El estrés deja sus huellas en los genes
Las experiencias estresantes de las madres durante el período de gestación pueden causar, con el paso del tiempo, enfermedades neuropsiquiátricas en los hijos. Científicos de la Universidad Nacional de San Martín estudiaron en animales cómo se ven afectados los genes y, ahora, indagarán a pacientes psiquiátricos para desarrollar tratamientos más efectivos.
Leandro Lacoa (Agencia CTyS) - El estrés se convirtió en un término popular que aparece en las conversaciones cotidianas. Se lo relaciona con situaciones de lo más disímiles como una pérdida dolorosa, un conflicto bélico o la actividad laboral diaria. Pero nunca nadie podría pensar que el estar estresados puede afectar a los genes.
Investigadores del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martín (UNSAM) descubrieron que las crías de ratas nacidas de madres sometidas a experiencias como la inmovilidad, el encierro, el miedo o el frío, pueden tener predisposición genética a enfermedades neuropsiquiátricas.
“Se pudo ver que el feto cuya madre ha estado estresada durante la preñez tiene cambios aún sin que le haya pasado nada anormal. Observamos que los animales tenían afectada la expresión de algunos genes sobre todo a nivel neuronal”, explica a la Agencia CTyS Marcela Brocco, investigadora del CONICET y la UNSAM.
Cuadros de depresión o esquizofrenia tienen un origen genético y, para conocerlo, se recurre a estudios de epigenética. Estas pruebas consisten en conocer cómo dentro de cada célula, los genes sufren modificaciones que los afectan, a causa, por ejemplo, del estrés o de la actividad hormonal.
Por medio de la epigenética, se determinó que algunas modificaciones en la expresión del ADN, adquiridas a lo largo de la vida, podrían ser heredables o adquirirse in utero. Esto puede ocurrir, con mayor frecuencia, cuando la madre está en el período de embarazo.
Los desafíos a futuro
Tras realizar los estudios en animales, los investigadores del IIB buscan trabajar en conjunto con el Hospital Moyano para observar si entre las pacientes existen los mismos genes “alterados” que en los animales. Según Brocco, estudiar a los humanos es mucho más complejo por el origen multicausal de la depresión o las enfermedades neuropsiquiátricas y la variedad de marcadores genéticos afectados.
“La depresión humana es multigénica, no se debe solo a la alteración en un único gen. Nosotros tenemos un gen ’candidato’, que produce una proteína involucrada en la adquisición de la morfología de las neuronas, cuya falta hace que las células en cultivo no tengan la típica forma de neurona”, anticipó la investigadora.
En los próximos años, la idea es que, a partir de una muestra de saliva o sangre, se puedan hacer análisis genéticos o epigenéticos para colaborar en el diagnóstico clínico. Para eso, se necesitan obtener biomarcadores que ayuden a diferenciar los distintos tipos de depresión o la esquizofrenia. “Resulta primordial conocer los biomarcadores que caractericen a estas patologías y sus variantes. Esto ayudaría en la búsqueda del mejor fármaco para el tratamiento de cada patología.”, advirtió Brocco.
A futuro, se podría saber cuáles son los mejores medicamentos para el tratamiento de cada paciente de acuerdo a criterios farmacogenéticos. Sin embargo, esta idea dependerá del trabajo de los investigadores, porque la diferencia en un gen puede hacer que una persona responda a un tratamiento, mientras que otra no debido al medioambiente, la alimentación o las experiencias estresantes, entre otros factores.
Como lo fue en su momento el genoma, el denominado epigenoma humano es un nuevo mundo aún por descubrir que revolucionará a las ciencias biológicas y pondrá en jaque a los conceptos más arraigados sobre el ADN que, hasta ahora, parecían imposibles de rebatir.
Fuente de la fotografía: Prensa UNSAM