontraría al ser humano en un mundo confortable en el que máquinas con Inteligencia Artificial harían los trabajos más pesados.
Aunque el mundo actual está lejos del imaginado por la mente del literato, los robots comienzan a realizar tareas que, antes, eran un obstáculo para la mano humana, como, por ejemplo, explorar ambientes hostiles en el sistema solar o bucear hasta profundidades tan extremas como tres mil metros.
En Argentina, por primera vez, se desarrolló un robot que puede hacer distintas tareas hasta 50 metros bajo el agua. En diálogo con la Agencia CTyS, el director del proyecto, Gerardo Acosta explica: “Si tenemos que identificar los elementos que hacen distintivo a un robot autónomo debemos compararlo con un ser humano. Por eso nos fijamos en tres características: la percepción, la inteligencia y la motricidad”.
La innovación realizada por el grupo Investigación Tecnológica en Electricidad y Mecatrónica (Intelymec) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNICEN) ganó el premio INNOVAR 2012 en la categoría robótica.
“Aunque ya se comercializan robots acuáticos que realizan la limpieza automática de piletas, el ICTIOBOT tiene un mayor nivel de carga y propulsión. Además, posee una capacidad sensorial mucho mayor”, describe el investigador del CONICET.
El artefacto está diseñado con unos dispositivos llamados sonares de barrido lateral y ecosondas a bordo, GPS y navegador inercial combinados. Entre otras aplicaciones, el ICTIOBOT sirve para la industria off-shore, el estudio de las profundidades en los puertos (batimetría) y la investigación de especies pesqueras.
Si bien este tipo de vehículos autónomos ya existen en Estados Unidos y en Noruega, son demasiado voluminosos y requieren una gran infraestructura y logística para probarlos. "Nosotros fabricamos un prototipo propio, portátil, que puede transportarse en la caja de una camioneta. Como, en definitiva, nos interesó probar algoritmos, no necesitábamos tanta infraestructura. Lo importante fue poder probar nuevas ideas en el control automático de estos robots, es decir, su capacidad de decisión", cuenta el doctor en electrónica.
Pese a que ya se realizaron las pruebas preliminares, aún resta ver la eficacia del robot en mar abierto para saber si está preparado para las circunstancias imprevistas que puedan surgir en las misiones. “Por su capacidad de cómputo, el ICTIOBOT puede tomar decisiones sobre la manera de modificar la misión que le fue encomendada en caso de que exista un ambiente hostil”, sostiene Acosta.
Las primeras misiones del buzo electrónico
Una de las últimas ideas de los investigadores del CONICET es hacer un equipo de robots que, como en la película Transformers, se unan para cumplir una misión. Aunque, en este caso, no tienen que salvar el planeta, pueden colaborar para evitar errores de navegación. El otro robot ayudaría al ICTIOBOT desde la superficie, montado en un kayak y equipado con GPS, para que pueda comunicarse y asistir al vehículo principal.
Próximamente, los investigadores ajustarán cuestiones sobre la estabilidad y la flotabilidad del robot, por lo que se deberán hacer nuevas pruebas en mar abierto. También, tratarán de mejorar el almacenamiento de energía. “Estamos pensando que, a futuro, se puedan disponer, por ejemplo, de celdas solares para complementar la alimentación de las baterías. Es bueno aprovechar las salidas a superficie que tiene que hacer el vehículo, sobre todo para captar la ubicación por el GPS y corregir el rumbo”, afirmó Acosta.
Hasta ahora, los científicos de UNICEN firmaron en el país un convenio con el Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero (INDEP) de Mar del Plata para poder hacer el seguimiento de los cardúmenes de las especies más importantes para la industria pesquera. Este proyecto será financiado por la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires.
También, el Consorcio del Puerto Quequén pidió utilizar el ICTIOBOT para realizar pruebas de batimetrías y de sonares, ya que otra de sus aplicaciones es el mantenimiento de puertos en seguridad marítima.
Además, equipos de otras universidades, sobre todo de España y Portugal, desean sumarse al desarrollo de estos dispositivos para armar un conjunto cooperativo de robots a nivel internacional.