Paleontólogos de La Plata develan estrategias de ataque del “ave del terror”
Si Jason utilizaba un machete, el ave del terror era capaz de usar su gran pico como si fuera un hacha para matar a sus presas. Y no se daba por vencida fácilmente: si erraba en su primer ataque, podía elevar inmediatamente su gran cráneo y embestir de nuevo.
Emanuel Pujol (Agencia CTyS) - Este ave carnívora alcanzaba el metro y medio de altura y, con un pico que podía medir más de 40 centímetros, tenía un método de caza que no se conoce en otras especies: daba picotazos descendentes y ocasionalmente repetitivos.
La paleontóloga Claudia Tambussi comentó a la Agencia CTyS que “este nuevo trabajo describe que el Andalgalornis steulleti poseía ligamentos en su cuello tan gruesos como si fueran las riendas con las que se maneja un caballo, por lo cual podía recomponerse con rapidez a la postura inicial si hubiera errado el primer ataque a su presa”.
“No conocemos otras aves que pudieran atacar de esta manera, estamos simulando un hábito de vida para nada común”, agregó la especialista del Museo de La Plata y el CONICET.
Los investigadores describieron qué movimientos podía realizar el ave del terror a través del análisis de las vértebras del cuello y de los huesos de la pelvis del ejemplar más completo que se ha encontrado en el mundo de esta especie, hace ya más de 50 años en Catamarca.
Si bien este material fue dado a conocer en 1960, las nuevas tecnologías y enfoques de investigación permitieron avanzar en el reconocimiento del hábito de vida de este ave depredadora que poseía un pico de dimensiones sorprendentes.
“El uso de nuevas tecnologías y enfoques es como volver a estudiar los mismos materiales, pero con nuevos ojos”, relató Tambussi. Y continuó: “Desde que se descubrió ese valiosísimo material, ha avanzado mucho el estudio de los músculos y de los ligamentos de las aves, por lo cual, ahora, a partir de la observación de las vértebras, es posible inferir qué movimientos podía realizar y cuáles no”.
“En vez de poseer una única espina neural como tenemos los mamíferos y casi todas las aves, algunas de las vértebras del Andalgalornis tienen una espina neural bífida o doble; entonces, entre esas dos espinas de las vértebras, se alojaba una musculatura muy importante del cuello”, detalló la autora principal del paper publicado recientemente en la revista científica PLoS ONE.
Este estudio se basa en la descripción de los movimientos que esta especie podía realizar en el plano sagital, es decir, subiendo y bajando su enorme pico, lo cual fue posible saber a partir del análisis de la conformación de la cintura pélvica, todas las vértebras del cuello y la cabeza.
“Podemos saber que el cuello, en el plano sagital, no se podía colocar por encima del torso del animal, porque, por su estructura, le era mecánicamente imposible”, específico Tambussi. Y agregó: “Hacia abajo, podía estirar la cabeza hasta el piso, pero hasta cierto punto; por ejemplo, tampoco podía poner el pico entre las patas”.
Lo que destaca esta investigación es que, teniendo la cabeza casi en el piso podría haber llegado a la posición inicial muy rápidamente, porque tenía en su cuello unos ligamentos semejantes a las riendas que se usan para manejar a los caballos. De allí que pudiera dar repetidos golpes a sus presas o hacer nuevos intentos si errara en su primer
ataque.
Hace 6 millones de años, muy pocos mamíferos sudamericanos eran carnívoros. En cambio, casi todas las aves eran carnívoras y la más imponente por su tamaño era el Andalgalornis.
Es difícil poder estimar cuántas aves del terror habitaron en Sudamérica, pero solamente un ejemplar de esta especie se encontró en muy buen estado. “Para que llegue a conservarse un fósil durante tanto tiempo, como ocurrió en este caso, tiene que darse una serie de eventos y es aún más difícil que se preserve el pico que es hueco”, detalló Tambussi.
Un estudio reciente basado en su pico de hacha
Sobre este ejemplar único, Tambussi y un equipo internacional compuesto por investigadores del Museo de La Plata, Australia y USA habían realizado un primer estudio concentrándose en el cráneo y el funcionamiento de su pico.
“Concluimos en ese trabajo que el Andalgalornis, por tener un cráneo resistente, podía golpear con fuerza su pico sobre la presa, y lo que agregamos con este trabajo, es que su cuello tiene la estructura y tuvo los ligamentos y la musculatura para poder levantarse muy rápidamente y dar un picotazo tras otro”, explicó la paleontóloga a la Agencia CTyS.
Ambos estudios se complementan y no se contradicen. La especialista aclaró que “una cosa es que digamos que desde el punto de vista biomecánico la estructura del cráneo, el cuello y la pelvis del ave del terror tiene un diseño que le permitía hacer determinados movimientos, pero otra cosa es que los haya hecho habitualmente en vida”.